La condena histórica de Bolsonaro y sus repercusiones políticas en América Latina
El expresidente brasileño enfrenta 27 años de prisión por intento de golpe tras las elecciones de 2022, y su caso marca un antes y un después para la democracia del continente
Un veredicto que sacude Brasil
El 27 de septiembre de 2023 marcará un hito en la historia reciente de Brasil. Ese día, el Supremo Tribunal Federal (STF) condenó al expresidente Jair Bolsonaro a una pena de 27 años y tres meses de prisión por intentar un golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022 frente al actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva. Desde agosto de ese año, Bolsonaro se encontraba bajo arresto domiciliario.
La reciente decisión judicial no se limitó a la sentencia inicial. El 10 de noviembre de 2025, la corte rechazó por unanimidad el recurso de apelación interpuesto por su defensa. El juez Alexandre de Moraes, relator del caso y pieza clave en el sistema judicial brasileño, declaró que los argumentos eran “inviables” y que no existían omisiones en el fallo original.
¿De qué se lo acusa exactamente?
Bolsonaro fue declarado culpable de tres delitos: intento de golpe de Estado, participación en una organización criminal armada y atentado violento contra el orden democrático. Estos protagonistas legales se centran en demostrar que, lejos de un acto aislado, hubo una planificación sistemática que puso en riesgo las instituciones democráticas del país.
Según los fiscales, Bolsonaro no solo fue consciente del complot, sino que participó activamente en su diseño. De hecho, una de las pruebas clave fue la elaboración de un “decreto de golpe” que habría permitido anular los comicios e instaurar un gobierno autoritario. A esto se suma la difusión de mentiras sistemáticas sobre el sistema eletrônico de votación, lo cual generó un ambiente de deslegitimación institucional.
La defensa de Bolsonaro
La estrategia legal del expresidente se centró en una premisa técnica: alegó que los cargos eran redundantes, es decir, que no podía ser condenado simultáneamente por organizar un golpe y por intentar abolir el Estado democrático, ya que ambos delitos —según argumentaron— se solapan. También apelaron al único voto disidente durante el juicio: el del juez Luiz Fux, quien opinó que Bolsonaro interrumpió deliberadamente el proceso golpista al final y, por lo tanto, no debía ser castigado con tanta severidad.
Sin embargo, Fux ya no forma parte del tribunal y su opinión no pesó en la nueva deliberación. Alexandre de Moraes fue tajante: “Se demostró que actuó libre y conscientemente para difundir falsedades y redactar un decreto de golpe”, sentenció.
Impacto en la política latinoamericana: ¿una advertencia para otros líderes?
Esta condena tiene un fuerte efecto simbólico y jurídico en la región. En muchas democracias latinoamericanas, los discursos populistas y antidemocráticos han encontrado terreno fértil durante la última década. Brasil, la mayor economía y uno de los países más influyentes de América Latina, da ahora un paso firme en el sentido contrario.
El mensaje es claro: no hay inmunidad para jefes de Estado que atenten contra el orden constitucional, incluso después de dejar el cargo. La pena impuesta y el rechazo del recurso también podrían marcar un precedente para otros países, como El Salvador o México, donde las tensiones entre el Poder Ejecutivo y el Judicial han sido tema de preocupación constante.
Relaciones exteriores y consecuencias internacionales
La sentencia de Bolsonaro ha tenido repercusiones que van más allá de las fronteras brasileñas. El expresidente estadounidense Donald Trump, que mantiene una estrecha relación política y discursiva con Bolsonaro, calificó el caso como una “cacería de brujas” y anunció aranceles del 50% a ciertos productos brasileños.
Esto llevó a un enfriamiento de las relaciones entre Washington y Brasilia, el peor desde la restauración democrática en Brasil en 1985. Sin embargo, la llegada de Lula al poder ha suavizado estos vínculos. Recientemente, ambos mandatarios se encontraron en Malasia durante la cumbre de la ASEAN y reafirmaron su compromiso con el multilateralismo.
¿Qué dice la sociedad brasileña?
La polarización sigue siendo una constante en Brasil. Sectores conservadores y bolsonaristas han protestado haciendo énfasis en un supuesto persecución política. En contraposición, analistas y organizaciones del ámbito jurídico aplauden la independencia del Supremo Tribunal Federal.
Una encuesta realizada en octubre de 2025 por el Instituto Datafolha reveló que un 58% de los brasileños aprueba la condena, mientras que un 32% la rechaza. El restante 10% prefirió no responder. Esto refleja cómo el país sigue dividido entre una visión institucional del Estado y otra más personalizada, en torno a figuras carismáticas.
La figura de Alexandre de Moraes: el juez del siglo XXI
El juez Alexandre de Moraes, protagonista del juicio y relator del caso, se ha convertido en una figura clave en la defensa del Estado de derecho en Brasil. Desde su nombramiento en 2017, ha estado involucrado en numerosos casos de alto perfil, incluyendo investigaciones contra las fake news relacionadas con el sistema electoral y actividades antidemocráticas dentro del Parlamento.
Para algunos, es un héroe institucional. Para otros, un símbolo de judicialización extrema de la política. Pero lo cierto es que su papel en el juicio contra Bolsonaro podría marcar un referente para otros tribunales constitucionales en América Latina.
Bolsonaro, ¿camino al martirio político?
El expresidente aún se encuentra en arresto domiciliario, a la espera de que su condena se haga firme con el rechazo de todos los recursos. Sin embargo, su entorno parece apostar a convertirlo en una especie de mártir político. Varios líderes de derecha en la región, como Javier Milei en Argentina y José Antonio Kast en Chile, han expresado su solidaridad con Bolsonaro, alertando sobre un supuesto avance del lawfare.
No obstante, la solidez de las pruebas, la transparencia del proceso y la contundencia de la decisión judicial hacen difícil sostener esa narrativa en el plano internacional.
El futuro político de Brasil: ¿post-bolsonarismo?
Con la figura de Bolsonaro fuera del juego político por al menos dos décadas, Brasil enfrenta un escenario nuevo. El Partido Liberal, al que pertenecía el expresidente, ha comenzado a buscar nuevos liderazgos, aunque sin la fuerza que tuvo en 2018. Lula, por su parte, busca consolidar un gobierno de unidad en medio de tensiones sociales y económicas.
El país se prepara para unas elecciones municipales en 2026 que servirán como termómetro del nuevo rumbo político. ¿Se mantendrá la línea democrática o resurgen los populismos autoritarios?
Mientras tanto, América Latina observa con atención. La condena de Bolsonaro no solo es un triunfo de la legalidad en Brasil: es una victoria institucional para toda la región.
