Telescopio Gigante vs. Tierra Sagrada: La Controvertida Lucha por Mauna Kea
La tensión entre la ciencia y la cultura hawaiana vuelve a escalar con los nuevos planes del Thirty Meter Telescope en la cima del volcán sagrado
El conflicto renace en Mauna Kea
El proyecto del Thirty Meter Telescope (TMT), una ambiciosa instalación astronómica multinacional, ha reabierto heridas comunitarias profundas en Hawái. Mientras científicos insisten en la necesidad de su construcción para expandir los horizontes del conocimiento humano, el pueblo nativo hawaiano —apoyado por una significativa parte de la sociedad civil— mantiene su férrea oposición.
Mauna Kea, la montaña más alta de Hawái con más de 4.200 metros sobre el nivel del mar, es considerada sagrada por los nativos. A pesar de esto, ya alberga varios observatorios. Sin embargo, el tamaño y alcance del TMT, con sus 30 metros de apertura, representa una nueva escala de intervención sobre esta tierra ancestral.
Un proyecto científico de dimensión global
El TMT forma parte de una generación de megatelescopios diseñados para resolver grandes misterios del universo. Entre sus contribuciones esperadas se encuentran:
- La observación de planetas fuera del Sistema Solar (exoplanetas).
- Análisis detallado de galaxias en proceso de formación.
- Estudios sobre materia oscura y energía oscura.
Con un presupuesto total estimado en $3,000 millones y una estructura de más de 18 pisos, el TMT cuenta con el respaldo de instituciones de Estados Unidos, Japón, India, Canadá y China.
El estancamiento del proyecto: protestas y pandemia
En 2019, tras años de permisos e intentos de construcción, una masiva protesta organizada en Mauna Kea planteó un punto de inflexión. Los manifestantes, nombrándose a sí mismos como "kupuna" (ancianos protectores), "kiai" (guardianes) y activistas culturales, paralizaron el avance del proyecto. Muchos dormían en la carretera de acceso, impidiendo físicamente el transporte de maquinaria.
La pandemia de COVID-19 en 2020 obligó al cese de las protestas presenciales, pero la oposición no desapareció. Se fortaleció en redes sociales, con peticiones que ya han reunido cerca de 500,000 firmas, según líderes comunitarios como Pua Case, una destacada protectora de Mauna Kea.
Intento de solución: construir en un sitio previamente alterado
El gobernador de Hawái, Josh Green, junto a toda la delegación congresional del estado, firmó una carta dirigida a la junta directiva del TMT en la que proponen un nuevo enfoque: ubicar el telescopio en terrenos de un antiguo telescopio desmantelado.
Este planteamiento se enmarca dentro de la Acta 255, aprobada en 2022, que prioriza el uso de sitios previamente perturbados —como los observatorios Caltech Submillimeter y Hoku Kea de la Universidad de Hawái-Hilo— para futuros desarrollos científicos en Mauna Kea, evitando ocupar zonas vírgenes o ecológicamente sensibles.
¿Es realmente viable esta solución?
Críticos del proyecto, como E. Kalani Flores, argumentan que las dimensiones del TMT son tan gigantescas que no puede acomodarse en ningún sitio existente desmantelado. Además, cualquier uso de fondos federales provenientes de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) conllevaría una renovación del proceso legal, incluyendo una nueva Evaluación de Impacto Ambiental y consulta cultural, pasos que podrían retrasar el proyecto varios años más.
"El tamaño y carácter del TMT demanda una huella que no existe actualmente en ningún terreno alterado en la cima", insiste Flores.
Apoyo político y financiación incierta
El gerente del proyecto, Fengchuan Liu, reconoce que el TMT enfrenta un hueco financiero de al menos $1,000 millones. Además, la decisión de la NSF de priorizar la financiación del Extremely Large Telescope (ELT) en Chile representa un nuevo obstáculo.
No obstante, existe esperanza por parte del Senado estadounidense, cuyo borrador del presupuesto de 2026 incluye apoyo explícito al TMT. La Cámara de Representantes, sin embargo, no menciona al TMT específicamente, lo que ha llevado a legisladores como Jill Tokuda a promover una carta bipartidista pidiendo la inclusión del proyecto en el lenguaje final del presupuesto.
¿Quién decide en Mauna Kea?
La Autoridad de Supervisión y Administración de Mauna Kea, creada también por la Acta 255, ahora ostenta el poder exclusivo de otorgar permisos para nuevos desarrollos en la montaña. Esto busca centralizar la gestión y aumentar la transparencia. El gobernador Green ha prometido trabajar en conjunto con esta autoridad para definir un proceso claro de permisos sobre sitios desmantelados.
"Esperamos colaborar con la comunidad para honrar nuestra responsabilidad compartida de cuidar Mauna Kea y garantizar el éxito de este proyecto científico", escribió Green en su carta.
La otra cara del telescopio: derechos indígenas y soberanía cultural
Detrás de la oposición no solo hay argumentos ecológicos o logísticos, sino profundos reclamos históricos.
Para muchos nativos hawaianos, la montaña es un lugar de conexión espiritual, cultural y genealógica. Mauna Kea es uno de los pilares del mundo en la cosmovisión hawaiana, considerado como una entidad viva y sagrada.
La construcción del TMT representa, según palabras de Pua Case, "una profanación de un santuario ancestral". Los defensores del mauna sostienen que el desarrollo científico no debería implicar la subyugación de los derechos culturales de pueblos indígenas.
Este conflicto ha trascendido los límites estatales: manifestaciones solidarias se han registrado en Nueva York, Londres, México, Nueva Zelanda y otras regiones del Pacífico. La causa "Kū Kia‘i Mauna" (Defensores de la Montaña) se ha convertido en un símbolo de lucha por las tierras sagradas y la autodeterminación.
¿Hay espacio para la coexistencia entre ciencia y cultura?
La representante Tokuda cree que alcanzar un equilibrio entre progreso científico y respeto cultural "requiere un coraje político y comunitario". Su declaración sugiere una visión más colaborativa, no de confrontación.
La solución podría implicar replantear profundamente el papel de la ciencia moderna en territorio indígena. ¿Puede construirse un observatorio astronómico con consentimiento verdadero y justo de las comunidades originarias?
El desafío no es solo logístico, sino ético. En palabras de Pua Case:
“Lo que Mauna Kea ha unido, no se romperá. Esta montaña nos ha enseñado a defender lo que amamos.”
Un debate que define el futuro
El caso del TMT en Mauna Kea es hoy un laboratorio de tensiones globales: ciencia vs. tradición, desarrollo vs. conservación, diplomacia internacional vs. soberanía local. La forma en que se resuelva puede sentar precedentes importantes para cómo se desarrollan futuros proyectos científicos en territorios indígenas o ecológicamente sensibles.
Por ahora, el telescopio sigue siendo una promesa pendiente en el cielo más puro del planeta, mientras la montaña sagrada de Mauna Kea resiste, silenciosa pero vigilante. El universo espera, pero la cultura también cuenta.
