Pokrovsk, Dnipro y el pulso mortal en Ucrania: ¿una guerra por el territorio o por conquistar la narrativa?

Entre drones rusos, ciudades fortificadas e intentos de mediar desde EE.UU., Ucrania libra una batalla que va más allá del campo de combate: es también un conflicto de percepciones, legitimidad internacional y presión geopolítica

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La madrugada de Dnipro: drones sobre las camas

Mientras muchos dormían, un drone ruso impactó un edificio residencial en el este de Ucrania, en la ciudad de Dnipro, dejando a su paso una mujer muerta y once heridos, incluidos dos niños. De los escombros del edificio de nueve pisos, equipos de emergencia rescataron a los afectados y extinguieron un incendio que arrasó varios apartamentos.

Este ataque es parte de la campaña continua de Rusia que desde hace casi cuatro años ha convertido a Ucrania en un campo de pruebas para drones kamikaze y misiles. Según el Servicio Estatal de Emergencia de Ucrania, los rescates se prolongaron por horas y la estructura del edificio quedó comprometida.

Dnipro, la cuarta ciudad más grande del país, se encuentra lejos del frente de combate en el este, lo que demuestra que las líneas de seguridad se difuminan cuando los drones surcan el cielo a discreción.

Del ataque directo a la presión energética

La ofensiva no se limita al armamento aéreo. Varias regiones de Ucrania han experimentado cortes de electricidad en cadena debido a los ataques rusos contra su infraestructura energética. Moscú afirma que sus objetivos están directamente ligados al esfuerzo bélico de Kiev, pero la realidad civil cuenta otra historia.

Estos apagones se intensifican justo antes del invierno, cuando la necesidad de calefacción y suministro eléctrico se vuelve una cuestión de supervivencia. El operador nacional de energía ucraniano ha advertido que los daños acumulados podrían comprometer seriamente el sistema eléctrico del país.

Pokrovsk: pieza clave en la defensa del Donbás

A unos 270 km al este de Dnipro se encuentra Pokrovsk, ciudad que se ha convertido en símbolo del nuevo punto de inflexión en la guerra. Ubicada en la región de Donetsk, parte del disputado Donbás, Pokrovsk forma parte del llamado "cinturón de fortalezas", una serie de ciudades muy fortificadas clave para la defensa ucraniana.

Los enfrentamientos allí no solo tienen importancia táctica, sino estratégica y política. Ambos bandos buscan convencer a EE.UU. —bajo el liderazgo de Donald Trump— de que aún pueden ganar la guerra. Desde misiles hasta propaganda, el objetivo ahora es también ganar en el teatro de las percepciones internacionales.

Una narrativa dividida: ¿quién gana, quién resiste?

Mientras Vladimir Putin asegura que sus tropas están cerca de la victoria, exige como condición previa para la paz que Ucrania ceda el Donbás, concretamente Donetsk y Luhansk. Esta exigencia representa una de sus metas bélicas más declaradas desde el inicio del conflicto en 2022.

Del lado ucraniano, la resistencia se articula no solo con armas, sino con gestión de información. Las incursiones exitosas con drones de largo alcance en refinerías rusas, como la realizada recientemente, legitiman un discurso de lucha activa y contribuyen a mantener el apoyo internacional, especialmente el armamento proveniente de Europa y Norteamérica.

Una guerra prolongada que redefine alianzas

Desde que comenzó la invasión a gran escala en febrero de 2022, se estima que más de 10,000 civiles ucranianos han muerto, mientras que las bajas del lado militar, aunque no contabilizadas con precisión, podrían superar los 150,000 soldados rusos y cerca de 70,000 ucranianos (según estimaciones del Reino Unido y EE.UU.).

Rusia ha reforzado sus vínculos con Irán y Corea del Norte, de donde podría estar obteniendo tanto drones como proyectiles de artillería. En paralelo, Ucrania depende del respaldo occidental, enclavado en un complejo equilibrio político donde cada elección en Estados Unidos, Alemania o Francia puede traer consecuencias directas al frente.

¿La última frontera de la guerra moderna?

“Ucrania es el ‘ensayo general’ para las guerras del futuro”, afirmó recientemente el general estadounidense Mark Milley. El uso masivo de drones, las operaciones híbridas (combate, narrativa, ciberataques) y el papel activo de las percepciones públicas dibujan una nueva cartografía bélica donde las bombas y los hashtags comparten el mismo escenario.

Esto convierte a ciudades como Pokrovsk en más que puntos geográficos: son nodos simbólicos cuya caída o resistencia puede impactar millones de dólares en ayuda exterior o alterar la agenda de reuniones en la OTAN.

Entre Dnipro y Gaza: analogías globales

En otro rincón del mundo, secuelas de conflictos con raíces similares muestran otro ángulo de la tragedia: en Gaza, Israel identificó recientemente el cuerpo de un voluntario israelí asesinado en el ataque del 7 de octubre de 2023, cuyo cadáver fue devuelto por Hamas como parte de una tregua mediada por EE.UU.

Así como Pokrovsk significa un pulso estratégico para Ucrania, Gaza representa otro escenario donde las partes buscan imponer su narrativa y visibilizar el sufrimiento propio, minimizando el del adversario.

El rol de Estados Unidos: ¿árbitro o actor?

EE.UU. sigue jugando un papel central. Su respaldo económico a Ucrania ha crecido desde los $13.6 mil millones aprobados en marzo de 2022 hasta más de $75 mil millones actualmente. No obstante, la nueva administración estadounidense —o un eventual regreso de Trump a la Casa Blanca— podría cambiar radicalmente las reglas del juego.

De ahí que las batallas por Pokrovsk o los ataques sobre Dnipro no sean simplemente locales. Se libran también para ganar la atención, empatía y respaldo de Washington, Berlín o Bruselas.

¿Camino a la paz o conflicto congelado?

Ante tal panorama, hay analistas que hablan de una “coreanización” del conflicto: una división de facto, con acuerdos parciales, y un conflicto congelado por décadas. Otros insisten en mantener abierta una vía diplomática realista, aunque cada ofensiva aleja esa posibilidad.

Mientras tanto, las cifras siguen aumentando: destrucción masiva, muertos civiles, desplazados internos y una economía colapsada. La imagen icónica de un edificio de apartamentos humeando al amanecer en Dnipro resume lo que está en juego no solo para Ucrania, sino para el orden internacional del siglo XXI.

En un mundo multipolar, donde la verdad es casi tan disputada como el terreno, las guerras ya no se definen solo por ganar batallas, sino por conquistar conciencias.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press