La otra cara de los monumentos: ¿deberíamos seguir preservando estatuas polémicas?
El caso de la estatua vandalizada de James Cook en Melbourne abre el debate sobre la preservación histórica frente al respeto hacia los pueblos originarios
Una estatua que ya no volverá
El debate sobre los monumentos históricos ha resurgido en Australia tras la decisión del gobierno local de Melbourne de no restaurar una estatua vandalizada del explorador británico James Cook. Se trataba de una escultura de granito y bronce que había sido objeto de numerosos ataques en años recientes, incluyendo pintadas y daños estructurales.
El monumento, ubicado en los Jardines de Edimburgo, fue retirado después de ser derrumbado en el contexto de las protestas por el Australia Day, una jornada que muchos consideran como el aniversario de la "invasión británica" del continente, más que una celebración cívica.
El peso simbólico de James Cook
James Cook, uno de los exploradores más conocidos del siglo XVIII, es una figura compleja en la historia de Australia. En 1770, trazó la costa este del continente y sentó las bases para la colonización británica, lo que eventualmente condujo a la ocupación de tierras indígenas sin tratados ni reconocimiento de los pueblos originarios.
Para muchas personas en Australia, Cook no es un héroe, sino un símbolo de la colonización, desposesión y sufrimiento de las comunidades indígenas. La estatua en cuestión llevaba tiempo siendo un blanco de críticas y enfrentaba daños recurrentes: la última restauración costó cerca de AU$15.000 (unos US$9.700).
Economía versus ideología
El alcalde de Yarra City Council, Stephen Jolly, negó que la retirada definitiva de la estatua fuera una concesión ante los actos vandálicos, argumentando motivos económicos:
"Es irracional seguir gastando dinero de los contribuyentes en una estatua que será vandalizada una y otra vez. Esta es una decisión lógica, no ideológica", declaró Jolly a la ABC.
Sin embargo, líderes opositores, como Brad Battin, consideraron que se estaba "cediendo ante los activistas", y advirtieron sobre el peligro de eliminar partes de la historia nacional.
Historia, patrimonio y reconciliación
Más allá del costo económico, el debate toca fibras profundas de la cultura e identidad australiana. ¿Se puede reinterpretar la historia sin borrar el pasado? ¿Deberían conservarse monumentos que representan visiones unilaterales del pasado colonizador?
Desde el movimiento social de Black Lives Matter, muchas estatuas de figuras históricas asociadas con el racismo o la colonización han sido derribadas o reevaluadas. En países como Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, se han iniciado procesos para decidir si deben permanecer en sus lugares actuales o trasladarse a museos en contextos pedagógicos.
En Australia, la celebración del Australia Day cada 26 de enero se ha vuelto un eje de conflicto. Para muchos pueblos aborígenes, la fecha simboliza el inicio de una era de opresión, violencia y desplazamiento. En este contexto, los símbolos como la estatua de Cook adquieren un significado provocador.
¿Qué hacemos con los monumentos complicados?
No se trata necesariamente de borrar la historia, sino de cómo se cuenta. Diversas propuestas se han presentado en otras partes del mundo para abordar este dilema:
- Recontextualización: Añadir placas o información interpretativa que dé una visión más amplia del personaje histórico, incluyendo las consecuencias negativas de sus acciones.
- Traslado: Mover las estatuas a museos donde puedan ser exhibidas con un enfoque crítico.
- Contramonumentos: Erectar nuevas esculturas que representen perspectivas históricas olvidadas, especialmente de pueblos indígenas o minorías marginalizadas.
En Melbourne, el Ayuntamiento está considerando preservar las placas de bronce conmemorativas del monumento. La Captain Cook Society, con sede allí, ha ofrecido colaborar para encontrar un nuevo hogar para ellas, como un museo local.
Una tendencia global
No es exclusivo de Australia. En Estados Unidos, estatuas de generales confederados fueron removidas en ciudades como Nueva Orleans o Charlottesville. En Bélgica, figuras coloniales como el rey Leopoldo II —vinculado al genocidio en el Congo— han sido blanco de controversias.
En España, la Ley de Memoria Democrática ha impulsado la eliminación de símbolos franquistas de espacios públicos. Incluso la Iglesia Católica ha promovido procesos internos de revisión histórica sobre figuras canonizadas.
El derecho a recordar y a ser recordado
El debate sobre los monumentos debe ir más allá de la dicotomía entre destruir o preservar. Exige una conversación colectiva sobre qué valores queremos que representen nuestros espacios públicos. También implica reconocer que el derecho a recordar debe incluir a quienes tradicionalmente han sido silenciados en el relato oficial.
Como escribió la historiadora Deborah Lipstadt:
“La historia no desaparece porque derribes una estatua. Lo que cambia es el contexto en el que se recuerda.”
¿Un monumento para todos?
Las autoridades de Yarra han recibido críticas y elogios por su decisión. Pero tal vez, el hecho de que este acto haya generado un debate abierto ya es un avance. En lugar de mantener monumentos por inercia, se está cuestionando activamente qué representan, para quiénes y cómo afectaron a los demás.
En un contexto global donde la memoria histórica se halla en permanente disputa, decisiones como esta invitan a una reflexión más profunda sobre el futuro de nuestras ciudades, los símbolos que las adornan y el respeto que deben mantener hacia todas las comunidades que las habitan.
Australia en una encrucijada cultural
Mientras se aproxima otro 26 de enero, el llamado a un cambio en la forma de celebrar su identidad nacional se hace más fuerte. Diversos colectivos sociales y políticos han impulsado propuestas para reemplazar el Australia Day por una fecha que no hiera a los pueblos originarios y que sí celebre una unión multirracial y multicultural.
La retirada de la estatua de Cook podría ser solo el primer paso para una reconfiguración más profunda de la memoria nacional australiana.
Como dijo una joven activista originaria en una reciente manifestación:
“No queremos que borren su historia, queremos que reconozcan la nuestra.”