El mural que resiste al olvido: la revolución artística en Daraya
Entre ruinas y escombros, jóvenes sirios convierten el dolor en arte con grafitis que dan nueva vida a una ciudad marcada por la guerra
Daraya: una ciudad destruida, pero no derrotada
La ciudad de Daraya, ubicada en la periferia de Damasco, Siria, es un testimonio vivo del precio incalculable de la guerra civil siria. Allí, edificios destruidos y calles sin vida aún respiran la memoria de un conflicto que asesinó a más de 500,000 personas, desplazó a millones y dejó a otras tantas desaparecidas. Pero en medio de este paisaje desolador, un grupo de artistas sirios está desafiando al olvido con una fuerza inesperada: el arte urbano.
En noviembre de 2025, un colectivo de jóvenes encabezado por Bilal Shoraba, quien fuera activista y grafitero durante el cerco militar de Daraya (2012–2016), llevó a cabo una de las intervenciones artísticas más emotivas y simbólicas realizadas en territorio sirio reciente: la pintura de un mural sobre el techo colapsado de una casa destruida. Con trazos vivos y colores vibrantes, trasladaron la memoria de una comunidad desde los escombros hasta la eternidad visual.
De la resistencia al renacer: el arte como acto político
Durante el periodo más crudo del conflicto, Daraya fue un nido de resistencia frente al régimen de Bashar al-Assad. Mientras las bombas llovían, Bilal Shoraba y su grupo pintaban grafitis como símbolo de dignidad y desafío. En plena ocupación militar, llegaron a crear más de 30 murales, muchos de los cuales fueron destruidos, otros simplemente olvidados. Ahora, con el retorno de la relativa paz y la expulsión del régimen en una ofensiva relámpago rebelde en diciembre, Shoraba ha regresado con una nueva misión: reconstruir el alma de Daraya desde el arte.
"El arte es nuestra trinchera, nuestra manera de decir que estamos vivos, que recordamos y que no olvidaremos a quienes perdimos", afirma Shoraba, quien lidera un taller comunitario en colaboración con el Centro Cultural Dar Ebla, específicamente enfocado en enseñar técnicas de grafiti a los jóvenes del lugar.
Un mural entre ruinas: color en medio del gris
La obra, realizada por un equipo de cinco artistas, se extiende sobre los restos de un techo, repleto de fisuras causadas por los bombardeos. Pintan sobre concreto herido, con el polvo de la guerra aún visible en sus ropas y pinceles. El mural representa a familias enteras tomadas de la mano, elevándose como espíritus entre las nubes, acompañados por mensajes de esperanza escritos en árabe: “Volveremos”, “La vida continúa”, “No somos solo números”.
Cada pincelada en el muro es un universo de emoción contenida. “Lo hicimos para quienes no tuvieron una tumba, para los que no pudieron despedirse de sus muertos”, comenta Farah, una artista de 22 años.
El renacimiento de una identidad cultural
El arte en Daraya no es solo un homenaje, también es una reapropiación del espacio. En una zona donde los escombros parecían perpetuar el mensaje de muerte, el muralismo se transforma en resistencia simbólica.
“Muchos de nosotros crecimos en medio del conflicto, sin museos, sin galerías, sin acceso a la cultura. Este mural es nuestra galería. Es público, es gratuito, y es nuestro", afirma Rami, otro de los artistas locales.
Las reacciones no se han hecho esperar. Desde distintas partes de Siria, activistas culturales y miembros de la diáspora siria han comenzado a replicar esta iniciativa, pintando murales similares en Homs, Alepo e incluso en campos de refugiados en Turquía y Líbano.
Pintar para sanar
Estudios de la Universidad de Beirut y de la Universidad de Columbia han demostrado cómo las prácticas creativas, particularmente el arte visual, ayudan a potenciar la resiliencia emocional en zonas de posguerra. En Daraya, este fenómeno se ha vuelto tangible. Niños que apenas pueden recordar un momento sin guerra hoy pintan flores con manos pequeñas. Ancianos que perdieron a toda su familia vuelven a sonreír mientras ayudan con brochas y rodillos.
“No solo estamos reconstruyendo paredes, estamos reconstruyendo confianza, comunidad, identidad”, sostiene Maha Khoury, psicóloga del Centro Dar Ebla.
Un movimiento que trasciende la estética
Lo ocurrido en Daraya plantea preguntas profundas sobre el rol del arte en contextos de posconflicto. ¿Puede el acto de crear ser más poderoso que las armas que destruyen? Para estos artistas sí. Y al hacerlo, están sembrando las semillas de una posible reconstrucción nacional basada en la memoria, la justicia y la cultura.
Daraya fue una vez sinónimo de destrucción, hoy lo está siendo de redención. En cada trazo de spray, brocha o pincel, los jóvenes pintores reafirman lo que parece olvidado: el arte también es un derecho humano.
El grafiti como archivo histórico y emocional
A diferencia de los libros o documentos oficiales, el arte mural porta una memoria viva y subjetiva. Son los recuerdos de quienes sobrevivieron, las ausencias de quienes no volvieron, las palabras nunca dichas. El mural de Daraya no busca neutralidad; es una voz colectiva que exige ser escuchada.
Así lo resume Shoraba: “No queremos que nos digan que la historia ya pasó. La historia la estamos pintando ahora”.
Un mensaje para el mundo: No basta con reconstruir edificios
Tras décadas de guerra, Siria comienza un lento proceso de recuperación física. Pero reconstruir hospitales, carreteras o escuelas no será suficiente si no se repara también el tejido emocional y cultural de su gente. En este sentido, el mural de Daraya es más que una obra visual: es un llamado, una advertencia, y una promesa.
Una advertencia de que silenciar la historia suele significar repetirla.
Un llamado a entender que cada ciudad destruida esconde una multitud de almas que aún luchan por vivir.
Y una promesa de que, incluso entre los restos de una guerra, el arte puede seguir ardiendo.
Fuentes y referencias
- Siria: cronología del conflicto armado (BBC Mundo, 2023)
- “Art as therapy in post-conflict zones” – Columbia University Journal, 2022
- Entrevistas personales con artistas del Centro Cultural Dar Ebla
