Washington en crisis: cóctel explosivo de desempleo federal, recortes sociales y cierre de gobierno
El impacto humano y económico en la capital estadounidense, como epicentro de la política, refleja una profunda fractura sistémica que se extiende hasta bases militares en Europa
Un cierre que golpea al corazón de EE.UU.
Washington, D.C., está viviendo uno de los escenarios más críticos de las últimas décadas. El cierre gubernamental más largo de la historia de Estados Unidos, combinado con despidos masivos de trabajadores federales y recortes en ayudas sociales como el SNAP (cupones de alimentos), ha provocado una ola de consecuencias que está afectando profundamente tanto al ciudadano promedio como a la columna vertebral de la economía local.
El banco de alimentos al límite
La Capital Area Food Bank, que opera en el Distrito de Columbia, el norte de Virginia y partes de Maryland, ha tenido que incrementar su distribución en un 20% con respecto al año anterior. Eso se traduce en 8 millones de comidas adicionales previas a la temporada navideña. “Estamos viendo personas que nunca antes habían necesitado asistencia alimentaria”, aseguró Radha Muthiah, directora ejecutiva del banco.
Esta institución sirve a más de 400 despensas y organizaciones comunitarias. Actualmente se enfrenta a una demanda sin precedentes debido al combinado de crisis fiscales, pérdida de ingresos, e incertidumbre política.
Desempleo superior al promedio nacional
De acuerdo al informe más reciente (previo al cierre gubernamental) de la Oficina de Análisis de Ingresos de D.C., la tasa de desempleo de la ciudad está en un 6%, comparado con el 4.3% a nivel nacional. Esta diferencia convierte a Washington en el lugar con más alto desempleo estacionalmente ajustado de todo EE.UU.
Además, la ciudad alberga al 20% de todos los empleados federales del país, una proporción que la vuelve altamente vulnerable a cualquier parálisis del gobierno.
Negocios locales: en caída libre
La ausencia de cientos de miles de empleados federales ha dejado vacíos los restaurantes y bares como The Queen Vic. Ryan Gordon, su copropietario, explicó que antes del cierre no había espacio para sentarse durante los eventos deportivos. Hoy, hay asientos libres incluso en horas pico: “Eso significa que los bares cercanos que dependían de nuestro desborde de clientes no reciben nada”.
Según la Restaurant Association del área de Washington, muchos locales ya operaban con márgenes reducidos debido a caídas estacionales y a efectos de políticas como la presencia de la Guardia Nacional en las calles, desplegada por órdenes del expresidente Trump. Muchos comercios están perdiendo hasta un 50% de sus ingresos habituales.
El caso de Thea Price: una historia de éxodo interior
Thea Price, ex empleada del Instituto de Paz de EE.UU., perdió su trabajo en marzo, mientras que su esposo, contratado gubernamental, también fue despedido de un museo. Actualmente subsisten con sus ahorros, Medicaid y el subsidio SNAP, que ha sido recortado por el cierre.
“Recibir los $500 mensuales ya era complicado, y ahora están por desaparecer”, cuenta Price. El panorama la ha obligado a tomar una decisión drástica: mudarse con su familia de regreso a Seattle. “No podemos seguir esperando que algo cambie. Todo se vino abajo desde marzo.”
Impacto invisible: europeos trabajando en bases de EE.UU.
El cierre gubernamental no afecta únicamente el territorio estadounidense. Más de 2,000 empleados en bases militares estadounidenses en Europa han dejado de recibir salario desde que comenzó la parálisis administrativa. En Alemania, el gobierno ha intervenido subvencionando temporalmente el sueldo de casi 11,000 trabajadores civiles. En Italia, unos 1,300 empleados locales en bases como Aviano o Vicenza siguen laborando sin remuneración.
Angelo Zaccaria, coordinador sindical en Aviano, declaró: “Muchos no pueden pagar sus hipotecas o el combustible para llegar al trabajo. Es dramático. Pedimos la intervención del gobierno italiano, pero seguimos sin respuestas”.
Portugal y el caso de la base de Lajes
En las Azores, la base estadounidense de Lajes cuenta con más de 360 empleados portugueses que tampoco han visto sus salarios. Paula Terra, líder sindical allí, lamenta que los contratos entre EE.UU. y Portugal no contemplan el furlough, por lo que si los empleados no se presentan, podrían ser sancionados. En respuesta, el gobierno regional ha aprobado un crédito bancario para cubrir los salarios.
Costos que trascienden la política
La especialista en finanzas públicas y profesora de Harvard, Linda Bilmes, advierte que los trabajadores subcontratados y locales en bases extranjeras son los más vulnerables durante bloqueos gubernamentales prolongados. Incluso cuando los empleados federales suelen recibir paga retroactiva al finalizar los cierres, los contratistas generalmente no.
¿Cuánto cuesta un cierre gubernamental?
- 800,000 empleados federales afectados: Al menos 670,000 han sido suspendidos y otros 730,000 trabajan sin recibir salario.
- Impacto en el transporte: La presencia de empleados en el sistema de transporte público de D.C. ha disminuido un 25% diario desde septiembre.
- Costos extrapresupuestarios**: Alemania y España ya están cubriendo sueldos esperando reembolsos futuros del gobierno estadounidense. En el pasado, esto ha implicado millones de euros.
Vidas en pausa… y en deuda
Tracy Hadden Loh, investigadora del Brookings Metro, señala que el flujo de efectivo se ha detenido para miles de trabajadores públicos: “Muchos están usando sus ahorros, endeudándose, retirando de sus planes de pensión o pidiendo prestado para cubrir lo básico. Se están hipotecando contra su futuro”.
Las consecuencias no solo son inmediatas; hay un costo a largo plazo: salud mental deteriorada, incremento de la pobreza, y pérdida de movilidad social. Para muchas familias, la recuperación será lenta —si es que llega.
Repercusiones políticas latentes
La crisis también está teniendo un eco político. En Virginia, la demócrata Abigail Spanberger fue electa gobernadora tras centrar su campaña en los efectos económicos negativos causados por las políticas del expresidente Trump. Su triunfo es un termómetro que mide el creciente descontento de los votantes frente a lo que perciben como una negligencia estructural desde Washington.
Economistas advierten que detrás del fin técnico del cierre podrían quedar secuelas duraderas en la región: desde negocios que no abrirán más hasta trabajadores que no regresarán a la fuerza productiva.
Una Navidad con sabor a incertidumbre
Mientras se intensifican los preparativos para la temporada festiva, en la Capital Area Food Bank no hay espíritu navideño, sino una urgencia por atender al millón de personas adicional que esperan necesitar alimentos en diciembre.
“La gente está pidiendo ayuda por primera vez en su vida”, afirma Muthiah. “Están recurriendo a sus fondos de pensión y liquidando sus jubilaciones anticipadamente. Están haciendo sacrificios enormes para comprar leche y pagar la electricidad”.
Un cierre de gobierno rara vez permanece en los titulares durante semanas, pero sus estragos son profundos, especialmente en una ciudad tan dependiente del aparato estatal como Washington.
