Represión, censura y desinformación: la crisis democrática que sacude a Tanzania

El gobierno tanzano enfrenta críticas internacionales por su dura represión tras las protestas electorales y el apagón informativo que generó más incertidumbre y temor en la población

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Una elección marcada por la exclusión

El pasado 29 de octubre, Tanzania vivió uno de los procesos electorales más convulsos de su historia reciente. La presidenta Samia Suluhu Hassan fue declarada ganadora con más del 97% de los votos, en una elección ampliamente cuestionada tanto por la oposición como por observadores internacionales.

La polémica comenzó mucho antes del día de la votación, cuando fueron excluidos los principales candidatos de los partidos opositores. Esto provocó una ola de protestas, especialmente de jóvenes, que cuestionaban la legitimidad del proceso e incluso pedían suspender el conteo de votos.

El mismo día 29, estallaron disturbios en varias ciudades del país. Las fuerzas de seguridad respondieron con uso excesivo de la fuerza, incluyendo disparos con munición real y gases lacrimógenos. Además, se impuso un toque de queda nacional que paralizó por completo las actividades económicas y sociales durante varios días.

Un apagón digital para silenciar la disidencia

En medio de la creciente tensión, el gobierno tanzano recurrió a una táctica cada vez más utilizada por regímenes autoritarios en el continente africano: el apagón de internet. Durante seis días completos, los ciudadanos no pudieron acceder normalmente a redes sociales ni a plataformas de mensajería. Tampoco fue posible transmitir en vivo los acontecimientos que se sucedían en las calles.

Este apagón coincidió con algunos de los episodios más violentos de la represión. Al restablecerse parcialmente el servicio celular y de internet, el gobierno envió un mensaje de texto a los usuarios advirtiendo que, compartir imágenes que "causen pánico o degraden la vida humana" sería castigado como traición.

Llamó la atención de la comunidad internacional la desaparición repentina de una página en redes sociales que había estado publicando supuestos videos y fotos de víctimas de la represión.

Balance de víctimas y versiones contradictorias

Hasta hoy, la cifra oficial de muertos no ha sido divulgada por el gobierno. Sin embargo, varias organizaciones y líderes han ofrecido sus propias estimaciones, con cifras que varían ampliamente:

  • Human Rights Watch afirmó que, según fuentes del partido opositor Chadema, más de 1.000 personas habrían muerto.
  • La Iglesia Católica en Tanzania también reaccionó, expresando que en sus registros habría "cientos" de fallecidos, aunque sin poder verificar números exactos.
  • Por su parte, la presidenta Hassan reconoció que hubo "pérdidas de vidas" durante su discurso de asunción, pero no ofreció una cifra.

Esta falta de transparencia ha generado aún más escepticismo tanto dentro como fuera del país. En palabras del investigador Oryem Nyeko, de Human Rights Watch:

"La violenta y represiva respuesta de las autoridades tanzanas a las protestas relacionadas con las elecciones socava aún más la credibilidad del proceso electoral."

El regreso precario a la normalidad

Después de casi una semana de parálisis, las ciudades principales como Dar es Salaam y Dodoma comenzaron a volver a la normalidad. Abrieron tiendas, estaciones de servicio y el transporte público retomó actividades. El gobierno ordenó el retorno al trabajo para todos los empleados estatales, dando por terminado el modelo laboral desde casa impuesto tras el toque de queda.

Sin embargo, la huella del miedo sigue presente. Muchos ciudadanos relatan cómo vivieron encerrados en sus casas durante días, sin posibilidad de comunicarse con familiares o verificar la información que circulaba.

En un ambiente enrarecido por la desinformación, persiste la desconfianza hacia los medios oficiales y la preocupación por el control absoluto del flujo de información que ejerce el gobierno de Hassan.

Cuando la democracia se convierte en teatro

El caso de Tanzania es parte de una preocupante tendencia en África, donde varios países han celebrado elecciones que, pese a su apariencia democrática, reproducen prácticas autoritarias:

  • Represión de la oposición política
  • Bloqueo de acceso a internet
  • Manipulación de resultados y exclusión de candidatos
  • Uso de las fuerzas de seguridad para silenciar a la sociedad civil

Como ocurrió en Uganda, Zimbabue o Guinea, el proceso electoral en Tanzania parece haber sido una puesta en escena más que una competencia legítima.

¿Qué papel juegan las redes sociales y la desinformación?

Uno de los elementos más inquietantes es cómo el control de internet se ha convertido en un factor central en este tipo de crisis. Según el informe de la organización AccessNow, Tanzania ya había realizado apagones digitales en elecciones anteriores, como en 2020, y es parte de una tendencia creciente en todo el continente.

Este escenario plantea preguntas graves sobre libertad de expresión. Las redes sociales funcionan no solo como espacio de protesta, sino también como medios alternativos para registrar violaciones de derechos humanos. Bloquearlas es, por tanto, silenciar a las víctimas y proteger a los responsables.

Sin embargo, también existe el desafío de las noticias falsas y la viralización de imágenes no verificadas, que pueden exacerbar el miedo o manipular la realidad. El equilibrio entre liberdade informativa y veracidad sigue siendo una tarea pendiente, pero la censura y el miedo no son la solución.

El rol internacional: ¿una vigilancia ineficaz?

Otra incógnita que deja la crisis tanzana es la tibieza de la respuesta internacional. Mientras organizaciones como Human Rights Watch se han pronunciado, la Comunidad de Estados de África Oriental y otras instancias oficiales han mantenido un silencio inquietante.

Las autoridades tanzanas han acusado a "extranjeros" de incitar las protestas, usando la narrativa de la soberanía para justificar su represión. Es una práctica común en gobiernos que criminalizan la disidencia como traición o terrorismo.

La presidenta Hassan sigue insistiendo en que el país necesita "estabilidad y paz"; pero la verdadera paz, como demuestran tantos otros casos históricos, no se construye sobre la represión y el silencio.

Proteger la democracia en tiempos turbulentos

La historia africana reciente ha mostrado que las democracias débiles pueden transformarse en autocracias maquilladas con facilidad. Elecciones sin competencia equitativa y sin garantías generan gobiernos que no rinden cuentas y que temen más a la transparencia que a la violencia.

Mientras algunas voces dentro de Tanzania intentan levantar el telón de la censura, el control represivo del gobierno sigue tentando a otros actores regionales a usar las mismas tácticas.

El caso de Tanzania debería representar una alarma internacional, porque callar frente a estas prácticas es permitir su expansión. Como advirtió Nina Jankowicz, experta en desinformación:

"La censura estatal no es solo una herramienta de control; es también un arma para reescribir la historia incluso antes de que termine de ocurrir."

La crisis en Tanzania nos recuerda que la democracia no puede existir sin libertad de expresión, transparencia electoral y justicia. Hoy más que nunca, es urgente exigir rendición de cuentas y proteger a quienes arriesgan todo por contar la verdad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press