¿Está en peligro la democracia en Estados Unidos? Una mirada crítica al estado actual del voto

Con la mirada puesta en las elecciones de 2025, surgen preocupaciones sobre la participación, la desinformación y las restricciones al derecho al voto

“Votar no es solo un derecho, es una responsabilidad, y cada vez más, también un acto de resistencia.”

Una imagen poderosa circuló el pasado noviembre desde Alexandria, Virginia. Una niña levantaba una lista de tareas, comenzando con una sola palabra: “vote”. Mientras sostienen lápices de colores y carteles artesanales, jóvenes activistas y ciudadanos comunes dan un mensaje claro: el acto fundamental de la democracia está bajo amenaza. Pero, ¿por qué en pleno siglo XXI, en una de las democracias más antiguas del mundo, el simple hecho de votar vuelve a estar en el centro de un debate nacional?

El derecho al voto: un campo de batalla histórico

La historia de Estados Unidos está teñida de luchas por el sufragio. Desde la abolición de la esclavitud y la aprobación de la Enmienda 15 en 1870, hasta el movimiento por los derechos civiles y la Ley del Derecho al Voto de 1965, la lucha por asegurar el acceso a las urnas ha sido constante. Sin embargo, en el siglo XXI ha resurgido una nueva batalla, menos visible pero igual de peligrosa: las restricciones institucionales disfrazadas de burocracia electoral.

En la última década, más de 19 estados han aprobado leyes que restringen el acceso al voto. Estas medidas incluyen requerimientos de identificación más restrictivos, reducción del voto anticipado o por correo, purgas en registros electorales y limitaciones a la asistencia a votantes mayores o discapacitados. Según el Brennan Center for Justice, el año 2021 marcó un récord con más de 400 proyectos de ley que limitaban el derecho al voto, presentados en 49 estados.

Voto joven: entusiasmo versus obstáculos

La juventud estadounidense ha sido clave en las últimas elecciones. En 2020, la participación electoral entre ciudadanos de 18 a 29 años aumentó un 11% comparado con 2016, alcanzando una de las cifras más altas de las últimas décadas. Movimientos como March for Our Lives, fundado por sobrevivientes del tiroteo de Parkland, han vinculado temas sociales urgentes como el control de armas, el cambio climático y la justicia racial con la importancia del voto.

Sin embargo, los jóvenes también enfrentan obstáculos únicos. Muchos votantes por primera vez no comprenden plenamente el proceso, o se sienten desconectados de los partidos tradicionales. El reto para el sistema democrático no es solo eliminar barreras técnicas, sino mantener la confianza y la implicación emocional con el proceso electoral.

Desinformación, redes sociales y manipulación electoral

La era digital ha permitido una expansión sin precedentes de la información, pero también ha abierto la puerta a una ola masiva de desinformación electoral. Durante las elecciones de 2020 y 2022, plataformas como Facebook y Twitter fueron utilizadas para difundir teorías conspirativas sin fundamento sobre fraude electoral.

De acuerdo con el Pew Research Center, casi un 64% de los estadounidenses afirma haber visto información electoral falsa en redes sociales. Pero el problema no se limita a contenido externo: actores nacionales, incluidos figuras políticas y medios televisivos, han contribuido a la erosión de la confianza pública. En 2021, una encuesta del Public Religion Research Institute reveló que más del 30% de los votantes republicanos creen que las elecciones de 2020 fueron “robadas”.

Cuestionar el sistema: ¿progreso o retroceso?

Desde una perspectiva crítica, América enfrenta una paradoja: mientras se celebran los avances tecnológicos y el voto anticipado, también crecen los mecanismos para dificultar el sufragio. Algunos analistas llaman a esto “gerrymandering democrático”; no con fines partidistas explícitos, sino como una forma estructural de exclusión.

Estados como Georgia, Texas y Florida han implementado recientemente leyes que, bajo pretexto de prevenir el fraude, introducen una burocracia innecesaria. El voto por correo, popular entre comunidades latinas y afroamericanas durante la pandemia, ha sido especialmente atacado. Para los críticos, estas medidas son un retroceso directo al Jim Crow moderno, donde el control político se ejerce mediante la exclusión silenciosa.

¿Por qué importa el voto local?

Más allá de las elecciones presidenciales, existen boletas para alcaldes, fiscales, juntas escolares y referendos locales. Muchas veces, las decisiones más cercanas a la vida diaria de los ciudadanos —desde leyes sobre vivienda hasta fondos para educación— se toman en elecciones con menos del 20% de participación.

Ejemplo claro fue la elección de fiscales fiscales progresistas en Filadelfia, San Francisco y Austin, quienes impulsaron reformas profundas en el sistema penal. En ciudades como Detroit, la presión ciudadana logró detener megaproyectos inmobiliarios que afectaban a comunidades vulnerables. Todos estos cambios fueron posibles porque alguien —muchas veces por primera vez— decidió votar.

La esperanza en el activismo ciudadano

En medio de los desafíos, también ha surgido una nueva ola de activismo con rostros jóvenes, latinos, afroamericanos, indígenas y LGBTQ+. Organizaciones como Rock the Vote, Vote.org y The New Georgia Project están registrando millones de votantes nuevos. Stacey Abrams, activista clave en Georgia, ayudó a movilizar a más de 800.000 nuevos votantes, transformando el mapa político del estado.

Incluso estrellas del deporte, la música y el cine se han sumado a la causa. LeBron James lanzó More Than a Vote, mientras que celebridades como Taylor Swift y Beyoncé instan regularmente a su audiencia a ejercer su derecho. No es solo moda: es estrategia política con impacto real.

La urgencia del momento actual

Mientras se aproxima el camino hacia 2025, Estados Unidos enfrenta una encrucijada clave. Las generaciones más jóvenes tienen en sus manos no solo el futuro político del país, sino la legitimidad misma del proceso democrático. La imagen de una niña que anota “votar” como su prioridad no es anecdótica: es un llamado profundo a repensar el poder ciudadano.

Un sistema que impide votar, o que siembra dudas constantes sobre sus resultados, deja de ser democrático. Y aunque las elecciones son solo una parte de la democracia, son su componente vital. Como dijo una vez Barack Obama:

“El voto no te salva, pero puede darte el poder de cambiar lo que sí lo hará.”

Votar nunca será suficiente, pero sigue siendo el punto de partida fundamental. En palabras de Maya Angelou:

“Nada funcionará a menos que tú lo hagas.”

Y hoy más que nunca, eso significa alzar la voz, caminar hacia las urnas, traer a otros contigo… y marcar con orgullo esa casilla que dice: Sí, creo en el poder del pueblo.

Fuentes:

Este artículo fue redactado con información de Associated Press