El As bajo la manga de Trump: Política exterior, cenas económicas y vendettas judiciales
Una mirada crítica al uso de la narrativa y el poder presidencial por parte de Donald Trump durante su nuevo mandato en 2025
Donald Trump, de nuevo en el ojo del huracán
El reciente regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha devuelto el drama político a los titulares globales. Esta vez, desde su plataforma Truth Social, ha desatado una nueva controversia al declarar que ningún funcionario del gobierno de EE.UU. asistirá a la Cumbre del G20 en Sudáfrica. ¿La razón? Según Trump, el país africano ha cometido graves abusos contra granjeros blancos, específicamente los afrikaners.
Esto marca solo una de las tantas maniobras con las que el expresidente ha iniciado su nuevo mandato. Desde boicots diplomáticos hasta afirmaciones dudosas sobre el costo de la cena de Acción de Gracias o alegaciones de persecución política contra fiscales críticos de su administración, la estrategia es clara: mantener la atención mediática, fortalecer su base y desestabilizar a sus críticos. Analicemos estos movimientos desde una perspectiva crítica.
G20 y Sudáfrica: ¿Un boicot simbólico o tensión geopolítica disfrazada?
Trump ha declarado que no solo él no asistiría a la Cumbre del G20 en Sudáfrica, sino que tampoco lo haría el vicepresidente JD Vance, quien estaba programado para representarlo. Citando "abusos" contra granjeros blancos y confiscaciones de tierras, el anuncio activó una ola de reacciones tanto dentro como fuera de EE.UU.
La narrativa no es nueva. Durante su primer mandato, Trump mostró simpatía por la minoría blanca sudafricana y cuestionó abiertamente las políticas de redistribución de tierras posapartheid. La evidencia, sin embargo, es mixta. Si bien hay casos verificados de violencia rural, los datos del gobierno sudafricano muestran que los granjeros blancos aún tienen un nivel de vida sustancialmente más alto que el promedio de la población, lo cual evidencia que no existe una política sistemática de persecución como sugiere Trump.
El presidente Cyril Ramaphosa ha calificado estas alegaciones como “completamente falsas” y ha acusado a Trump de difundir desinformación. ¿Podría este boicot ser simplemente un acto simbólico orientado a fortalecer el discurso de victimismo blanco tan recurrente entre ciertas bases conservadoras en EE.UU.? Todo indica que sí.
Acción de Gracias y el marketing de los supermercados: ¿una reducción de precios real o un espejismo?
Otra de las afirmaciones sorprendentes de Trump en su reciente rueda de prensa con el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, fue que el costo de la cena de Acción de Gracias bajó un 25% en 2025. Citó a Walmart como fuente. Pero en los detalles está el truco.
El supuesto "ahorro" se basa en un menú simplificado: 15 artículos en lugar de los 29 ofrecidos en años anteriores. Según Walmart, el paquete alimenticio de este año cuesta menos de $40 para alimentar a 10 personas (~$4 por cabeza), frente a los $56 por ocho personas en 2024 (~$7 por cabeza). Sin embargo, muchos elementos clásicos como el pay de nuez, malvaviscos, camote y panecillos hawaianos han desaparecido o sido reemplazados por versiones más baratas.
David Anderson, economista ganadero en Texas A&M University, fue claro: "No estamos comparando manzanas con manzanas". Y tiene razón. Además, informes del American Farm Bureau Federation y Wells Fargo indican que, aunque ha habido una ligera caída en el precio general, el pavo puede costar hasta un 25% más este año dependiendo del proveedor. Contradictoriamente, minoristas como Schnucks, Lidl y Aldi también han lanzado ofertas agresivas, pero estas tampoco son equiparables con las de 2024 en términos de calidad y cantidad.
La realidad es que Trump ha usado un pequeño recurso de marketing para argumentar una mejora económica inexistente, cuando en realidad se trata de un paquete alimenticio distinto. Un engaño bien presentado.
Letitia James y el patrón de persecución: el uso del sistema judicial como herramienta política
El caso de la Fiscal General de Nueva York, Letitia James, añade una tercera capa inquietante al actual panorama. Acusada de fraude hipotecario por comprar una casa modesta en Virginia, James ha calificado el caso como una “persecución política” basada en su enfrentamiento legal con Trump.
En 2022, James demandó con éxito a Trump y obtuvo una sentencia que encontró al entonces expresidente culpable de inflar el valor de sus activos ante entidades bancarias. Aunque una apelación redujo la multa, el fallo por fraude fue respaldado. Desde entonces, Trump ha lanzado ataques personales contra ella en redes sociales, calificándola de “monstruo”, “criminal” y “escoria”.
El equipo legal de James sostiene que su caso fue incentivado por un Trump “obsesionado con el castigo”. Incluso apuntan que el fiscal que la imputó fue designado rápidamente por la Casa Blanca tras el retiro del fiscal que se había negado a seguir con la denuncia. Esta táctica es reflejo del patrón de otros aliados y críticos del expresidente, como el exdirector del FBI, James Comey, quien también ha denunciado persecución política.
Este comportamiento pone en evidencia un uso del aparato judicial no como vehículo de justicia, sino como arma de represalia. Es un fenómeno grave, que erosiona los cimientos democráticos y convierte la justicia en un espectáculo de vendettas personales.
¿Qué nos dice todo esto del estilo de gobierno de Trump en 2025?
- Narrativa antes que hechos: Trump privilegia historias simbólicas sobre datos duros. Ya sea la supuesta discriminación racial inversa en Sudáfrica o cenas más baratas por arte de magia, el contenido emocional es protagonista.
- Boicots como declaraciones de poder: Retirarse del G20 no afecta directamente a EE.UU., pero le permite a Trump redibujar líneas ideológicas: los "buenos conservadores" contra los "progresistas globalistas".
- Judicialización del enemigo político: Casos como el de Letitia James revelan una normalización del enfrentamiento institucional en términos personales. Una estrategia que ha sido constante desde su primer mandato.
Como bien indicaba The Economist el año pasado, “la estrategia trumpista está menos interesada en la administración que en el espectáculo”. Y eso explica mucho.
Reflexión final: cronología de un poder desenfrenado
Donald Trump ha demostrado una vez más que también es un maestro de las narrativas, pero a un costo alto para las instituciones democráticas. Al enfrentar países aliados como Sudáfrica con retóricas incendiarias, al distorsionar datos económicos para aparentar mejoras artificiales y al promover juicios con motivación política, se valida una visión de poder sin límites ni responsabilidades.
La pregunta crucial no es solo qué hará Trump en el futuro, sino si Estados Unidos podrá resistir a esta constante tensión entre realidad y ficción presidencial. Hoy por hoy, el país camina sobre esa cuerda floja.
