Amenazas de bomba en elecciones de Nueva Jersey: ¿nuevo intento de sabotaje democrático?
Aunque fueron falsas alarmas, los mensajes enviados a varios condados generaron interrupciones, aumentaron la tensión política y revivieron preocupaciones sobre ataques coordinados a la integridad electoral.
Por lo menos siete condados de Nueva Jersey recibieron amenazas de bomba el martes, justo cuando se llevaban a cabo las elecciones estatales, en lo que parecía ser un intento deliberado de sembrar miedo e interrumpir el proceso democrático. Aunque las autoridades confirmaron que las amenazas eran infundadas, el incidente revivió temores latentes sobre la seguridad de las elecciones en Estados Unidos y fue una muestra más de la politización extrema que rodea al acto de votar.
Una alarma que paralizó colegios electorales
Desde primeras horas del día, correos electrónicos advirtiendo de bombas en colegios electorales comenzaron a circular en los condados de Bergen, Essex, Mercer, Middlesex, Monmouth, Ocean y Passaic, provocando evacuaciones y reubicación de votantes. Varias escuelas y centros de votación fueron cerrados temporalmente mientras se realizaban inspecciones.
"La seguridad de nuestros votantes y trabajadores electorales es una prioridad"," declaró la teniente gobernadora y máxima autoridad electoral de Nueva Jersey, Tahesha Way. “Estamos haciendo todo lo posible para proteger a quienes participan en la elección y garantizar un proceso pacífico y transparente”.
La sombra del 2024 y los recuerdos de elecciones pasadas
El momento de las amenazas no pasó inadvertido. Algo similar ocurrió en varias ciudades clave durante las elecciones presidenciales de 2024, cuando también se reportaron llamadas anónimas con falsas amenazas en estados como Georgia, Arizona y Pensilvania. En ese entonces, el Departamento de Justicia calificó esos actos como "intentos de intimidación y sabotaje electoral coordinados".
Lo ocurrido en Nueva Jersey vuelve a poner en la palestra las técnicas de sabotaje electoral. Aunque estas tácticas no son nuevas —recordemos la supresión del voto afroamericano en el sur durante la era de las leyes Jim Crow—, lo que preocupa ahora es la recurrencia de acciones modernas coordinadas con ayuda potencial de redes sociales y plataformas digitales anónimas.
Passaic, un objetivo recurrente
El condado de Passaic, considerado un distrito electoral pendular, fue uno de los más afectados. Recibió al menos tres amenazas separadas y tuvo que reubicar votantes a centros alternativos mientras la policía despejaba las áreas comprometidas. Gracias a la rápida actuación de las autoridades, los centros reabrieron rápidamente y el flujo electoral se restableció.
El interés en Passaic tiene contexto. El Departamento de Justicia había seleccionado este condado para ser uno de los seis en los que desplegaría observadores electorales federales, dadas las tensiones políticas y acusaciones cruzadas entre demócratas y republicanos locales.
¿Quién está detrás y qué objetivo buscan?
A pesar de que el FBI en Newark reconoció estar participando en la investigación junto a agencias estatales, no se ha identificado aún a los responsables de las amenazas. Algunos analistas sugieren que este tipo de actos podrían estar conectados con discursos conspirativos amplificados durante campañas políticas, en las que se acusa de forma infundada a ciertos grupos —como inmigrantes— de manipular comicios o incluso de cometer actos violentos, generando un clima de desinformación favorable a estos sabotajes.
Por ejemplo, un incidente similar ocurrido en Springfield, Ohio, durante las elecciones presidenciales, estuvo relacionado con relatos promovidos por el expresidente Donald Trump, quien afirmó sin pruebas que inmigrantes haitianos estaban cometiendo actos de violencia contra mascotas. Estas narrativas suelen viralizarse y generar pánico social.
Impacto social y psicológico del miedo electoral
Más allá de la logística electoral, estas amenazas tienen un efecto directo sobre la sociedad. El miedo inducido puede llevar a la abstención, a la desconfianza y a la erosión del vínculo democrático entre ciudadanos e instituciones. El Center for Election Innovation & Research (CEIR) informó en 2022 que al menos el 22% de los electores en estados con historial de amenazas decidieron no acudir a las urnas por temor a la violencia.
Además, esta ola de amenazas, aunque sin consecuencias materiales, afecta profundamente a trabajadores electorales. En palabras del fiscal general de Nueva Jersey, Matthew Platkin, el compromiso de estos funcionarios “merece admiración” ya que “mantienen en pie la columna vertebral del sistema democrático a pesar de estar bajo amenazas crecientes”.
El rol cada vez más visible del Departamento de Justicia
Uno de los aspectos más notables del episodio en Nueva Jersey fue la rápida movilización de observadores y personal del DOJ, que semanas antes ya había anunciado su presencia en ese y otros condados como medida para garantizar transparencia.
Esta participación federal responde a peticiones de observación realizadas por los propios partidos republicanos en estados con gobernadores demócratas. La intención, declarada por el Departamento de Justicia, es “garantizar la transparencia, la seguridad de las urnas y el cumplimiento de la ley federal”. Sin embargo, esta intervención también es interpretada por algunos sectores conservadores como una forma de intervención política, alimentando aún más la polarización.
Elecciones en la era de la paranoia
Lo ocurrido pone de relieve un clima de vigilancia ciudadana hiperpolitizada. Hoy en día, ir a votar en Estados Unidos no es solo un acto democrático, sino también una muestra de valentía. El sistema electoral enfrenta desafíos diversos: desde nuevas reglas de identificación hasta amenazas físicas y campañas de desinformación orquestadas con precisión quirúrgica desde plataformas descentralizadas y difíciles de rastrear.
En este contexto, los expertos como Nate Persily, profesor de derecho electoral en la Universidad de Stanford, advierten que “nos estamos acercando peligrosamente a una cultura política donde la violencia se normaliza como herramienta de presión democrática”.
¿Qué se está haciendo para enfrentar esta amenaza constante?
- Capacitación de trabajadores electorales: Hay programas a nivel federal que enseñan cómo actuar ante amenazas anónimas o violencia emergente en los recintos.
- Esfuerzo interinstitucional: La coordinación entre el FBI, departamentos de policía local y procuradurías estatales ha mejorado desde 2021—aunque aún es insuficiente en zonas rurales.
- Sistemas de voto alternativo: Se ha promovido en algunos estados el voto vía correo o voto anticipado para reducir el hacinamiento y la exposición en el día de elecciones.
¿Estamos preparados para 2026?
Con elecciones congresuales en camino para 2026 y un clima social cada vez más fracturado, la amenaza a la integridad democrática no desaparecerá pronto. Las fuerzas del orden pueden reaccionar, pero actuar solo ante incidentes ya sucedidos limita su capacidad.
Lo que se necesita es una transformación cultural y legislativa: desde leyes más estrictas contra actos de sabotaje electoral hasta educación ciudadana que fortalezca la confianza y resiliencia democrática.
Mientras tanto, cada elección nos recordará que la democracia está viva, pero también en constante estado de defensa.
