Sheinbaum y el desafío de Michoacán: ¿es viable restaurar la paz sin repetir la 'guerra contra el narco'?
La presidenta mexicana presentó su nuevo Plan de Paz y Justicia para Michoacán en medio de indignación social por el asesinato del alcalde de Uruapan. ¿Será suficiente para contener a los cárteles sin militarizar aún más el país?
Una violencia que se niega a ceder
Desde hace más de dos décadas, Michoacán ha sido uno de los epicentros de la violencia atribuida al narcotráfico en México. Cárteles como la Familia Michoacana y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) han sembrado el terror en pueblos y ciudades, convirtiendo a los funcionarios públicos en blancos frecuentes. Basta decir que en los últimos tres años, seis alcaldes fueron asesinados en el estado. El más reciente: Carlos Alberto Manzo, alcalde de Uruapan, acribillado el pasado sábado en un hecho que encendió protestas en varias ciudades michoacanas.
Ante este escenario, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció un nuevo plan titulado "Paz y Justicia para Michoacán", con el cual pretende contener la violencia con un enfoque multifactorial que atienda tanto la presencia del crimen organizado como sus causas estructurales.
El contenido del plan: más allá de los militares
Sheinbaum, quien asumió el cargo hace un año, ha prometido no repetir las políticas de mano dura de sexenios anteriores bajo la etiqueta de “la guerra contra el narco”. Durante su conferencia matutina del martes, enfatizó que la inversión social, los sistemas de alerta temprana para funcionarios, el fortalecimiento de la fiscalía estatal y un incremento en la presencia de la Guardia Nacional, serán piezas clave del plan. Todo esto enmarcado en una estructura de gobernanza más sólida en la que se celebrarán reuniones de seguridad quincenales.
“No se puede construir paz sin justicia”, dijo Sheinbaum. “Y la paz se construye desde abajo, desde la dignidad y la esperanza”.
Entre los puntos clave anunciados:
- Incremento del número de fuerzas federales y de la Guardia Nacional en Michoacán, aunque sin especificar la cantidad exacta.
- Propuesta para crear una oficina estatal especializada en inteligencia e investigación de delitos de alto impacto como homicidios y extorsiones.
- Impulso a planes de desarrollo económico, salarios dignos para campesinos y programas de reinserción y acompañamiento a víctimas.
¿Un enfoque distinto o el mismo con otro envoltorio?
La convocatoria de Sheinbaum no está exenta de escepticismo. Desde 2006, México ha desplegado más de 150 mil efectivos federales en su estrategia contra el crimen, sin lograr una reducción significativa en las tasas de homicidios. Tan solo Michoacán ha recibido más de 20 operativos federales desde entonces, y sin embargo, el Estado sigue registrando más de 2 mil homicidios anuales, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
“El problema no es cuántos soldados se manden, sino qué se planea hacer con ellos”, explicó Falko Ernst, analista senior para México del International Crisis Group. “Si no hay inteligencia, justicia funcional y redes locales de apoyo social, simplemente van a contener fuegos mientras arde la casa”.
El poder del narco sobre los alcaldes
Una de las características más alarmantes del conflicto en Michoacán es la vulnerabilidad de las autoridades municipales frente a los cárteles, quienes ven en los alcaldes una barrera o aliado potencial para operaciones de extorsión, control territorial y trasiego de drogas. En palabras del Observatorio Nacional Ciudadano, “ser alcalde en Michoacán es como andar con una diana en la espalda”.
El asesinato de Manzo no fue el primero ni probablemente será el último. En julio de 2023 fue ejecutado Hipólito Mora, líder de autodefensas y limonero, ejemplo del doble filo que representan los empresarios agrícolas en la región: víctimas de la extorsión, pero muchas veces también actores armados.
Estados Unidos pone la mirada
La violencia llegó hasta las esferas diplomáticas: La Casa Blanca condenó el asesinato de Manzo y expresó preocupación por la escalada de violencia política en México. La vocera Karoline Leavitt declaró: “Condenamos todo tipo de violencia política, en todo lugar y en todas sus formas”. Además, reafirmó la cooperación bilateral en materia de seguridad y advirtió que Washington sigue atento a cómo México combate a los cárteles.
Sin embargo, esta colaboración también ha sido foco de tensiones. Mientras Estados Unidos exhorta por mayor acción, México insiste en que el problema también depende del excesivo consumo de drogas en el norte y el flujo de armas ilegales hacia el sur.
¿Qué hace diferente este plan?
A diferencia de administraciones anteriores, Sheinbaum apuesta por un enfoque menos militarista y más integrador. El plan incluye inversiones en infraestructura rural, foros regionales de paz, políticas de salario justo para productores agrícolas y fortalecimiento del tejido comunitario.
Es una receta ambiciosa. La duda es: ¿le alcanzará con el músculo político y presupuestal para implementarla?
Resistencia criminal y territorio fragmentado
El contexto no es alentador. Michoacán vive una guerra no declarada entre varios actores: CJNG, delincuencia local, autodefensas replegadas y fuerzas estales o federales con alianzas políticas contradictorias. En muchos municipios, el Estado de derecho es inexistente. De acuerdo con estudios del Programa Universitario de Derechos Humanos (UNAM), una de las principales barreras es la captura parcial de aparatos de justicia por actores criminales.
En palabras de Edgardo Buscaglia, académico de la Universidad de Columbia:
“Sin desmantelar las redes de protección política y financiera de los criminales, no hay inversión social que resista”.
Un enfoque humanista o una apuesta arriesgada
Claudia Sheinbaum parece decidida a erradicar la idea de que la paz solo se construye con mayor control armado. Su apuesta es que la acción multisectorial —educación, salud, ingresos, justicia— podrá romper con el reclutamiento de jóvenes por las mafias locales.
“No se trata de sustituir una estrategia fallida por otra igual de ineficaz”, dijo durante la conferencia. “Vamos a construir paz con justicia”.
Aunque noble en sus intenciones, la eficacia de este enfoque requiere tiempo, continuidad administrativa y, sobre todo, voluntad política para erradicar la corrupción institucional que alimenta al monstruo.
Por ahora, el país observa atento y expectante. En Michoacán, los ciudadanos —cansados de vivir entre la violencia y la impunidad— esperan que las palabras de Sheinbaum se traduzcan en acciones sostenidas, efectivas y, sobre todo, humanas.
—Redacción
