“Predator: Badlands”: Un festín alienígena de desmembramientos, sarcasmo y soul android

Elle Fanning brilla (y se parte en dos) en una de las películas más insólitas y absurdamente entretenidas del año

Una nueva locura galáctica

La franquicia "Predator" ha desempeñado muchos roles a lo largo de las décadas: película de culto, vehículo de testosterona con Schwarzenegger, crossover con Aliens, reinicio de franquicias, e incluso en su capítulo anterior, "Prey" (2022), una oda al terror atmosférico con tintes históricos. Pero nada, absolutamente nada, nos preparó para "Predator: Badlands", una montaña rusa saboteada de ciencia ficción que mezcla humor físico, acción operática y homenaje retro-futurista.

Dirigida por Dan Trachtenberg —quien ya había refrescado la franquicia con Prey y estuvo detrás de la animada Predator: Killer of Killers— esta nueva entrega es a la vez un homenaje y un sabotaje afectuoso a la tradición de los Predators. En esta ocasión, se atreve a contarnos una especie de historia de compañeros disfuncionales, con una fabulosa androida sin piernas (interpretada magistralmente por Elle Fanning) y un Predator joven en crisis existencial. ¿Suena absurdo? Lo es. ¿Funciona? Extraordinariamente.

Un dúo de otro mundo que da vida a la película

Comencemos con Fanning, quien entrega quizás una de las interpretaciones más bizarras y memorables de su carrera. Su personaje, Thia, es un androide de la Weyland-Yutani Corporation —viejos conocidos del universo Alien vs. Predator— que ha sido seccionado en dos mitades: torso por un lado, piernas por otro. Pero lejos de asumir un rol decorativo o meramente cómico, Fanning infunde alma y sarcasmo a una figura cuya mitad corporal pasa buena parte de la cinta en una mochila a la espalda del joven Predator.

Este último, apodado Dek e interpretado con convicción por Dimitrius Schuster-Koloamatangi, es un aspirante renegado con serios problemas paternales —literalmente, su padre lo llama "runt" y desea que su hijo mayor lo asesine en frente de todos. Este arranque brutal da paso a una insólita odisea en su afán por atrapar a una criatura mítica del planeta Genna: el Kalisk, un engendro indescriptible más invencible que la rutina dental del Predator, y que podría haber salido de una novela apocalíptica de Dr. Seuss con tendencias a la metanfetamina.

Dos mitades, un solo espíritu combativo

Uno de los momentos más delirantes (y francamente hilarantes) del filme ocurre cuando las dos mitades de Thia se juntan momentáneamente para ejecutar una coreografía de puñetazos, patadas, y una celebratoria palmada entre mano y pie. En pocas palabras, es Tarantino conoce a Power Rangers con el alma de un anime de domingo.

Este tono caricaturesco, sin embargo, no socava los pocos —pero efectivos— momentos de emoción que emergen en la dinámica entre Dek y Thia. En su camino por un planeta Genna plagado de criaturas hostiles (desde pasto hecho de cristal hasta raíces que estrangulan), ambos terminan formando un lazo más humano que muchas películas dramáticas recientes. Una reflexión sobre la familia encontrada y la empatía entre especies: sí, incluso si uno de ellos tiene colmillos gingivíticos y el otro ha sido rebanado por un láser corporativo.

Referencias, sátira y otros huevos de pascua

La película está plagada de referencias y detalles para el fanático acérrimo del Predatorverse y la ciencia ficción en general:

  • La Weyland-Yutani Corporation: una constante en el universo Alien, como siempre con su obsesión por convertir toda forma de vida en arma biológica.
  • Mandíbulas sin tratamiento dental: como nunca antes se había mostrado en detalle, esta entrega convierte la mala higiene bucal de los Predators en una broma recurrente hilarante.
  • El idioma de cómic vintage: Los diálogos del clan Predator parecen extraídos de una radionovela pulp: “Bring it home or never return”, “Failure means death”, “Sensitivity is weakness”.
  • Escenario eco-brutalista: Desde árboles cazadores hasta dinosaurios que lanzan piedras, Genna se convierte en un ejemplo de diseño de producción al estilo "Nueva Zelanda alucinógena”.

La androide que salva la franquicia

A pesar del estricto maquillaje que transforma a Dek en un híbrido entre espartano y Predator clásico, y una dirección de arte brillante, no es él quien se roba la película. Elle Fanning, con apenas medio cuerpo físico disponible, logra crear un personaje que equilibra tenacidad, vulnerabilidad artificial y sarcasmo programado. Su interpretación como Thia no solo entrega risas, sino también reflexiones sobre la conciencia, la libertad corporal (¡literalmente!) y la evolución de la inteligencia artificial como entidad emocional.

En una entrevista en la Comic-Con de San Diego, Fanning comentó entre risas: “Nunca me imaginé que mi escena más difícil como actriz sería levantarme sola... ¡con una pierna y un brazo!”

¿Una sátira? ¿Una bomba palomitera? ¡Ambas!

"Predator: Badlands" ha sido calificada por muchos críticos como una aberración innecesaria. Pero en realidad, trae un aire fresco, tragicómico y autoconsciente a una franquicia que a menudo se ha tomado demasiado en serio.

Con una duración de solo 107 minutos, no hay espacio para la lentitud. Cada secuencia parece haber estado dirigida pensando en convertirse en un gif viral. Desde cabezas explotando dramáticamente hasta interacciones tiernas con una mascota intergaláctica (una mezcla entre nutria y gremlin), el ritmo nunca cae.

Y sin embargo, hay corazón. Bajo todas las capas de sangre digital y sarcasmo, "Badlands" aparece como una inesperada reflexión sobre la identidad: la identidad de especie, de género (la androide plantea cuestionamientos sutiles sobre la empatía como rasgo más "humano" que orgánico), e incluso de propósito dentro de estructuras militares y tecnocráticas.

¿Dónde queda esto en el universo Predator?

Considerando todo lo anterior, ¿es esta la mejor película de la franquicia? Probablemente no. Ese lugar sigue perteneciendo al original de 1987 por su fusión entre acción pura y misterio. Pero Badlands tiene algo que ninguna otra entrega ofrece: irreverencia estilizada y un alma completamente distinta.

En un universo que necesita constantemente reinventarse para sobrevivir, "Predator: Badlands" se lanza al vacío con una propuesta loca, colorida y extrañamente conmovedora. Es un hot take intergaláctico que se atreve a romper con todo e invitarnos a disfrutar del caos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press