California y el regreso de la impunidad: ¿Por qué los conductores ebrios siguen matando sin consecuencias?
El alarmante aumento de muertes por DUI y el fracaso legislativo que pone en peligro vidas
Masako Saenz perdió a su hijo de 5 años a manos de un conductor ebrio reincidente. Dos décadas después, fue ella quien murió, atropellada por otro conductor con un nivel de alcohol en sangre dos veces el límite legal. Su tragedia no es un caso aislado, sino parte de una tendencia alarmante que envuelve a California en una crisis de seguridad vial.
Una crisis creciente: estadísticas que alarman
Desde 2010, las muertes relacionadas con conductores bajo los efectos del alcohol en California han aumentado más del 50%. A nivel nacional, ese incremento ha sido del 19%, según datos de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA). Este repunte en el estado que una vez lideró la lucha contra la conducción ebria en los años 80 levanta preguntas urgentes: ¿qué estamos haciendo mal?
El patrón de la impunidad: conductores con múltiples DUIs
Uno de los aspectos más preocupantes es la habitualidad con la que se presenta este crimen. En California, hay individuos que acumulan hasta 16 DUIs sin enfrentar sanciones serias. Melanie Sandoval, por ejemplo, fue condenada 16 veces por manejar ebria y aún así estuvo a punto de recibir probation (libertad condicional) tras estrellarse contra otro vehículo en 2023.
En estados como Nebraska o Connecticut, una tercera o cuarta infracción podría equivaler a perder el privilegio de manejar permanentemente. Pero en California, una cuarta DUI solo se convierte en delito grave si hay lesiones, lo cual deja una puerta abierta a la reincidencia sin consecuencias reales.
Fallas sistémicas en tribunales y legislación
La tragedia de Sarah Villar ilustra la incoherencia del sistema: fue atropellada y asesinada en 2021 por un conductor reincidente que ya había sido condenado tres veces por DUI entre 2018 y 2020. Cada vez, recibió apenas unas semanas de cárcel. “Enterramos a mi hija con su vestido de novia”, dijo su padre Dave Villar. “¿Cuándo se convierte una persona así en un peligro para la sociedad?”
Casos como el de Sylvester Conway, quien evitó enfrentar la justicia durante años a pesar de múltiples arrestos, o de Ryan Nazaroff, cuyo padre y hermano murieron en incidentes separados por culpa de conductores ebrios, evidencian un sistema que no sabe —o no quiere—prevenir la tragedia.
Licencias restituidas a reincidentes
Otro aspecto alarmante es la facilidad con la que conductores reincidentes recuperan sus licencias. En California, incluso un conductor con seis DUIs puede volver a manejar tres años después de la tercera condena. En contraste, en Connecticut, es una revocación permanente.
Esto significa que individuos que ya han demostrado ser peligrosos vuelven a las calles como si nada hubiera pasado, muchas veces acumulando más infracciones.
Cuando matar no es violencia: una falla en la ley
En California, matar a alguien bajo los efectos del alcohol no constituye un delito violento. Así, un conductor podría enfrentar menos tiempo en la cárcel por matar a una persona que por herirla gravemente. Esta anomalía ha dejado atónitos a fiscales y familias de las víctimas.
“El conductor que mató a mi papá probablemente servirá solo una fracción de su sentencia de 10 años”, dijo Nazaroff. Y es que bajo la ley estatal, una felonía menor como el homicidio por DUI permite la libertad tras un tercio de la condena, comparado con dos tercios para crímenes violentos.
Ignition Interlock Devices: la tecnología ignorada
En más de 30 estados de EE.UU., se utiliza de forma obligatoria un dispositivo llamado Ignition Interlock Device (IID), un alcoholímetro instalado en el auto que impide que arranque si detecta alcohol en el aliento del conductor. En 2023, California evitó más de 30,500 intentos de conducir bajo los efectos gracias a estos dispositivos. Sin embargo, su implementación es limitada y opcional.
Un informe del DMV de 2023 revela que en más de una docena de condados, se ordenó el uso del IID en menos del 10% de los casos con segunda condena por DUI. Esto a pesar de que hay una ley estatal que obliga a su instalación en reincidentes.
“Es una vergüenza. ¿Cuántas muertes podrían haberse evitado?”, exclamó el exsenador estatal Jerry Hill, autor de la legislación inicial sobre IIDs.
Falta de voluntad política
Los esfuerzos por endurecer las sanciones han fracasado una y otra vez. En 2023, una propuesta de ley que buscaba modificar el uso obligatorio de los IIDs para todos los condenados por DUI fue desmantelada en el Congreso estatal. El DMV alegó falta de recursos como principal motivo para oponerse.
Es más, la mayoría de los choques mortales en California relacionados con DUI involucran a conductores que ya tenían antecedentes. Pero aun con esa estadística, muchas propuestas que endurecen las sanciones mueren en oficinas legislativas por miedo a “afectar a los conductores.”
Es momento de actuar
Conductores ebrios reincidentes matan. Lo hacen hoy y lo harán mañana si no se toman medidas serias. Historias como las de Masako Saenz, Sarah Villar, Ryan Nazaroff, y Kevin Bohnstedt no deberían repetirse. No es solo dolor personal, es responsabilidad social.
Si el Estado sabe que estos patrones existen y permite que continúen, ¿no se convierte en cómplice?
¿Qué puede hacer California para cambiar?
- Elevar la gravedad legal de los DUIs que implican muerte a delitos violentos.
- Fijar el uso obligatorio de IIDs desde la primera condena.
- Revocar licencias de conducir tras tercera DUI sin posibilidad de restitución hasta cumplimiento de condena estricta.
- Crear bancos de datos compartidos entre condados para que las sentencias sean consistentes.
- Llevar un monitoreo activo de reincidentes a través de programas similares al de violencia doméstica o agresores sexuales.
La sangre en las calles no debería ser el precio de una burocracia complaciente ni de un poder legislativo indiferente. El Estado tiene la herramienta, el conocimiento y la responsabilidad para actuar.
¿Qué estamos esperando?
