Poder, perdones y propaganda: El indulto de Darryl Strawberry y la política del espectáculo

Cómo la redención personal del ex jugador de béisbol se convierte en un nuevo acto dentro de la narrativa impulsada por Donald Trump

Una carrera legendaria empañada por demonios personales

Darryl Strawberry fue mucho más que una estrella del béisbol: fue uno de los íconos deportivos más importantes de los años 80. Con una estatura imponente, una potencia al bate temible y una agilidad poco común en jugadores de su tamaño, Strawberry parecía destinado al Salón de la Fama desde su impactante debut en 1983, cuando ganó el premio al Novato del Año de la Liga Nacional con los New York Mets.

Durante su carrera de 17 temporadas en las Grandes Ligas, acumuló 335 cuadrangulares, 1,000 carreras impulsadas y 221 bases robadas. Ocho veces elegido al Juego de Estrellas y campeón de Serie Mundial con los Mets en 1986 y los Yankees en 1996, 1998 y 1999, el nombre de Strawberry resonaba poderosamente en el Bronx, Queens, y más allá.

Pero su historial dentro del diamante se vio oscurecido por arrestos, consumo de drogas, evasión de impuestos, problemas de salud graves y encarcelamientos. Lo que parecía una vida gloriosa se convirtió en un ciclo público de autodestrucción.

De la gloria al abismo, y de regreso

En 1995, Darryl Strawberry fue declarado culpable por evasión de impuestos por no reportar ingresos superiores a los $350,000 provenientes de autógrafos y apariciones personales. Como parte de su acuerdo, pagó más de $430,000 en deudas fiscales. Pocos años después, en 1998, fue diagnosticado con cáncer de colon y sometido a quimioterapia y cirugía.

La situación empeoró aún más en 1999, cuando recibió libertad condicional tras ser detenido con drogas y por solicitar servicios sexuales. Violó repetidamente esa libertad condicional, incluyendo una detención en pleno festejo de su cumpleaños número 40 en 2002. En total, Strawberry terminó cumpliendo 11 meses en una prisión estatal de Florida.

Hoy, más de dos décadas después, la narrativa del ex beisbolista ha dado un inesperado giro, casi cinematográfico: una llamada del expresidente Donald Trump le ofrecía un perdón total a su historial delictivo.

Trump, los perdones presidenciales y la cultura del espectáculo

El uso de los indultos presidenciales como herramienta política y mediática no es nuevo. Sin embargo, durante sus dos mandatos, Donald Trump los transformó en algo más: una herramienta de marketing personal, donde se mezclaban lealtades políticas, recompensas personales y celebraciones públicas de redención.

En el caso de Darryl Strawberry, Trump no solamente indultó delitos fiscales y problemas penales por drogas, sino que también elogió públicamente al ex jugador como "uno de los más grandes de los 80" y alabó su transformación personal a través del cristianismo y su sobriedad prolongada.

Este patrón no es aislado. Durante su presidencia y posteriormente, Trump también otorgó perdones a figuras como el exgobernador de Illinois Rod Blagojevich, la famosa empresaria Martha Stewart (aunque su caso no fue procesado del todo), y un sinnúmero de aliados políticos, incluidos congresistas y colaboradores encarcelados por corrupción.

¿Redención cristiana o redención electoral?

En su cuenta de Instagram, Strawberry no ocultó su emoción: “Gracias, Presidente @realdonaldtrump por mi perdón total y por cerrar esta parte de mi vida, permitiéndome ser verdaderamente libre y limpio de todo mi pasado”.

Profundizando en el carácter espiritual del momento, Strawberry agregó: “Esta experiencia ha profundizado mi fe y mi compromiso de trabajar por su Reino como un verdadero seguidor de Jesucristo".

El mensaje fue claro: no era un asunto político —según decía él mismo—, sino un acto de compasión personal. Pero en un entorno como el actual, plagado de simbolismos, retóricas nacionales intensificadas y dinámicas electorales, este tipo de perdones se leen inevitablemente en clave política.

¿Estamos frente a redenciones genuinas o episodios cuidadosamente trabajados para resonar en los sectores religiosos y conservadores de Estados Unidos?

La construcción de un mito moderno

Strawberry lleva una década sobrio y activo en el ministerio cristiano. Incluso fundó un centro de recuperación que aún permanece en funciones. Su historia personal de caída y redención tiene todos los elementos de una película de inspiración religiosa producida para el prime time televisivo.

Una narrativa que parece hecha a medida para el tipo de moralismo cristiano que Trump ha sabido vincular estratégicamente con sus aspiraciones políticas y su base electoral evangélica más leal.

La historia deja ver cómo el expresidente intenta personificar el papel del 'redentor público', otorgando perdones simbólicos no sólo a celebridades sino también reforzando una narrativa mesiánica en la cual él —más que la ley, más que el sistema judicial— se presenta como la figura definitiva que puede restaurar, revindicar y perdonar.

Celebridades, castigos y perdones selectivos

El perdón otorgado a Darryl Strawberry ocurre una semana después de que Trump hiciera lo mismo por un ex presidente de la cámara de Tennessee y un asesor convicto por corrupción. No es coincidencia. La política del perdón de Trump es tan pragmática como simbólica.

Los sociólogos políticos argumentan que estas acciones tienen fines concretos: humanizar al líder, conectar emocionalmente con votantes “olvidados” y presentarse como defensor de los “redimidos”.

La filósofa Judith Butler argumenta que “la performatividad política va más allá del discurso: usa símbolos, cuerpos e historias personales para crear poder”. Darryl Strawberry se ha convertido, en este sentido, en un nuevo cuerpo simbólico que alimenta esa performatividad política trumpista.

El símbolo detrás del acto: Strawberry como metáfora nacional

La vida de Strawberry es, sin duda, una historia de renacimiento. Pero su perdón y exaltación pública han convertido su transformación personal en un acto político. Esto tiene implicaciones profundas sobre cómo se percibe el sistema de justicia, los modelos de éxito y fracaso personal, y la instrumentalización de lo espiritual en la política estadounidense contemporánea.

En un país donde la intersección entre celebridad, religión y poder político es cada vez más difusa, eventos como este nos recuerdan que la redención no sólo es moral o espiritual, sino también profundamente performativa y útil para construir hegemonía.

Darryl Strawberry, con su honestidad, fe renovada y logros deportivos, tiene todos los elementos para inspirar —pero también para ser utilizado simbólicamente. Y en un ciclo político con una narrativa donde los ángeles caídos parecen más útiles que los santos inmaculados, su figura no pasará desapercibida.

“Gracias a Dios por liberarme del pasado”, escribió. Y esa gratitud, curiosamente, la canalizó hacia un expresidente que ama jugar a ser más que humano: el que tiene el poder de castigar y perdonar a su antojo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press