La nueva era militar en Corea del Sur: ¿Un paso hacia la autonomía estratégica o presión de EE.UU.?
El giro en la política de defensa surcoreana revela tanto ambiciones nacionales como exigencias geopolíticas. ¿Se avecina un cambio de poder militar en Asia?
Un cambio de tono en la alianza Corea del Sur-EE.UU.
Durante décadas, Corea del Sur ha dependido fuertemente de la protección de Estados Unidos ante las amenazas provenientes de Corea del Norte. Sin embargo, los últimos meses revelan un claro giro hacia una mayor autosuficiencia defensiva, impulsado tanto por ambiciones propias como por la estrategia de contención geopolítica de Washington hacia China.
En una reunión clave realizada en Seúl, el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, elogió los planes de Seúl para aumentar su gasto militar, afirmando que esto fortalecerá la capacidad del país asiático para liderar su propia defensa convencional contra las agresiones del Norte.
Un aumento importante en el presupuesto de defensa
El presidente surcoreano, Lee Jae Myung, solicitó al Parlamento aprobar un aumento del 8,2% en el presupuesto de defensa para el próximo año. Esta inversión busca modernizar los sistemas de armamento y reducir la dependencia de las fuerzas estadounidenses. Según Lee, “esta es una inversión en nuestra soberanía, nuestra seguridad y nuestro futuro”.
En cifras, Corea del Sur destinó cerca del 2.8% de su PIB a defensa en 2023, y el nuevo aumento llevaría esa cifra significativamente por encima de la media de los países de la OCDE, que ronda el 1.7%.
Intereses cruzados: la estrategia de EE.UU. hacia China
Este impulso surcoreano no ocurre en el vacío. Estados Unidos, enfrentando una creciente competencia con China en el ámbito militar y económico, busca descargar parte del peso de la seguridad en Asia sobre sus aliados. Hegseth dio señales claras de este enfoque al afirmar que el aumento en las capacidades convencionales de Corea permitirá a Washington “enfocar más recursos hacia otras amenazas regionales”.
No obstante, despejar el camino para un enfoque mayor hacia China implica garantizar que Corea del Sur puede sostener la disuasión frente al Norte por sí sola. Aquí entra en juego la integración de capacidades convencionales y nucleares bajo el marco CNI (Convencional-Nuclear Integration), una iniciativa que busca alinear las capacidades estadounidenses con la respuesta militar surcoreana sin necesidad de desplegar armas nucleares en territorio surcoreano.
¿Una nueva doctrina militar para Seúl?
El objetivo central de Seúl parece ser el fortalecimiento de sus capacidades de defensa autónoma. Según el Ministro de Defensa surcoreano, Ahn Gyu-back, el país “permanece comprometido con el Tratado de No Proliferación Nuclear”, descartando la opción del desarrollo de un arsenal nuclear propio.
En lugar de ello, Corea del Sur está invirtiendo en tecnologías avanzadas, ciberseguridad, defensa aérea y sistemas de comando interoperables con fuerzas aliadas. Un ejemplo clave es la decisión reciente de empezar a mantener y reparar buques de guerra estadounidenses en astilleros surcoreanos, señal de una cooperación logística más profunda.
Corea del Norte, la provocación constante
El avance de estas nuevas políticas ha tenido inmediatas repercusiones geopolíticas. Durante la visita de Hegseth a la zona fronteriza intercoreana, Corea del Norte lanzó cerca de 10 rondas de artillería sobre el mar Occidental. Esos movimientos, aunque no nuevos, reflejan la incomodidad del régimen de Kim Jong-un ante una Corea del Sur más armada y conectada con EE.UU.
La tensión se amplificó tras una reunión entre el presidente Lee y el mandatario chino, Xi Jinping, donde Corea del Sur solicitó una participación más activa de Pekín en la desnuclearización del Norte. Pyongyang respondió con sarcasmo, acusando a Seúl de “aferrarse a una quimera sin sentido”.
Sensibilidades nucleares: ¿una Corea del Sur nuclear en el horizonte?
El creciente desafío de seguridad abre inevitablemente el debate sobre la posesión de armas nucleares. Aunque el gobierno actual descarta esa opción y mantiene su compromiso con la no proliferación, voces nacionalistas dentro del país piden una reevaluación, especialmente si el “paraguas nuclear” de EE.UU. llegase a debilitarse.
Recordemos que Estados Unidos retiró sus armas nucleares tácticas de Corea del Sur en 1991 como parte de un acuerdo diplomático. Desde entonces, la política de disuasión ha estado basada casi exclusivamente en la promesa de EE.UU. de intervenir ante una amenaza nuclear.
La diplomacia militar sin declaración conjunta
Una nota intrigante de este encuentro fue la ausencia de una declaración conjunta tras las conversaciones entre Hegseth y Ahn. Esto es inusual en las reuniones ministeriales entre EE.UU. y Corea del Sur, lo que podría indicar que persisten diferencias no resueltas o simplemente que se están preparando anuncios de mayor envergadura. Hegseth afirmó que “no hay discrepancias, solo un acuerdo más importante que toma más tiempo”.
Mirando hacia otros frentes
Aunque la atención se centra tradicionalmente en Corea del Norte, ambos países también han reiterado la necesidad de “mantener flexibilidad ante contingencias regionales”. Esta es una clara referencia a problemas como la situación en el estrecho de Taiwán, el mar de China Meridional y posibles crisis humanitarias en el Sudeste Asiático, donde Corea del Sur podría tener un papel más protagónico en el futuro.
Además, la modernización del ejército surcoreano puede llevar a un papel más activo en alianzas multilaterales como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) u otras plataformas de cooperación regional lideradas por EE.UU., Australia o Japón.
Un nuevo equilibrio de poder en Asia
La expansión de capacidades militares de Corea del Sur, junto a la estrategia estadounidense de contención de China, está redibujando el mapa de poder en Asia Oriental. Desde una perspectiva histórica, este tipo de transformaciones pueden tener efectos imprevisibles: alianzas se redefinen, tensiones se intensifican y la carrera armamentística se acelera.
Lo que sí resulta claro es que Corea del Sur está redefiniendo su papel en el escenario internacional. Ya no se trata simplemente de una nación protegida por Washington, sino de un actor militar con capacidades crecientes y una voluntad cada vez más afianzada de liderar en temas de defensa nacional y regional.
¿Será este el inicio de una Corea del Sur más independiente en defensa?
Las señales apuntan en esa dirección, pero el camino aún es incierto. Hoy, más que nunca, Corea del Sur está atrapada entre dos mundos: uno que exige autonomía y otro que necesita cooperación más profunda. La cuestión ya no es si debe incrementar su gasto militar, sino cómo manejar esta nueva responsabilidad sin alterar los equilibrios geopolíticos de una región siempre al filo de la tensión.
