Trump y Orbán: la alianza energética que desafía a Europa

El primer ministro húngaro busca respaldo en Washington para evadir sanciones energéticas a Rusia, mientras se enfrenta a la presión del Congreso de EE.UU. y de la Unión Europea

Donald Trump y Viktor Orbán, dos de los líderes más polémicos del espectro político global, se encontraron nuevamente en Washington con una agenda delicada entre manos: la energía rusa. Este encuentro no fue uno más entre viejos aliados ideológicos; significó una posible grieta dentro del bloque occidental ante las sanciones impuestas a Moscú por su invasión a Ucrania.

¿Qué pidió Orbán? Una exención que puede marcar diferencia

El primer ministro húngaro dejó en claro su petición desde el inicio: Hungary first. Solicitó a Trump una exención de las sanciones energéticas impuestas por Estados Unidos a Rusia, argumentando que su país, al ser sin acceso al mar, se encuentra en una desventaja logística para acceder a fuentes alternativas de energía.

No estoy pidiendo un regalo. Estoy pidiendo que se reconozca que estas sanciones colocan a países como Hungría en una posición imposible”, declaró Orbán en la radio estatal antes de su viaje. Su argumento gira en torno a la vulnerabilidad energética de su nación y la dificultad de cortar la dependencia del petróleo y gas ruso en los plazos establecidos por la Unión Europea.

Trump: ¿apoyo o cálculo estratégico?

Trump, conocido por sus posturas disruptivas en política exterior, no cerró la puerta al pedido. Comentó brevemente a la prensa: “Estamos analizándolo porque es muy difícil para él conseguir petróleo y gas de otras zonas”.

Esta respuesta puede tener múltiples lecturas. Por un lado, refleja la cercanía ideológica entre ambos mandatarios. Por otro, deja abierta la posibilidad de que Trump utilice la situación para presionar a la Casa Blanca y alinear a más países europeos bajo una visión más nacionalista de las relaciones internacionales.

La presión del Senado estadounidense

No todos en Washington coinciden con esta línea. Antes de la llegada de Orbán, un grupo bipartidista de senadores presentaron una resolución exigiendo a Hungría cortar su dependencia energética con Rusia en línea con los compromisos europeos.

  • 10 senadores firmaron la resolución, entre ellos Mitch McConnell (republicano), Jeanne Shaheen (demócrata) y Chuck Grassley (republicano).

Europa ha avanzado enormemente en reducir sus lazos energéticos con Moscú, pero Hungría sigue minando la seguridad colectiva”, sentenció Shaheen.

Una delegación con mensaje y simbolismo

Orbán no llegó solo. Una delegación compuesta por miembros del gabinete, empresarios y figuras clave del populismo internacional volaron a Washington en un avión de 220 pasajeros fletado por Wizz Air. Entre los encuentros más llamativos estuvo el de Orbán con Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente brasileño, quien fue condenado a 27 años de cárcel por un supuesto intento de golpe de Estado. Orbán lo respaldó en redes sociales: “Las cacerías de brujas políticas no tienen lugar en una democracia”.

Este gesto revela la intención de Orbán de tejer una red de solidaridad entre líderes de derecha radical —un frente ideológico, más allá de las fronteras nacionales.

El frente europeo: presión desde dentro

La posición de Orbán choca directamente con los planes del bloque comunitario. En 2022, la Unión Europea estableció el objetivo de eliminar todas las importaciones de energía rusa para 2027, como respuesta directa a la invasión de Ucrania.

Hungría, sin embargo, continúa comprando combustibles fósiles a Rusia en proporciones significativas. De acuerdo con Eurostat, en 2022 el 58% del petróleo consumido en Hungría provenía de Rusia. Esto contrasta con países como Polonia o Alemania, que han reducido el gas ruso a cerca del 10% en el caso polaco y al 0% en el alemán.

Más allá del petróleo: alianza nuclear con EE.UU.

A pesar del pedido de exención, Hungría parece estar moviendo fichas estratégicas para diversificar su matriz energética. Fue el propio canciller húngaro, Péter Szijjártó, quien anunció un acuerdo bilateral para cooperación nuclear con Estados Unidos durante su visita a Washington.

El acuerdo contempla:

  • Compra de combustible nuclear estadounidense, para reducir la dependencia del uranio ruso.
  • Almacenamiento in situ en la planta nuclear de Paks.
  • Desarrollo conjunto de reactores pequeños modulares.

Este movimiento representa una apertura al bloque occidental, incluso si en el corto plazo Hungría requiere aún mantener acuerdos con Rusia.

¿Y si Trump gana en 2024?

Lo no dicho en esta reunión resuena con igual fuerza que las declaraciones públicas. Trump aparece como el posible aliado que Orbán necesita en un futuro donde Estados Unidos podría abandonar su compromiso actual con las sanciones a Rusia si la Casa Blanca cambia de manos.

Recordemos que durante su presidencia anterior, Trump mostró simpatía por Putin, cuestionó el rol de la OTAN y criticó constantemente el activismo europeo en temas climáticos y energéticos. Si vuelve al poder, es probable que Orbán encuentre un escudo estadounidense para resistir las presiones del eje Bruselas-Berlín-París.

El trasfondo ideológico: soberanismo vs. multilateralismo

Lo que está en juego va más allá de barriles de petróleo o contratos de gas. El encuentro entre Orbán y Trump es una expresión de soberanismo energético como contrapeso al multilateralismo promovido por la Unión Europea y Naciones Unidas.

Ambos líderes han abogado repetidamente por una visión donde las naciones prioricen sus intereses económicos y de seguridad interna, sin restricciones impuestas desde foros multilaterales. Para Orbán, esto incluye limitar la influencia de Bruselas y mantener relaciones estratégicas con Moscú y Beijing, pese a los conflictos geopolíticos actuales.

El reloj avanza: Hungría entre dos mundos

La situación húngara encapsula una paradoja regional. Por un lado, es miembro de la Unión Europea y de la OTAN. Por otro, su primer ministro se alinea cada vez más con los polos de poder alternativos al bloque euroatlántico. Esto acarrea constantes tensiones internas en el seno de la Unión Europea, que ha congelado fondos para Hungría debido a su retroceso en estándares democráticos y falta de separación de poderes.

El tira y afloje continuará. Pero con elecciones en EE.UU. en 2024 y la presión energética global en aumento, el papel de Hungría como “eslabón débil” en la cadena de sanciones contra Rusia será observado con lupa.

La jugada de Orbán fue audaz. Buscar respaldo de Trump no solo es pragmatismo energético, sino una afirmación de su cosmovisión. En un mundo donde la energía podría definir la nueva geopolítica, Hungría se mueve expuesta pero decidida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press