Beneficios de SNAP en la cuerda floja: millones de familias estadounidenses enfrentan incertidumbre por parálisis del gobierno
Los retrasos causados por la disputa legal en torno al cierre del gobierno de EE. UU. ponen en riesgo la alimentación de casi 42 millones de personas que dependen del programa SNAP
Una crisis alimentaria silenciosa: ¿qué es SNAP y por qué está en peligro?
Mientras los titulares se centran en debates legislativos y pugnas partidistas en Washington, millones de personas en Estados Unidos enfrentan una amenaza mucho más inmediata y grave: el hambre. El Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), anteriormente conocido como ‘cupones de alimentos’, proporciona asistencia mensual a casi 42 millones de ciudadanos estadounidenses, ayudándoles a comprar comida básica en supermercados o mercados agrícolas.
Según el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA), una persona puede recibir hasta $300 al mes, mientras que una familia de cuatro puede acceder a casi $1,000 mensuales, dependiendo de sus ingresos. La mayoría de los beneficiarios viven por debajo del umbral de pobreza, definido en unos $32,000 anuales para una familia de cuatro. Estos fondos no son un lujo, son esenciales para la supervivencia diaria.
El detonante: cierre gubernamental y lucha judicial
La crisis se intensificó cuando la administración Trump anunció en octubre que no financiaría los beneficios SNAP de noviembre debido al cierre prolongado del gobierno federal. Esto generó una ola de incertidumbre para el 12% de la población del país que depende del programa.
Tras semanas de demandas judiciales, un juez federal ordenó al gobierno distribuir los fondos completos de manera inmediata. Algunos estados respondieron ágilmente, como Hawái, Oregón y Wisconsin, cuyos proveedores de tarjetas EBT comenzaron a emitir pagos el día siguiente. Sin embargo, en un giro dramático, la jueza Ketanji Brown Jackson de la Corte Suprema suspendió temporalmente la orden judicial, alegando la necesidad de tiempo adicional para una apelación.
Impacto inmediato: bancos de alimentos saturados y filas interminables
Las consecuencias se sintieron de inmediato. Muchas familias, al no recibir su pago habitual de SNAP, se volcaron sobre los bancos de comida. En Filadelfia, el programa Mitzvah Food repartió alimentos de emergencia, viendo cuadruplicada su demanda habitual.
Según Feeding America, la red nacional de bancos de alimentos, al menos 1 de cada 6 hogares con niños experimentó inseguridad alimentaria grave en la primera semana de noviembre. Varios estados, como Pensilvania y Nueva Jersey, usaron fondos estatales para entregar apoyos directos o ampliar las operaciones de estos bancos.
Desigualdad geográfica: ¿quién recibe y quién espera?
La rapidez con la que los beneficios llegaron a los hogares dependió en gran medida del estado en el que viven. Mientras que en Oregón los técnicos estatales “trabajaron toda la noche para emitir los pagos”, como confirmó la gobernadora Tina Kotek, otros estados todavía esperaban nuevas instrucciones del USDA.
- Pagos procesados rápidamente: Hawái, Oregón, Wisconsin, California, Washington, Kansas, Nueva Jersey y Pensilvania.
- Pagos pendientes o parcialmente emitidos: Colorado, Massachusetts, Nueva York, Nuevo Hampshire, Arizona, Connecticut y Minnesota.
En Washington, por ejemplo, más de 250,000 hogares recibieron su pago completo el viernes tras la orden judicial. Pero las autoridades estatales advierten que si la Corte Suprema bloquea de forma definitiva la orden, los pagos futuros volverían a estar en peligro.
El fondo de emergencia no fue suficiente
La administración Trump argumentó que podría usar un fondo de emergencia de más de $4,600 millones para emitir beneficios parciales en noviembre. Pero un juez determinó que no bastaba con una ayuda reducida y ordenó utilizar líneas adicionales de financiamiento para cubrir el monto total.
En su apelación, los abogados del gobierno alegaron que “no hay un mecanismo disponible para recuperar los fondos ya distribuidos”, dando a entender que cualquier mal manejo de los recursos podría ser irreversible. Esta postura fue la base para que la jueza Jackson suspendiera brevemente los pagos ordenados.
¿Cómo se sienten las familias afectadas?
“Es humillante debería elegir entre pagar la renta o alimentar a mi hija”, dijo Gloria Hernández, madre soltera de Arizona, entrevistada por NBC News. En estados sin respuesta inmediata, las filas para recibir alimentos gratuitos se extendieron por cuadras, como en Chicago y Houston.
70% de los hogares receptores de SNAP tienen niños; el 25% incluye adultos mayores. El impacto no es solo físico, sino emocional. La incertidumbre sobre si podrán comer la próxima semana causa ansiedad y estrés crónico.
Una solución provisional
Algunos senadores moderados encabezados por la demócrata Jeanne Shaheen han tratado de romper la parálisis con propuestas intermedias. Una de ellas consiste en reabrir el gobierno parcialmente para liberar fondos a programas prioritarios como SNAP y continuar las negociaciones sobre los subsidios de salud del Obamacare.
Pero aún no es suficiente. Como afirmó el senador Bernie Sanders, “es inaceptable hacer que millones paguen el precio de políticas mezquinas. ¡No podemos rendirnos!”
¿Qué hay detrás de esta politización del hambre?
SNAP históricamente ha contado con el respaldo bipartidista, pero en los últimos años ha sido objeto de ataque por una facción política que lo considera un programa "anti-trabajo". Durante el mandato de Trump, el USDA propuso múltiples recortes, justificándolo en la necesidad de reducir el presupuesto federal.
Expertos como Diane Whitmore Schanzenbach, economista de Northwestern University, advierten que “cada dólar invertido en SNAP se traduce en un retorno superior en salud pública, rendimiento escolar y dinamismo económico en comunidades vulnerables.”
La economía también lo siente
Lo que muchos no comprenden es que los beneficios SNAP no solo ayudan individualmente, sino que representan una inyección económica significativa. El 80% de los fondos de SNAP son gastados dentro de los primeros nueve días tras ser emitidos. Comercios minoristas, pequeños supermercados y mercados locales sienten el bajón inmediato cuando el dinero no llega.
La National Grocers Association estimó que el retraso en los beneficios causó una caída de hasta el 12% en ventas en tiendas comunitarias durante la primera semana de noviembre.
Más allá de noviembre: ¿qué nos espera?
Mientras las cortes definen el futuro inmediato y el Congreso sigue en impase, el riesgo de que esta situación se repita está latente. Si el gobierno continúa paralizado o si las decisiones administrativas priorizan el litigio por encima del bienestar ciudadano, millones seguirán enfrentando inseguridad alimentaria injustamente.
La crisis de SNAP no trata solo de una línea presupuestaria más. Es un espejo que refleja las prioridades y grietas de una nación cuya riqueza contrasta profundamente con el número de estómagos vacíos. Los niños, ancianos, personas con discapacidad y trabajadores pobres no pueden ni deben pagar el precio de disputas ideológicas.
