Progresismo en ascenso: Mamdani, el Congreso y la grieta que sacude al Partido Demócrata
Entre victorias electorales, tensiones internas y un liderazgo que se rehúsa al cambio, los demócratas progresistas reclaman espacio en la nueva visión del partido rumbo a 2024
Un giro progresista tras las elecciones: ¿una señal para el futuro demócrata?
Las recientes elecciones en Estados Unidos han traído consigo una oleada de reflexiones dentro del Partido Demócrata, especialmente tras el resonante triunfo del alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani, un autodeclarado socialista democrático que venció sin el respaldo de figuras prominentes como el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer.
Los comicios también dejaron victorias relevantes para demócratas moderados como Abigail Spanberger en Virginia y Mikie Sherrill en Nueva Jersey. Pero fue en la conferencia Crooked Con, organizada por una plataforma progresista fundada por excolaboradores de Barack Obama, donde el verdadero debate sobre el rumbo del partido se hizo oír con fuerza. Allí, entre vítores y críticas, quedó en evidencia una fractura que el liderazgo tradicional ha preferido ignorar.
La figura de Mamdani: símbolo del cambio o amenaza al status quo
La campaña de Zohran Mamdani, liderada por Morris Katz, representó una forma distinta de hacer política: puertas abiertas, lenguaje inclusivo y propuestas enfocadas en la justicia social y fiscal. Según Katz, "no hay personas que entiendan menos qué significa ser electable en este país que el liderazgo actual del Partido Demócrata". Cuando se le preguntó si extrañaban la ausencia de Schumer en la carrera, respondió con ironía: “¿Quién?”
Mamdani logró una cómoda victoria sobre el exgobernador Andrew Cuomo, un resultado que entusiasmó al ala progresista pero alarmó al establishment. La falta de apoyo inicial respondió en parte a la postura de Mamdani sobre el conflicto entre Israel y Palestina: ha acusado al gobierno israelí de genocidio, mostrando apoyo abierto a la causa palestina, lo que generó tensiones internas dentro del partido.
No obstante, figuras como el presidente del Comité Nacional Demócrata, Ken Martin, respaldaron a Mamdani. "No tengo otro consejo que decirle que siga haciendo lo que está haciendo", declaró. Más tarde, y con cierta tardanza, líderes como la gobernadora Kathy Hochul y el congresista Hakeem Jeffries dieron su apoyo al joven político.
Una nueva coalición: jóvenes, latinos y afroestadounidenses se movilizan
Los resultados electorales en estados clave como Georgia, Pensilvania y Virginia muestran una tendencia que incomoda a muchos dentro de la cúpula demócrata: el voto joven, afroamericano e hispano se moviliza más hacia las plataformas progresistas que hacia el centro moderado.
Según datos preliminares del Pew Research Center, más del 60% de los votantes entre 18 y 29 años se inclinaron por candidatos con agendas progresistas más marcadas. Además, el 58% de votantes afroamericanos en áreas urbanas se inclinaron por plataformas que proponían acciones estructurales sobre criminalidad, vivienda y gasto público, alejándose del tradicional discurso centrista de la "moderación fiscal".
Esto refuerza lo mencionado en Crooked Con por la congresista Yassamin Ansari, quien aseguró que “existe mucho miedo injustificado hacia las políticas progresistas. Cuando se explican, incluso sectores conservadores las apoyan”.
Chuck Schumer bajo la lupa: entre pragmatismo y desconexión
Una figura especialmente criticada durante la convención progresista fue Chuck Schumer, ausente tanto física como políticamente en las recientes contiendas. El hecho de no haber respaldado a Mamdani fue tomado por muchos como una señal de que el liderazgo tradicional todavía no comprende, o no quiere comprender, el nuevo compás ideológico que guía a una parte creciente del electorado.
Al respecto, Schumer ha argumentado que las alianzas del partido deben construirse sobre bases sólidas y consensuadas, pero no ofreció declaraciones específicas sobre su visión respecto a candidatos como Mamdani, evidenciando una distancia palpable.
Obama interviene: sin pruebas de pureza partidaria
En medio de la creciente polarización dentro del partido, el expresidente Barack Obama ofreció una intervención conciliadora. Recordó que su campaña presidencial de 2008 también fue tachada de "demasiado progresista" y alertó: “No debemos imponer pruebas de pureza. Todos deben ser parte del debate y tener voz”.
Obama instó a centrarse en una visión compartida de futuro donde, más allá de las etiquetas, se priorice la dignidad y el respeto a todas las personas. Su presencia e influencia aún generan consenso, pero no está claro si sus palabras tendrán efecto en una maquinaria partidaria cada vez más fragmentada.
El temor a dividir y la lección de los republicanos
Senadores como Ruben Gallego lanzaron una crítica incisiva hacia la obsesión del partido con las diferencias internas. “Los republicanos no se preocupan por esto. Se enfocan en ganar”, recalcó. Agregó que lo importante es que los votantes sientan que su representante entiende sus problemas y los defiende.
Este llamado a la unidad no implica una supresión de las diferencias, sino una reevaluación de prioridades. Para muchos como Gallego, la pregunta central no debe ser si un candidato es moderado o radical, sino si es percibido como auténtico, valiente y comprometido con su comunidad.
¿Hacia dónde va el Partido Demócrata?
La elección de Zohran Mamdani y los aplausos que recibió en Crooked Con podrían ser sólo un capítulo inicial en una historia de transformación. Cada vez hay más distritos —incluyendo bastiones tradicionales— donde candidatos progresistas superan las expectativas. El discurso sobre el Green New Deal, la condonación de deudas estudiantiles y el Medicare for All ya no es marginal, sino una parte integral del debate nacional.
La pregunta más grande que, sin embargo, aún queda sin resolver, es si el propio Partido Demócrata está dispuesto a evolucionar.
En palabras del estratega Katz: “Nos siguen diciendo que no somos realistas, que no somos electables… pero la gente sigue votando por nosotros. ¿No debería eso contar para algo?”.
Mientras figuras como Mamdani, Ansari y Gallego llevan la bandera del cambio, el partido aún navega entre dos mundos: uno que pretende aferrarse a su pasado triunfador de Obama y Clinton, y otro que exige levantar la voz frente a desigualdades estructurales heredadas por décadas de moderación política.
El destino del Partido Demócrata en 2024 —y más allá— podría depender de su capacidad de reconciliar ambos enfoques sin perder la brújula de su base electoral. El tiempo corre, y la energía renovadora dentro del partido parece más fuerte que nunca.
