El renacer del diálogo entre India y Pakistán gracias a la fe sij

Más de 2,000 peregrinos sijs cruzan la tensa frontera para rendir homenaje a Guru Nanak, abriendo un rayo de esperanza entre dos naciones divididas por décadas de conflictos

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En medio de una de las relaciones diplomáticas más tensas del sur de Asia, un evento religioso ha reabierto el canal más genuino y poderoso de entendimiento entre los pueblos: la fe. Más de 2,000 peregrinos sijs provenientes de India llegaron a la ciudad de Lahore, en Pakistán, para participar en la conmemoración anual del nacimiento de Guru Nanak, el fundador del sijismo, en un acto que no solo tiene gran relevancia espiritual, sino que también envía un mensaje político y humano crucial para la región.

Un gesto de fe y reconciliación en el Wagah Border

La reapertura temporal del paso fronterizo de Wagah, cerrado durante meses a causa del último estallido de tensiones militares entre India y Pakistán en mayo, marca un momento inédito. La medida fue impulsada por el gobierno pakistaní específicamente para facilitar el ingreso seguro de los devotos al santuario sagrado de Nankana Sahib, en la provincia paquistaní de Punjab, lugar de nacimiento de Guru Nanak Dev Ji (1469-1539).

Nasir Mushtaq, representante del gobierno paquistaní, afirmó: “Otorgar visas a peregrinos sijs y reabrir la frontera demuestra el respeto de Pakistán por las minorías religiosas y su compromiso con lazos culturales, pese a las disputas políticas persistentes.”

¿Quién fue Guru Nanak y por qué es relevante en 2025?

Guru Nanak Dev Ji es la figura central del sijismo, religión monoteísta nacida en el siglo XV en el actual estado indio de Punjab. Predicó la igualdad, la justicia social, el respeto a todas las religiones y la conexión directa entre el ser humano y lo divino. En un subcontinente marcado por divisiones religiosas y sociales, su mensaje sigue teniendo gran poder de convocatoria y conciliación.

Su cumpleaños, conocido como Gurpurab, es una de las celebraciones más importantes del calendario sij, que convoca cada año a miles de peregrinos, especialmente al Gurdwara Janam Asthan, el templo construido en su lugar de nacimiento.

La historia inesperada del corredor de Kartarpur

Este no es el primer intento de usar la religión como puente. En 2019, ambos países inauguraron el Corredor de Kartarpur, una vía que permite a los sijs de la India visitar el Gurdwara Darbar Sahib en Pakistán sin necesidad de visa. Esa decisión fue saludada entonces como un paso simbólico hacia la paz.

Sin embargo, ese gesto también se vio afectado por enfrentamientos posteriores y un distanciamiento diplomático aún mayor tras el atentado en Cachemira de abril de 2025, donde murieron 26 personas y que India atribuyó a militantes operando desde suelo paquistaní. Pakistán negó enfáticamente las acusaciones y pidió una investigación internacional.

El papel de las minorías religiosas en la diplomacia regional

Los sijs constituyen una minoría pequeña pero significativa en Pakistán, país de mayoría musulmana. Su presencia ha sido históricamente respetada, aunque marcada por momentos de tensión y discriminación. Sin embargo, eventos como el Gurpurab permiten recordar al mundo que Pakistán fue también hogar de millones de sijs antes de la Partición de 1947, y que es posible reconstruir puentes de confianza.

Además, cada acto de coexistencia pacífica entre personas de credos diferentes en esta región se vuelve doblemente poderoso, dado el contexto regional plagado de conflictos territoriales, nacionalismos exacerbados y amenazas nucleares.

Una oportunidad política encubierta

No es casual que este movimiento haya sido autorizado por el gobierno pakistaní justo semanas antes de la Cumbre de la ONU sobre el Clima (COP30), donde se espera que el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva discuta con líderes globales, entre ellos representantes de Estados Unidos e India, sobre la estabilidad política en América Latina y Asia del Sur.

Pakistán busca mostrar una cara más conciliadora y abierta. No solo desea mejorar sus relaciones exteriores, sino también mejorar su imagen internacional como un país que protege los derechos religiosos. Esto podría jugar a favor del primer ministro paquistaní cuando retome conversaciones diplomáticas tras la intervención estadounidense que logró frenar el conflicto con India después del ataque en Cachemira.

Tensión diplomática y ceremonial reverencia

El contraste es estremecedor: mientras los diplomáticos casi no se hablan, más de 2,000 peregrinos vestidos con turbantes al paso rojos, naranjas y azules, y recitando el Ik Onkar, cruzan una frontera rígida, aún entre trincheras, hacia un lugar sagrado. Es la expresión máxima de lo que podría ser un modelo alternativo de diplomacia popular, donde la voluntad de las personas comúnmente supera los obstáculos erigidos por los gobiernos.

Durante la ceremonia en Nankana Sahib, se llevaron a cabo recitaciones continuas del Guru Granth Sahib —el texto sagrado del sijismo—, cantos kirtan, procesiones con flores y discursos sobre los ideales de paz y justicia de Guru Nanak. El ambiente festivo contrastaba con la tensión que aún permanece a ambos lados de la frontera.

¿Qué viene ahora? El reto de institucionalizar estos gestos

Pese a la magnitud del evento, no existen aún garantías de que este intercambio cultural y religioso se institucionalice como lo fue el Corredor de Kartarpur. Los analistas de relaciones internacionales advierten que, a menos que se establezcan mecanismos formales para permitir peregrinaciones regulares, este tipo de actos seguirán siendo esfuerzos aislados, dependientes de la buena voluntad temporal de gobiernos en pugna.

Es aquí donde las organizaciones internacionales, la ONU y otros actores regionales, pueden jugar un papel clave para mediar y asegurar que estos encuentros se mantengan y crezcan. También se plantea si este modelo puede aplicarse a otras comunidades religiosas divididas por la política, como los hindúes en Bangladesh o los musulmanes en Myanmar.

El poder de los pueblos ante la diplomacia fallida

Este evento nos recuerda cuán lejos puede llegar la gente común —en este caso, peregrinos sijs— para mantener viva su fe, su deseo de paz y su compromiso con el diálogo. En tiempos de proliferación de armamento, propaganda ideológica y populismo nacionalista, esos pasos humildes sobre tierra sagrada podrían ser los ecos más fuertes que escuchen los líderes.

Como dijo el líder espiritual Baba Sewa Singh durante su alocución en el Gurdwara: “Nuestro deber como sijs no es elegir un bando político, sino caminar el camino de la verdad y la reconciliación. Hoy cruzamos una frontera. La próxima vez, que la cruzamos juntos.”

Quizás, si los gestos como este se repiten más a menudo, la región pueda soñar con un futuro donde las fronteras dividan mapas, no corazones.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press