“Sentimental Value”: Cuando el cine pulsa al ritmo de la vida
Entre lágrimas, abrazos y arte, Joachim Trier, Stellan Skarsgård y Renate Reinsve narran cómo hicieron de la ficción una extensión de sí mismos
El espejo humano del cine de Joachim Trier
Al hablar de Joachim Trier, resulta inevitable mencionar una cualidad distintiva de su cine: su capacidad para capturar la verdad emocional sin recurrir al sentimentalismo barato. Con “Sentimental Value”, estrenada por Neon, el cineasta noruego-danés vuelve a sumergirse en los rincones más íntimos del alma humana, apoyado por sus recurrentes colaboradores y, sobre todo, por una historia que en esta ocasión golpea más cerca de casa que nunca.
Una colaboración profundamente personal
La cinta, que se alzó con el Grand Prix en el Festival de Cannes, reúne a Trier con Stellan Skarsgård y Renate Reinsve, esta última ganadora de mejor actriz en Cannes 2021 por The Worst Person in the World. En “Sentimental Value”, ambos actores interpretan papeles casi reflejo de sus propias vidas: Skarsgård da vida a Gustav Borg, un director legendario que busca reencontrarse con sus hijas tras la muerte de su exesposa; Reinsve interpreta a Nora, una actriz que, al igual que la intérprete en la vida real, canaliza sus emociones más profundas a través del arte.
Para Trier, la historia es inseparable de sus protagonistas. “Lo escribí con ellos en mente. Ellos aportan algo que no puedes escribir en un guion: su verdad”, comenta el director. La película, como sugiere su nombre, habla del valor sentimental de nuestras experiencias vitales, y cómo el arte puede ser el vehículo sanador para emociones no resueltas. Pero este viaje emocional estuvo plagado de desafíos.
La resistencia emocional como punto de partida
Reinsve comparte que inicialmente tuvo miedo de ser representada con tanta precisión: “Me daba miedo lo que pudiera encontrar Joachim. Me conoce demasiado bien”. Pero confiesa que esa vulnerabilidad, en lugar de ser una trampa, fue lo que le permitió soltarse por completo en el rodaje. “Trabajé en teatro durante años, intentando construir personajes. Con Joachim, aprendí a soltarme. Me enseñó que tal vez no tienes que construir un personaje, sino simplemente encontrarlo dentro de ti mismo”.
Skarsgård, por su parte, admite que el guion lo asustaba. “Podría haber caído en el melodrama más empalagoso. Pero el final me conmovió. Lo que me atrajo fue la ausencia de resolución. Odio el concepto de 'cierre'. La vida no ofrece cierres; solo momentos de comprensión.”
El clímax: cuando menos es más
Uno de los momentos más conmovedores de la película—y del proceso de filmación—fue el rodaje del final. Un simple cruce de miradas entre los personajes logra condensar toda una vida de dolor, orgullo, amor no dicho y anhelos. Trier explica que fue precisamente esta escena la que definió la película:
“Fue ahí cuando supe que tenía la película que quería hacer. Todos estábamos nerviosos ese día. No era solo un final; era el alma del filme.”
Skarsgård, con lágrimas en los ojos tras revisitar ese día, afirmó: “Las escenas son como piezas musicales para mí. Tienen ritmo. Y Joachim me permitió actuar entre líneas, no solo decirlas.”
Ficción y realidad: una línea tenue
“Sentimental Value” desliza sus temas a través de una delgada membrana que separa al arte de la vida. Los paralelismos entre los actores y sus personajes son ineludibles. Reinsve, que se dio a conocer globalmente con “The Worst Person in the World,” interpreta a una actriz que se expresa actuando bajo la dirección paterna. Skarsgård, padre de ocho hijos muchos de ellos actores, encarna a un director envejecido en busca de redención.
El guion tiene elementos biográficos del propio Trier, que se convirtió en padre mientras filmaba la película. “Me enorgullece que mis hijos vean mis películas personales. Tal vez piensen que mis ideas son ridículas, y está bien. Pero son auténticamente mías. Este filme nació en un periodo de mi vida donde pensaba mucho en ello.”
Un set sin máscaras
Reinsve describe los sets de Trier como lugares únicos donde es posible “soltar algo muy profundo”. “Él está sentado junto a la cámara y te susurra: ‘Déjate ir’. Y lo dices sin pensarlo, lo sientes. Sabe lo que quieres hacer como actor porque te escucha, no solo como profesional sino como ser humano.”
Ese método ha producido escenas de gran intensidad emocional en la filmografía de Trier, desde Oslo, 31 de agosto hasta ahora. En particular, Reinsve habla de una escena en “Sentimental Value” donde su personaje colapsa emocionalmente, pero lo hace dentro de una actuación escénica de su personaje. “Fue terapéutico. Algo que siempre había querido soltar salió ahí, contenida dentro de otra representación.”
La honestidad artística como refugio
Para Skarsgård, el arte es una vía de escape, pero también un refugio. “Soy una persona bastante reservada”, confiesa. “Pero es increíble poder tener este arte donde puedes probar todo lo que no puedes hacer en la vida privada. Es como jugar de niño en una caja de arena. Tal vez sea evolutivo: imitar a los adultos para sobrevivir.”
Y quizás eso sea lo que hace tan humanas a las películas de Trier: su capacidad de no solo representar personajes, sino de habitarlos por completo. Renate lo resume mejor: “El ser humano tiende a polarizar, a querer respuestas definitivas. Pero la sabiduría está en aceptar la ambigüedad. En los rodajes de Joachim, se crea ese espacio donde todo puede suceder.”
Un cine que respira
“Tus películas respiran”, le dice un periodista a Trier. Y el director lo acepta con gratitud. “Es lo que siempre he querido hacer. Películas con espacio para que el espectador respire, piense, sienta.”
En tiempos donde el cine parece inclinarse por la sobreexplicación, Trier se atreve a ser sutil. “Sentimental Value” no ofrece respuestas ni moralejas claras. Ofrece una mirada honesta sobre relaciones fracturadas, oportunidades perdidas y amor incondicional que, aunque tarde, aún puede reconocerse. Y eso, tal vez, sea el gesto más radical en el cine contemporáneo.
Como dijo Skarsgård al terminar el rodaje, visiblemente emocionado: “Fue un sueño hecho realidad. No hay actores que prefieran guiones escritos desde la cabeza. Preferimos los que vienen del corazón.”
