La batalla climática de Europa: liderazgo en juego antes de la COP30

La Unión Europea intenta reafirmar su papel como líder climático global en medio de presiones políticas, económicas y ambientales internas y externas

Una cumbre crucial y la urgencia de unir fuerzas

Bruselas ha sido el epicentro de las más recientes discusiones medioambientales dentro de la Unión Europea. A pocos días del inicio de la Cumbre Climática de las Naciones Unidas COP30 en Belém, Brasil, los ministros de los 27 países miembros del bloque se han reunido para tratar de alinear sus ambiciones en torno a objetivos de reducción de emisiones. El objetivo: consolidar una posición negociadora sólida en una de las negociaciones climáticas más importantes del año.

Necesitamos mostrarle al mundo que somos líderes en la lucha contra el cambio climático”, exigía la ministra española de Transición Ecológica, Sara Aagesen, al arribar al encuentro. Pero este liderazgo se encuentra bajo amenaza por múltiples frentes.

La doble presión: ambiental y geopolítica

Mientras los incendios forestales, olas de calor e inundaciones extremas evidencian los estragos del calentamiento global en Europa, el bloque también lidia con presiones geopolíticas complejas. La guerra de Rusia en Ucrania, las crecientes tensiones comerciales con Estados Unidos y China, y el ascenso de gobiernos más escépticos respecto a las regulaciones ambientales han dificultado mantener el mismo nivel de compromiso climático mostrado en años anteriores.

En febrero de este año, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, promovió una estrategia económica que muchos interpretaron como un paso atrás respecto al ambicioso Green Deal de 2019. La suspensión parcial de una ley clave sobre la deforestación causó alarma entre ambientalistas que ven esta decisión como una señal inquietante de desinterés político.

Aun así, von der Leyen reafirmó en septiembre que Europa sigue comprometida con la neutralidad climática, comprometiéndose a reducir en un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2040.

¿Puede la Unión Europea volver a liderar?

Desde la firma del Acuerdo de París en 2015, la Unión Europea se ha situado como líder global en políticas verdes. Sus metas han empujado hacia importantes avances en energías renovables, movilidad eléctrica y regulación del carbono. No obstante, la credibilidad de este liderazgo está hoy en juego.

Wopke Hoekstra, comisario europeo de Acción Climática, lo explicó con claridad: “Necesitamos enlazar la acción climática con la competitividad industrial, la autonomía energética e incluso la defensa de nuestra soberanía”. La frase refleja un nuevo discurso, no solo ambiental sino estratégico.

Según datos de la ONU, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó el año pasado a niveles récord, exacerbando las catástrofes naturales. Europa, particularmente, es el continente que se calienta más rápido: el doble de la tasa mundial desde la década de 1980, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus.

Años de logros verdes y una realidad cambiante

El European Green Deal, lanzado en 2019, prometía convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro para 2050. Introdujo estrategias que iban desde la economía circular hasta reformas agrícolas ecológicas.

Pero hoy, con varios gobiernos nacionales girando hacia la derecha y expresando preocupaciones sobre el impacto económico de las regulaciones ambientales, el consenso climático se ha fragmentado. Países como Polonia o Hungría han cuestionado abiertamente los objetivos de neutralidad, alegando que ponían en riesgo la competitividad industrial y los empleos.

Irónicamente, esta misma encrucijada se produce en medio de un auge en inversión verde. Alemania, por ejemplo, destinó más de 50 mil millones de euros al desarrollo de hidrógeno verde y redes de energía limpia en 2022. Francia duplicó sus inversiones en infraestructura para vehículos eléctricos. Y España aprobó una ley climática vinculante que le obliga a alcanzar el 42% de energías renovables para 2030.

China, Estados Unidos y el dilema de la independencia energética

Un punto álgido en las negociaciones es la creciente competencia con China, actualmente principal proveedor mundial de paneles solares, baterías y minerales críticos para la transición energética. La Unión Europea se debate entre impulsar su industria verde nacional o aceptar la dependencia tecnológica del gigante asiático.

Por otro lado, el cambio de administración en Estados Unidos ha traído consigo una política climática más errática. La salida del país del Acuerdo de París bajo Donald Trump y la posterior reincorporación bajo Joe Biden, ha hecho que Bruselas busque mayor autosuficiencia en materia energética y diplomática.

“Una Europa autosuficiente es también una Europa capaz de enfrentar catástrofes ambientales, guerras comerciales y conflictos armados”, ha reiterado von der Leyen. En este sentido, el desarrollo de tecnologías verdes no es solo una necesidad climática, sino también geopolítica.

La urgencia detrás de la COP30

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a celebrarse este año en Belém, Brasil, entre el 10 y el 21 de noviembre, será decisiva para marcar el rumbo global. El Acuerdo de París exige objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos por parte de todos los países antes de 2030 para limitar el aumento de temperatura global a 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales.

Pero a sólo seis años de esa fecha límite, muchos expertos temen que las acciones actuales sean insuficientes. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el planeta va camino a un calentamiento de 2,5-2,9 °C si no se aplican cambios estructurales inmediatos.

Es por eso que la unidad de la Unión Europea resulta vital. Obtener el respaldo de al menos 15 países en torno a objetivos comunes no solo establecerá un bloque uniforme, sino también una base sólida para exigir acciones equivalentes a otras potencias emisoras como Estados Unidos, China o India.

El dilema político y el reto ciudadano

Mientras tanto, el escepticismo climático crece en algunos sectores sociales y partidos políticos de Europa. El auge de movimientos nacionalistas y populistas ha calado en el discurso público con narrativas que acusan a la transición verde de agravar la inflación o eliminar empleos tradicionales.

Sin embargo, encuestas recientes del Eurobarómetro indican que más del 85% de los europeos están preocupados por el cambio climático y apoyan medidas para combatirlo. El reto, entonces, será conciliar políticas climáticas eficaces con protección social, creación de empleos verdes y una narrativa coherente que conecte con el ciudadano común.

¿Qué se juega Europa en la COP30?

Mucho más que liderazgo ambiental. En juego están su reputación global, su autonomía energética, su economía digital futura y su resiliencia climática. En palabras de Romina Pourmokhtari, ministra de Clima de Suecia: “No se trata solo de hablar cuando es fácil, sino de actuar cuando se vuelve difícil”.

La COP30 será el escenario donde se pondrá a prueba la verdadera ambición europea. No basta con eslóganes o promesas: el mundo espera acciones contundentes, pero también coherentes. Si Europa logra reencauzar su liderazgo climático, inspirará al resto del planeta. Si falla, el riesgo no será solo político, sino existencial.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press