EE.UU. en vilo: ¿puede un cierre de gobierno paralizar los cielos estadounidenses?

El impacto oculto de las pugnas políticas: cómo la parálisis legislativa amenaza la seguridad y eficiencia de la aviación en Estados Unidos

Mientras el mundo observa a Estados Unidos como una de las potencias tecnológicas y logísticas más avanzadas del planeta, hay un riesgo silencioso que se cierne sobre sus cielos: los cierres del gobierno federal. Aunque parecen, a priori, una cuestión solo política o presupuestaria, los efectos se sienten incluso en el aire, literalmente.

¿Qué es un cierre del gobierno en EE.UU.?

Un cierre del gobierno ocurre cuando el Congreso no logra aprobar las leyes de financiamiento necesarias para el funcionamiento del Ejecutivo federal. En ese contexto, las agencias gubernamentales consideradas "no esenciales" cesan operaciones, y las "esenciales" funcionan con personal reducido, muchas veces sin paga inmediata.

La Administración Federal de Aviación (FAA) se encuentra en una zona gris preocupante: es esencial, sí, pero sus funciones críticas como la seguridad aérea, la formación de nuevos controladores y la supervisión técnica pueden verse severamente comprometidas durante un cierre prolongado.

Controladores aéreos sin relevo ni descanso

Según datos del Sindicato Nacional de Controladores del Tráfico Aéreo (NATCA), de los 14,000 controladores actuales en EE.UU., más de 1,200 están en formación. Durante un cierre, los entrenamientos se suspenden, lo que impide fortalecer una plantilla ya mermada: en 2023, el número de controladores certificados era el más bajo en más de 30 años.

“No se trata solo de números. Una escasez de controladores pone en peligro la seguridad aérea y genera retrasos significativos”, explicó Rich Santa, presidente del sindicato NATCA.

Durante el cierre de 35 días que ocurrió entre diciembre de 2018 y enero de 2019, se reportaron más de 27,000 vuelos retrasados. Además, muchos controladores trabajaron sin sueldo, lo que incrementó los niveles de estrés y agotamiento, afectando el desempeño y la moral laboral.

Impacto en la seguridad aeronáutica

La FAA supervisa y certifica la aeronavegabilidad de los aviones comerciales. Sin su plena operatividad, se ralentiza la inspección técnica de nuevas aeronaves, se retrasa la aprobación de rutas y tecnologías, y se congela, por ejemplo, la implementación del sistema NextGen, diseñado para modernizar el espacio aéreo estadounidense.

Durante el último cierre prolongado, OSHA (la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional) reportó que algunos empleados de TSA (la agencia de seguridad en aeropuertos) abandonaron sus puestos debido a la falta de pago, lo que disminuyó la capacidad de control de seguridad en los aeropuertos.

La paradoja del presupuesto: ahorrar a costa de la eficiencia

Paradójicamente, los cierres tienen coste. Un estudio de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estimó que el cierre de 2018-2019 costó aproximadamente $11 mil millones de dólares a la economía, de los cuales $3 mil millones se perdieron de manera permanente.

La aviación, como sector transversal, se ve directamente afectada. Las aerolíneas sufren retrasos, pierden pasajeros y enfrentan fallas logísticas. En última instancia, el consumidor paga el precio con tarifas más altas y vuelos más tardíos.

Una amenaza que vuelve cíclica

Desde 1976, EE.UU. ha tenido 21 cierres significativos del gobierno. Desde la década de 1990, la frecuencia ha aumentado, convirtiéndose en una herramienta de presión política más que un simple reflejo de desacuerdo presupuestario.

Y si bien en otras agencias un cierre puede representar una pausa, en la aviación significa poner en riesgo vidas. Una ruta mal supervisada, una torre sin suficiente personal o un piloto sin certificación actualizada pueden convertirse en tragedias anunciadas.

¿Qué se puede hacer para evitar el caos en los cielos?

Expertos en políticas públicas y exfuncionarios de la FAA han propuesto varias soluciones para blindar los servicios esenciales de la aviación ante futuros cierres:

  • Financiamiento multianual: garantizar fondos anuales o bianuales para la FAA, evitando la dependencia del presupuesto federal inmediato.
  • Clasificación de funciones críticas: mejorar la identificación de roles estrictamente esenciales, lo que permitiría mantener más actividades durante un cierre.
  • Fortalecimiento de oficinas regionales: descentralizar funciones clave para mantener mayor operatividad en caso de parálisis federal.

Más allá del bipartidismo

La seguridad aérea no es un asunto político; es una cuestión nacional. Con más de 2.9 millones de pasajeros diarios promedio en EE.UU. según la TSA, no puede ser rehén de disputas presupuestarias o ideológicas.

El exadministrador de la FAA, Michael Huerta, advirtió en una entrevista que “si seguimos usando el cierre como arma política, nuestra estructura de aviación —una de las más envidiadas del mundo— podría volverse insostenible”.

EE.UU., en una ruta de turbulencia política

El peligro no reside únicamente en un avión que no despega o en un pasajero enfadado. Está en el desgaste progresivo de un sistema que, por décadas, ha sido símbolo de innovación, seguridad y confiabilidad

Si no se enfrenta con decisión y visión a largo plazo, el siguiente cierre del gobierno podría no solo causar molestias, sino una crisis aérea sin precedentes.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press