El nuevo rostro de McCook: de centro de reinserción a prisión migratoria

La transformación de un centro estatal en Nebraska plantea preguntas sobre derechos, sobrepoblación y el rumbo de la política migratoria en EE. UU.

Por décadas, el Centro de Ética Laboral de McCook en Nebraska fue visto como ejemplo de rehabilitación y reinserción. Ahora, ese lugar es símbolo del endurecimiento de la política migratoria en Estados Unidos.

De modelo de reinserción a herramienta migratoria

Ubicado en una localidad remota del suroeste de Nebraska, el McCook Work Ethic Camp fue durante años un centro penitenciario de mínima seguridad que alojaba a unos 180 reclusos por delitos menores, quienes participaban en programas laborales, educativos y de tratamiento. Se trataba de una rareza efectiva en el sistema penal estadounidense, elogiado incluso por líderes estatales por ayudar a reducir la reincidencia criminal.

Pero a inicios de noviembre de 2025, el gobernador republicano Jim Pillen anunció que el centro había sido reconfigurado como centro federal de detención migratoria. Para el 23 de noviembre, el lugar ya albergaba entre 50 y 60 inmigrantes detenidos, y se espera alcanzar su capacidad completa de 200 detenidos para el Día de Acción de Gracias.

Además, se ha anunciado una segunda fase del proyecto que ampliará 100 camas adicionales, llevando el total a 300, una expansión que estará lista a comienzos del próximo año.

El “Cornhusker Clink”: un cambio con sabor a política

Este nuevo centro es parte de una red de centros migratorios bautizados con nombres irónicos, como “Deportation Depot” en Florida o “Speedway Slammer” en Indiana. McCook no fue la excepción: su nuevo nombre no oficial es “Cornhusker Clink”, una mezcla entre el apodo del estado (Cornhusker State) y “Clink”, jerga para cárcel.

Este cambio forma parte de una política migratoria más agresiva impulsada por los sectores duros del Partido Republicano, muchos de los cuales piden mano dura y expansión de la detención como herramienta para disuadir la inmigración irregular.

¿Qué pasó con los reclusos anteriores?

La transformación del centro obligó al traslado de los antiguos internos. Algunos fueron liberados bajo palabra o puestos en libertad condicional. Pero más de 100 fueron enviados a centros de corrección comunitarios en Omaha y Lincoln, y el resto, a otras prisiones estatales.

Este movimiento ha generado preocupación entre expertos penales y activistas por el delicado equilibrio del sistema penitenciario en Nebraska, que ya figura como uno de los más superpoblados y más castigados por la escasez de personal en todo el país.

El contexto: una detención migratoria en expansión

Según datos de TRAC, para mediados de septiembre de 2025, casi 60,000 personas estaban detenidas por las autoridades migratorias en EE. UU., un aumento del 51% desde enero del mismo año. Lo más destacado: el 70% de estos detenidos no tenían antecedentes penales.

La mayoría son personas a la espera de audiencias de asilo, o bien, de deportación. Muchos tienen violaciones menores (como faltas de tránsito) o simplemente fueron sorprendidos en cruces fronterizos. Sin embargo, ahora podrían ser trasladados a lugares como el nuevo centro en McCook.

¿Una decisión unilateral?

Una de las principales polémicas gira en torno a cómo se tomó la decisión. Legisladores estatales y residentes de McCook acusan al gobernador Jim Pillen de actuar sin consultar al congreso estatal ni a la comunidad local.

Por ello, la exsenadora DiAnna Schimek y trece residentes más presentaron una demanda contra el gobernador y el director del sistema penitenciario estatal. Alegan que, según la constitución de Nebraska, solo la Legislatura tiene la potestad de cambiar el uso de edificios públicos estatales. La demanda fue promovida por el grupo de defensa legal sin fines de lucro Nebraska Appleseed.

Aunque se solicitó una orden judicial temporal para suspender la transición del centro, un juez rechazó dicha petición. No obstante, también negó la solicitud del gobernador de desechar la demanda, lo cual significa que el caso sigue su curso legal.

La tensión entre reforma penal y política migratoria

El cambio de uso del centro en McCook plantea un conflicto central entre dos agendas que, aunque comparten espacios físicos, tienen objetivos profundamente distintos:

  • La reforma penal, que busca reducir penas por crímenes menores, reforzar la reinserción y minimizar la reincidencia.
  • La política migratoria actual, que apuesta por mayor detención, expulsión más rápida y lugares adicionales para encerrar a migrantes.

Muchos defensores de la reforma penal argumentan que convertir cárceles en centros migratorios es un paso atrás. La prisión de McCook, por ejemplo, era referente en programas laborales, donde algunos internos trabajaban en oficinas municipales, escuelas y parques.

“Este lugar era un modelo de lo que funciona. ¿Vamos a sacrificar eso por una política migratoria que criminaliza la migración en lugar de gestionarla?”, se pregunta un activista de derechos civiles en la región.

Un debate que se extiende a nivel nacional

La controversia en McCook es solo una de las múltiples disputas que reflejan el debate sobre el futuro de la migración en Estados Unidos. Nebraska, un estado rural de mayoría conservadora, se ha convertido así en terreno de batalla simbólico.

Este fenómeno no es exclusivo. Desde Arizona hasta Luisiana, varios centros estatales o privados han sido reconvertidos en centros de detención migratoria. Muchos líderes locales denuncian la falta de transparencia y el impacto sobre comunidades pequeñas sin capacidad logística para manejar estos cambios.

Humanidad vs. ley: el dilema persistente

Una de las críticas más ferozmente dirigidas a los nuevos centros de detención es el hecho de que la mayoría de los detenidos no son criminales peligrosos, sino solicitantes de asilo y migrantes económicos sin registros penales. En algunos casos, ni siquiera enfrentan cargos formales.

“Pensamos que Nebraska tenía otro enfoque. No esperaba que nuestra ciudad terminara apoyando una política racista de encarcelamiento masivo”, dijo otra residente de McCook durante una protesta frente al antiguo centro penitenciario.

Reportes independientes han documentado condiciones problemáticas en antiguas instalaciones migratorias, incluyendo falta de atención médica, hacinamiento y abusos. Una preocupación que ahora se traslada a este nuevo centro en medio de las planicies de Nebraska.

¿Hacia dónde va el modelo McCook?

El futuro del centro migratorio en McCook dependerá en gran parte del desarrollo legal de la demanda interpuesta, de la continuidad o no del acuerdo entre Nebraska y el Departamento de Seguridad Nacional, y del resultado de las elecciones presidenciales de 2026.

Pero más allá del litigio, McCook es ya ejemplo del modo en que la infraestructura institucional puede ser reorientada rápidamente para nuevos fines políticos. Donde antes hubo reinserción, hoy hay detención. Donde antes hubo programas educativos, ahora hay incertidumbre.

Este giro abrupto deja preguntas abiertas: ¿Puede una comunidad pequeña absorber los impactos éticos y operativos de un cambio tan radical? ¿Podremos mantener un sistema penitenciario balanceado mientras lo usamos para fines migratorios? ¿Dónde queda el límite entre legalidad y humanidad?

Nebraska ofrecía una alternativa promisoria. Convertirla en otro eslabón del sistema migratorio punitivo puede traer consecuencias profundas y duraderas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press