Kalmaegi y Fong-Wong: La furia de los tifones en Asia y el futuro inquietante del clima
Dos potentes tifones azotan el sudeste asiático mientras los expertos advierten que el cambio climático puede intensificar estas tormentas en los próximos años.
El despertar de los tifones: Kalmaegi y Fong-Wong
En una intensa semana de eventos meteorológicos, el archipiélago filipino fue golpeado por el tifón Kalmaegi, una de las tormentas más letales del año, que ha dejado al menos 114 muertos, numerosos desaparecidos y una devastación que se extiende desde las zonas costeras hasta provincias del interior. Justo antes de que las labores de rescate y reconstrucción puedan establecerse, un segundo tifón, Fong-Wong, se dirige hacia Filipinas, con la amenaza de escalar a una tormenta mayor al tocar tierra el domingo.
La combinación de estos dos ciclones ha encendido las alarmas en toda la región del sudeste asiático. Vietnam, el vecino afectado por Kalmaegi inmediatamente después de Filipinas, también se ha visto expuesto a fuertes lluvias y vientos que han causado desplazamientos masivos.
¿Qué es un tifón exactamente?
El término "tifón" puede generar confusión, por lo que conviene aclarar: los tifones, huracanes y ciclones tropicales son fenómenos meteorológicos de la misma naturaleza —tormentas ciclónicas tropicales— pero reciben nombres diferentes en función de la región del mundo donde se desarrollan.
- Huracán: Atlántico, Caribe, Pacífico central y noreste.
- Tifón: Pacífico noroeste — como en el caso de Kalmaegi.
- Ciclón: Bahía de Bengala, Mar Arábigo.
Un sistema se clasifica como ciclón tropical cuando alcanza los 63 km/h (39 mph), y se convierte en tifón al superar los 119 km/h (74 mph). Hay cinco categorías según su intensidad, siendo la categoría 5 la más peligrosa, con vientos superiores a los 249 km/h.
Kalmaegi: una bestia de categoría 4
Kalmaegi alcanzó vientos máximos de 213 km/h (132 mph), situándose como el cuarto tifón más fuerte del año en el Pacífico noroeste. Filipinas, un país que se enfrenta a una media de 20 tormentas anuales, vio cómo este tifón caía sobre su territorio con una fuerza devastadora, generando deslizamientos de tierra masivos, cortes de electricidad y desplazamientos forzados de miles de familias.
El Consejo Nacional de Gestión y Reducción del Riesgo de Desastres de Filipinas informó que más de 400,000 personas han tenido que abandonar sus hogares. En la ciudad costera de Talisay, en la provincia de Cebú, las escenas eran apocalípticas: techos arrancados, calles inundadas y casas reducidas a escombros.
La ciencia detrás del caos: el papel del MJO
Una de las claves detrás del surgimiento casi simultáneo de Kalmaegi y Fong-Wong es un fenómeno atmosférico conocido como Oscilación de Madden-Julian (MJO). Esta oscilación tropical origina nubosidad intensa y lluvias cuando se ubica en una determinada región. En este caso, se desplazó desde el Océano Índico hacia el Pacífico, generando las condiciones ideales para la formación de ciclones.
La profesora Kristen Corbosiero de la Universidad de Albany explicó que "el MJO actúa como una chispa que enciende la formación de tormentas en una atmósfera ya cálida y húmeda". Se espera que este patrón atmosférico continúe su ciclo alrededor del planeta y active nuevas formaciones ciclónicas en el Atlántico en una o dos semanas.
¿Cambio climático? El contexto más amplio
Los expertos concuerdan cada vez más en que el cambio climático está intensificando estos fenómenos. Según la Organización Meteorológica Mundial, las aguas oceánicas más cálidas proporcionan mayor energía a las tormentas, lo que hace que estas sean más intensas, más lluviosas y, en muchos casos, más duraderas.
“Si el clima sigue cambiando al ritmo que vamos, es muy posible que dentro de unas décadas los Juegos Olímpicos de Invierno dejen de ser viables”, dijo Alfredo Accatino, director artístico de los Juegos Milán-Cortina 2026, uniéndose a la ola de preocupación que vincula clima con eventos globales.
El caso de Kalmaegi es ilustrativo: aunque aún estamos dentro del promedio de tormentas (27 en un año típico en el Pacífico noroeste), la fuerza acumulada de los sistemas tropicales combinados este año ha sido un 38% inferior al promedio histórico — pero cuando golpean, lo hacen con mucha mayor intensidad.
¿Por qué Filipinas y Vietnam son tan vulnerables?
La ubicación geográfica de Filipinas lo convierte en un blanco constante de ciclones. Ubicado en el corredor de tifones del Pacífico, el país recibe un torrente de tormentas entre junio y noviembre, con picos típicos en agosto y septiembre.
Vietnam también entra en la zona de afectación, especialmente entre septiembre y noviembre. Históricamente, cada año entre 5 y 10 tifones tocan tierra en Vietnam. En años con fuertes monzones o MJO activas, esta cifra puede aumentar.
Por ejemplo, en 2020, el país fue golpeado por al menos 12 tormentas durante el segundo semestre del año. El gobierno vietnamita ha invertido en sistemas de arraigo de viviendas y simulacros de evacuación constantes, pero el cambio climático pone a prueba estos sistemas año tras año.
Fong-Wong en el horizonte: ¿Más de lo mismo?
Mientras las autoridades luchan por atender los daños de Kalmaegi, el tifón Fong-Wong se cierne con fuerza amenazante. Se espera que impacte Filipinas con vientos de hasta 160 km/h y lluvias torrenciales.
Los pronósticos indican que podría alcanzar la categoría 3 en la escala de tifones antes de tocar tierra, afectando regiones que ya están saturadas de agua y con infraestructuras debilitadas por el primer tifón.
Lo que viene: preparación, conciencia y resiliencia
En Filipinas, el gobierno continúa con sus esfuerzos de evacuación y distribución de ayuda humanitaria. Equipos de rescate trabajan contraturno para rescatar a personas atrapadas, y los refugios comienzan a llenarse más allá de su capacidad.
Naciones Unidas y organizaciones como la Cruz Roja Internacional han desplegado asistencia logística y de emergencia. Al mismo tiempo, las escuelas han sido cerradas y se han habilitado centros comunitarios como puntos de acopio y refugio.
Vietnam, con la experiencia del primer golpe, ha emitido alertas a lo largo de su costa central y ha comenzado evacuaciones preventivas. La respuesta, aunque eficiente, estará comprometida si Fong-Wong golpea con toda su fuerza prevista.
La nueva normalidad climática
Lo que está pasando en Asia es ejemplo de lo que podría comenzar a suceder en otras regiones del mundo, si el descontrol climático no se atiende con urgencia. Las tormentas de alta intensidad no son eventos excepcionales, sino parte de una nueva normalidad.
“Los desastres naturales ya no tienen ese carácter de ‘sorpresa’ de antes. Ahora lo que sorprende es que no estemos listos para ellos”, comentó un funcionario de la ONU en Manila tras la llegada de Kalmaegi.
La combinación de sistemas atmosféricos naturales como el MJO y un planeta más cálido crea una receta perfecta para tifones más letales. La necesidad de fortalecer infraestructuras, mejorar planes de evacuación y cooperar multinacionalmente nunca fue tan urgente.
Mientras el mundo observa estos eventos con preocupación, queda una lección clara: los fenómenos meteorológicos extremos no son el futuro, son el presente.
