¿Debemos pagar por disfrutar la naturaleza? Vermont planea licencias para senderistas, kayakistas y observadores de aves
El Departamento de Pesca y Vida Silvestre busca una reestructura financiera para enfrentar décadas de desafíos presupuestarios y ampliar la responsabilidad de financiamiento a todos los usuarios de sus tierras
Un nuevo modelo para un nuevo tiempo
Durante más de un siglo, la conservación de la vida silvestre en Vermont ha sido financiada casi exclusivamente por los cazadores, pescadores y tramperos. Sin embargo, ante la drástica caída en la venta de licencias y el aumento de los costos operativos, surge una pregunta clave: ¿es justo que solo ellos paguen por espacios que son utilizados por senderistas, kayakistas, ciclistas y observadores de aves?
El Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Vermont (DFWV, por sus siglas en inglés) ha presentado una posible solución innovadora: la creación de una nueva licencia de acceso público obligatoria para quienes usen las wildlife management areas (WMAs) y puntos de acceso al agua.
Una crisis financiera que lleva años gestándose
Con un presupuesto de más de $31 millones anuales, el DFWV ha luchado por mantener el equilibrio fiscal. Este sistema depende en partes iguales de:
- Financiamiento federal
- El fondo general del estado
- Ingresos propios (licencias, ventas de madera y registros de embarcaciones)
Sin embargo, la proporción que representan las licencias de caza y pesca se ha reducido considerablemente en las últimas décadas. En parte, porque la popularidad de las licencias de por vida —regaladas a bebés o compradas como donaciones familiares— ha aumentado. Como resultado, se reduce el número de personas que pagan todos los años.
Una muestra: uno de cada cinco niños nacidos en Vermont posee una licencia vitalicia, lo que significa cero ingresos anuales recurrentes por su parte.
Más especies, más territorio, más trabajo
El enfoque tradicional del departamento, limitado a especies como ciervos, pavos y truchas, ha evolucionado hacia una misión más ambiciosa: conservar más de 45,000 especies en todo Vermont. Esto incluye pastizales, bosques, zonas húmedas y cuerpos de agua, tanto públicos como privados.
“Hay mucho más trabajo de conservación y no tenemos suficientes personas pagando para sostenerlo”, dijo Andrea Shortsleeve, directora de operaciones del departamento.
Propuesta: Licencia de Acceso Público (Public Access License)
Se trataría de una licencia obligatoria para quienes usen tierras gestionadas por Pesca y Vida Silvestre, sin importar si cazan, pescan o no. Esto incluiría actividades recreativas como:
- Senderismo
- Observación de aves
- Ciclismo de montaña
- Kayakismo
- Fotografía de naturaleza
Estados como Montana ya tienen experiencias similares. En 2023, implementaron una licencia de conservación que se exige para ingresar a muchos terrenos públicos.
El comisionado del departamento, Jason Batchelder, propone una tarifa de $5 por día o $20 por año para esta nueva licencia en Vermont. El objetivo es implementarla en enero de 2027, tras un proceso reglamentario que comenzará en 2026.
¿Quién se beneficia de la conservación?
“Las personas que están llegando a Vermont —sin generalizar— son probablemente esquiadores, ciclistas de montaña y excursionistas. Puede que no tengan una licencia de pesca o caza, pero están usando nuestras tierras”, señaló Batchelder.
Y es cierto. Vermont posee más de 130,000 acres en 105 áreas de manejo de fauna, y 200 sitios de acceso pesquero. Todo esto es utilizado, mantenido y protegido por el DFWV gracias al esfuerzo de unos pocos miles de cazadores y pescadores.
Según Mike Covey, director ejecutivo de Vermont Traditions Coalition, “el trabajo del departamento beneficia al público en general. Es razonable que dicho público también contribuya”.
¿Una propuesta regresiva o necesaria?
La medida ha generado debate. Algunos grupos consideran que cobrar por el acceso recreativo a la naturaleza pública puede ser excluyente para los sectores más vulnerables. Otros opinan que es una forma justa de expandir la responsabilidad.
La senadora estatal Anne Watson reconoció que, aunque aún no se pronuncia al respecto, la idea “refleja de manera más precisa el alcance de las funciones del departamento, que ya no puede ser financiado solo por sus fuentes históricas”.
Un dato crucial: el 95% del dinero recolectado mediante el habitat stamp —un programa de donaciones voluntarias lanzado hace 10 años— proviene de quienes ya pagan licencias. En 2024, recaudaron más de $205,000. Con una nueva licencia recreativa, esos montos podrían crecer sustancialmente.
Un precedente nacional y un momento oportuno
Vermont se uniría a una tendencia nacional. En estados como Colorado, Carolina del Norte o Utah, existen tarifas o licencias similares para financiar la conservación natural y el acceso responsable a tierras públicas.
Además, la recaudación adicional permitiría modernizar infraestructuras vitales: desde actualización de criaderos de peces hasta mantenimiento de áreas de lanzamiento de embarcaciones, vigilancia y administración de senderos.
El contexto no podría ser más oportuno: los recortes federales ya están afectando a todos los departamentos estatales, y los costos por inflación —en vehículos, seguros médicos, alquileres— se incrementan año con año.
Inversiones más inteligentes y licencias más flexibles
Como parte del rediseño financiero, también se planea introducir una licencia de 365 días para pesca y caza (en lugar de una válida únicamente dentro del año calendario). Así, alguien que la compre en septiembre no pierde meses de cobertura.
Otra medida será una revisión profundas de gastos con ayuda de empresas consultoras. Una de ellas liderará un estudio de modernización de la cultura piscícola del estado, orientado a mejorar la eficiencia en hatcheries de Vermont.
¿Un modelo para el futuro de la conservación?
El movimiento que lidera Vermont no solo busca resolver un problema financiero. También plantea una pregunta provocadora sobre cómo financiamos el bienestar ambiental en un momento de transformación ecológica y demográfica.
¿Podemos seguir confiando exclusivamente en cazadores y pescadores para sostener la biodiversidad de nuestros bosques? ¿O ha llegado el momento de reconocer, con responsabilidad y equidad, que todos somos parte del sistema?
Como señaló Batchelder: “Esta licencia podría llegar justo en el momento ideal”.