Norfolk Southern y la tragedia de East Palestine: ¿Compromisos rotos o realidad corporativa?
Promesas incumplidas, una comunidad dividida y una empresa que dice 'hacer lo correcto'. ¿Quién tiene la razón tras el desastre ferroviario de Ohio?
El desastre que cambió a East Palestine para siempre
La madrugada del 3 de febrero de 2023 transformó la vida de miles de personas en East Palestine, Ohio. Un tren operado por Norfolk Southern descarriló y varios de sus vagones cisterna cargados con cloruro de vinilo fueron incendiados intencionalmente para evitar una explosión, liberando una nube negra densa que envolvió la ciudad con sustancias químicas tóxicas. Desde entonces, la compañía ferroviaria ha prometido "hacer lo correcto", pero ¿ha cumplido realmente?
La narrativa oficial: millones invertidos y una comunidad en recuperación
Desde el comienzo, Norfolk Southern ha buscado construir su imagen como una empresa responsable en medio de un desastre ambiental y social. Según informes oficiales, han destinado más de 1,100 millones de dólares a tareas de limpieza, sin contar los 600 millones de dólares acordados en acuerdos de demanda colectiva en curso. También se anunciaron $115 millones de compensaciones para residentes, empresas y entidades comunitarias, incluyendo $1.1 millones a la escuela local.
En enero de 2024, se comunicó un acuerdo de $22 millones con la ciudad, que incluía $13.5 millones ya desembolsados y una promesa no vinculante de invertir $25 millones en la renovación del parque municipal. Sin embargo, estos millones no han logrado silenciar a las voces críticas.
El centro de bienestar para estudiantes: un símbolo caído
Uno de los compromisos más significativos de Norfolk Southern giraba en torno a la creación de un centro de bienestar comunitario y estudiantil, con un valor estimado de $30 millones. Este centro prometía ofrecer atención médica, mental y formación profesional para estudiantes. Incluso se contrató a un arquitecto para diseñarlo. Pero en 2023, el proyecto se estancó. Hoy, un año después, está completamente abandonado.
El superintendente de escuelas, James Rook, expresó su decepción al respecto: "Para abandonar abruptamente el proyecto, eso dice mucho sobre lo que una corporación puede hacerle a una comunidad". La demanda interpuesta por el distrito escolar denuncia que Norfolk Southern no reembolsó el uso de los edificios escolares durante la emergencia ni compensó las pérdidas causadas por la fuga de alumnos (más de 200 estudiantes se trasladaron, lo que significó una pérdida de $1 millón en fondos estatales y federales).
La comunidad dividida entre la confianza y el resentimiento
Mientras algunos residentes confían en la narrativa corporativa de la empresa, otros sienten una profunda desilusión. Krissy Ferguson, una habitante de toda la vida del pueblo, decidió mudarse a Poland, Ohio. "Mi hogar ya no se siente seguro", cuenta.
Los síntomas respiratorios, erupciones cutáneas y molestias persistentes que presentan muchas personas son ignorados por otros vecinos que quieren dejar el tema atrás. Para la portavoz del pueblo, "desde la perspectiva del municipio, Norfolk Southern está cumpliendo sus compromisos según nuestros acuerdos". Pero esta afirmación no basta para algunos ciudadanos que denuncian que la ayuda llega tarde o simplemente nunca llega.
Un entrenamiento cancelado, oportunidades perdidas
Otra de las promesas rotas fue la construcción de un centro de entrenamiento para primeros auxilios, bomberos y personal de rescate. Este proyecto no solo habría significado un aumento en la seguridad regional frente a futuros desastres ferroviarios, sino también la creación de empleos y el fortalecimiento del tejido comunitario. Según la empresa, el proyecto no es viable, pero no se han dado detalles o explicaciones claras al respecto.
Misti Allison, una activista local, criticó duramente la decisión: "Ahora que Alan Shaw ha sido despedido, el nuevo CEO y la junta parecen tener un único objetivo: subir el valor de las acciones. Si la comunidad es un daño colateral, que así sea".
Un ex CEO envuelto en escándalos y un compromiso que tambalea
El ex director ejecutivo de Norfolk Southern, Alan Shaw, fue quien popularizó el lema “Making it right”, llevando este mensaje desde audiencias en el Congreso hasta reuniones con la comunidad. No obstante, fue despedido tras conocerse que mantenía una relación inapropiada con otra ejecutiva de la compañía.
Su sucesor, Mark George, ha prometido continuar con los compromisos establecidos. Ha visitado el pueblo varias veces y mantiene el sitio web www.nsmakingitright.com, donde se narran las acciones tomadas. A pesar de las promesas, las demandas y apelaciones judiciales mantienen congelados los pagos a muchas víctimas, lo cual ha incrementado la frustración.
Las escuelas: las grandes perdedoras
Además del desmantelamiento del centro de bienestar, el distrito escolar ha sido uno de los más perjudicados. Según el superintendente Rook, el impacto económico es alarmante: la matrícula disminuyó en un 25%, reduciendo el financiamiento estatal y aumentando la dependencia de impuestos locales que también han disminuido.
Barb Kliner, una ex directora financiera escolar y residente de East Palestine, expresó: "La sensación generalizada entre los mayores es una de decepción. Sí, hay cosas que se han hecho bien, pero otras simplemente quedaron en promesas vacías".
Profundizando en los números y responsabilidades
Desde el punto de vista contable, Norfolk Southern parece haber actuado conforme a buena fe: más de $1.2 mil millones de dólares destinados a diferentes rubros relacionados con el incidente. ¿Por qué entonces persiste el malestar?
- El centro de entrenamiento para socorristas fue cancelado sin explicación.
- El centro de bienestar estudiantil fue diseñado y planificado, pero no construido.
- Promesas de reembolsos escolares nunca se concretaron, según la demanda del distrito escolar.
- Los pagos del acuerdo colectivo están demorados por apelaciones, afectando a miles.
La comunidad acusa un desfase entre el discurso y la acción tangible. Si bien hay informes detallados de gastos y asignaciones, muchos ciudadanos preguntan: ¿dónde está el impacto real en nuestras vidas?
¿Un caso más de “beneficios antes que personas”?
La percepción de que Norfolk Southern prioriza a sus accionistas por encima del bienestar de los habitantes de East Palestine ha crecido con el tiempo. La sustitución del CEO, el abandono de proyectos comunitarios y la dificultad para acceder a compensaciones han alimentado dicha narrativa.
Esta situación se integra a una discusión más amplia sobre la ética corporativa y la responsabilidad social. ¿Hasta dónde debe llegar una empresa en su compromiso con comunidades afectadas por sus actividades? ¿Es suficiente cumplir con lo pactado formalmente o debe haber un enfoque más humano y empático?
El caso de East Palestine es un recordatorio de que la recuperación de una comunidad no se mide solo en dólares invertidos, sino en confianza recuperada, en salud garantizada y en oportunidades restablecidas. De momento, muchas promesas siguen esperando cumplirse.