Getty vs Stability AI: La guerra por los derechos de autor en la era de la inteligencia artificial
El enfrentamiento legal entre una histórica agencia de imágenes y una startup de IA reaviva el debate sobre derechos, tecnología e innovación
En un momento en el que la inteligencia artificial cambia radicalmente la manera en que creamos, trabajamos y consumimos contenido, un veredicto judicial reciente ha puesto de nuevo sobre la mesa el eterno conflicto entre innovación tecnológica y derechos de propiedad intelectual. El caso Getty Images vs Stability AI, ventilado en la Alta Corte de Londres, es precisamente el mejor ejemplo del choque entre creadores tradicionales y desarrolladores de inteligencia artificial generativa.
¿Qué está en juego?
En esencia, el caso gira en torno a si el uso de imágenes protegidas por derechos de autor para entrenar algoritmos de inteligencia artificial constituye una infracción legal o un uso justo dentro del marco legal británico y estadounidense. Getty, que cuenta con una de las bibliotecas fotográficas más grandes del mundo, alegó que Stability AI hizo un “uso descarado” de sus imágenes protegidas para alimentar a Stable Diffusion, su generador de imágenes vía IA. La compañía acusó a Stability de infringir tanto su marca registrada como sus derechos de autor.
La decisión judicial: un empate técnico
La jueza Joanna Smith emitió un fallo mixto: Getty ganó parcialmente al demostrar que algunas imágenes generadas mostraban su marca de agua, constituyendo una infracción de marca registrada. Sin embargo, falló en su reclamo más significativo: la infracción directa de derechos de autor. Según la sentencia, el modelo de IA de Stability no almacena ni reproduce directamente obras protegidas, es decir, no guarda imágenes intactas.
Stability celebró esto como una victoria importante: “Este fallo resuelve de forma definitiva las preocupaciones sobre derechos de autor que eran el eje del caso”, declaró Christian Dowell, asesor jurídico de la startup.
Getty, por su parte, se aferró a la victoria parcial como un logro para los propietarios de derechos. A pesar de ello, sus acciones cayeron un 3% ante la noticia, reflejo quizás de la frustración del mercado ante el daño limitado que el fallo representa para Stability.
¿Dónde entrenó la IA?
Uno de los elementos más interesantes del caso fue el argumento jurisdiccional. Stability sostuvo que su modelo fue entrenado en servidores de Amazon fuera del Reino Unido, tratando así de eludir las leyes británicas al respecto. Sin embargo, al ofrecer el producto en Reino Unido, Getty alegó una “infracción secundaria” por importar ilegales generaciones generadas mediante su contenido.
La jueza desestimó este reclamo también, generando un precedente complicado: la responsabilidad sobre la tecnología generativa se diluye cuando el modelo no reproduce fragmentos concretos.
La batalla más grande: la industria contra la inteligencia artificial
Este asunto forma parte de una oleada global de litigios que enfrenta a los gigantes creativos contra las startups tecnológicas. Algunos casos resonantes son:
- Anthropic tuvo que pagar 1.500 millones de dólares por usar obras literarias sin licencia para entrenar su asistente Claude.
- Un grupo de 13 autores perdió su caso contra Meta Platforms por usar obras literarias en el entrenamiento del modelo Llama.
- Warner Bros., Disney y Universal demandaron a Midjourney por permitir generar imágenes de personajes protegidos como Superman y Darth Vader.
Lo que está en juego es el control del ecosistema cultural en el siglo XXI. Las compañías de IA quieren libertad para acceder a catálogos masivos como materia prima para entrenar sus algoritmos. Los creadores (autores, fotógrafos, cineastas) exigen compensaciones y reconocimiento.
“Fair use” en la era digital: una zona gris legal
El marco legal de fair use en Estados Unidos y fair dealing en Reino Unido ha sido históricamente ambiguo. Permite ciertos usos no autorizados de obras protegidas (como parodias o análisis académicos), pero no está claramente adaptado al entrenamiento de sistemas de IA, lo que abre la puerta a interpretaciones encontradas.
En 2015, el caso Authors Guild v. Google permitió a Google escanear millones de libros para su proyecto Books, sin pagar licencias, argumentando que se trataba de acceso limitado para búsqueda académica. Este precedente ha sido usado por compañías tecnológicas para legitimar sus modelos IA, aunque el uso actual (generar imágenes, música o textos) va más allá de la intención original.
Derechos de autor en el mundo de la generación
Stability AI y desarrollos similares como DALL·E, Midjourney o Udio se basan en entrenar sus sistemas con datasets enormes. La cuestión es: ¿es esto creación o copia? Los modelos generativos no reproducen imágenes exactas, pero sí aprenden patrones, estilos y estructuras que luego emulan.
La gran pregunta legal aún sin resolver es: si una IA puede generar “nuevas” imágenes que se parecen a una original, ¿en qué momento eso se convierte en infracción de derechos? ¿Acaso no lo hace también un ilustrador inspirado en Van Gogh o un músico influenciado por The Beatles?
Una disputa filosófica, tecnológica y económica
La discusión trasciende lo legal. Al fondo hay una disputa filosófica sobre la naturaleza de la creatividad. ¿Pueden las máquinas ser creativas o simplemente reciclan datos? ¿Es justo restringir su acceso al conocimiento o eso estanca la innovación?
Según Stability, el 99.9% de las imágenes que su IA produce no se parecen en nada a las originales de Getty. Eso podría ser un buen argumento tecnológico, pero no responde al dilema ético sobre cuánta deuda tienen los modelos con los creadores anteriores.
En el otro extremo, los defensores de los derechos argumentan que si no se compensa a los creadores originales, simplemente estamos cimentando un nuevo modelo de explotación: el de la IA tomando inspiración sin pagar licencias ni atribuir crédito.
Lo que se avecina
Getty continuará su demanda en Estados Unidos, con un nuevo proceso en curso en San Francisco. Y no están solos. El gremio de artistas visuales, escritores, músicos y cineastas está armándose legalmente contra lo que consideran un “asalto masivo” a sus obras.
Las cortes aún no han dado una respuesta definitiva, y es probable que en los próximos años veamos una revisión legislativa de los marcos de derechos intelectuales para adaptarlos al siglo XXI. Tal vez surjan nuevos modelos híbridos donde los creadores originales reciban licencias justas cuando sus obras sean utilizadas como entrenamiento para IA.
Mientras tanto, el caso de Getty y Stability AI marca una línea de base legal que otras compañías estudiarán con lupa al momento de lanzar nuevos sistemas generativos.
Una audiencia global y polarizada
Este caso captura la imaginación pública por una razón sencilla: se trata de cómo construiremos el futuro cultural. En un mundo donde una IA puede escribir novelas, componer sinfonías o generar películas, ¿qué rol queda para el creador tradicional? ¿Qué plataforma protegerá su voz?
Por ahora, seguimos en territorio inexplorado, donde la justicia hará camino al andar. El mensaje del caso Getty vs Stability AI es claro: la lucha por los derechos de autor en la era de la inteligencia artificial apenas comienza.
