Miles de trabajadores en EE.UU. podrán deducir propinas y horas extra: ¿un alivio fiscal real o una cortina de humo?

La nueva ley firmada por Donald Trump promete deducciones fiscales para trabajadores por propinas y horas extra, pero surgen dudas entre expertos sobre su impacto real en la economía personal y federal.

Un cambio fiscal con fecha de expiración

La legislación firmada el pasado 4 de julio por el expresidente Donald Trump plantea nuevos beneficios fiscales que afectan directamente a millones de trabajadores estadounidenses, en especial a aquellos que dependen de las propinas y del pago por horas extra. Según el nuevo paquete de gasto y políticas aprobado por el Congreso, habrá un tratamiento fiscal preferencial para ciertas ocupaciones relacionadas con el trabajo por propinas y aquellas que incluyan tiempo extra laboral.

Sin embargo, este beneficio no será permanente. Está diseñado para expirar después del año fiscal 2028, lo que ya genera incertidumbre entre empleados y empleadores. Esta nueva deducción está siendo vendida como un gran alivio fiscal para la clase trabajadora, pero ¿realmente lo es?

¿Quiénes podrán acceder a estas deducciones?

La ley establece que podrán deducir propinas de sus ingresos tributables aquellos trabajadores que hayan recibido propinas regularmente antes de diciembre de 2024. Esto incluye a una amplia gama de empleados:

  • Meseros y bartenders (2.1 millones solo en el sector restaurantero, según la National Restaurant Association)
  • Barberos, estilistas y técnicos de uñas
  • Repartidores y personal de atención en establecimientos de consumo

Además, los trabajadores deberán incluir su número del Seguro Social al momento de declarar sus impuestos, y en caso de declaraciones conjuntas, también el del cónyuge.

Cantidad de deducción permitida

Para quienes califiquen bajo la nueva ley, la deducción máxima será de:

  • Hasta $25,000 en propinas para quienes ganan menos de $150,000 al año (hasta $300,000 para quienes declaran en conjunto).
  • Deducción de horas extra: también aplicará un límite de $12,500 por trabajador o $25,000 en declaración conjunta.

Sin embargo, esta deducción se reduce progresivamente en $100 por cada $1,000 que el trabajador supere los $150,000 de ingreso anual.

La letra pequeña: No todos saldrán beneficiados

Según el Tax Policy Center, un centro de investigación no partidista, el 40% de los trabajadores que hoy reciben propinas no pagaban ya impuestos federales significativos. Es decir, no verán cambios sustanciales. Solo el 60% restante verá una mejora, que se estima en un ahorro fiscal promedio de $1,800 anuales por propinas y entre $1,400 y $1,750 por horas extra, según proyecta el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

Además, la deducción no aplica para impuestos estatales ni para el impuesto federal de nómina, que incluye las contribuciones a la Seguridad Social y Medicare.

Un impacto en la economía y ingresos del gobierno

Esta medida llega con un costo. Según un análisis del Comité Conjunto de Impuestos del Congreso, entre 2026 y 2029, estas deducciones reducirán los ingresos federales en al menos $121 mil millones. De esa suma, $31 mil millones corresponden únicamente a las deducciones por propinas, mientras que las horas extra representarán una pérdida de otros $90 mil millones para el erario público.

¿Por qué ahora?

Este incentivo llega en un contexto económico incierto. La inflación, el estancamiento del salario mínimo, y los altos costos de vida han presionado a las clases trabajadoras. La medida intenta revitalizar el ingreso disponible en sectores clave como el de los servicios, donde los trabajadores dependen enormemente de las propinas para cubrir sus necesidades básicas.

Y, por supuesto, no puede ignorarse el factor político. Este tipo de legislación suele enmarcarse como un alivio para la clase media y trabajadora poco antes de las campañas electorales. A pesar de que algunos sectores aplauden la medida, otros analistas ven esto como una herramienta fiscal de corto plazo con motivaciones políticas.

¿Cómo funcionará en la práctica?

El Departamento del Tesoro de EE.UU. deberá emitir, antes del 2 de octubre, una lista detallada de ocupaciones que serán consideradas elegibles para esta deducción. También deberá definir cómo reportar las propinas y las horas extra, y qué tipo de documentación deberán presentar los empleados.

Un detalle administrativo importante es que las horas extra no están separadas en el formulario W-2, pero sí suelen aparecer en los recibos de sueldo de los empleados. Las empresas deberán asegurarse de seguir contabilizándolas detalladamente, ya que serán clave para las futuras deducciones fiscales.

“Los empleadores deben seguir reteniendo impuestos mientras esperan más orientación”, comenta Miguel Burgos, contador público certificado con TurboTax.

¿Qué se considera propina?

La ley también es clara al respecto. Las propinas aceptadas de forma voluntaria—ya sea en efectivo, tarjeta o distribuidas desde un fondo común—son elegibles. Sin embargo, los cargos por servicio automático, como una propina añadida por una mesa de más de seis personas, no califican.

Esto podría empezar a cambiar la cultura laboral de algunos empleos, pues si los empleados dejan de querer compartir propinas en grupo para poder deducirlas individualmente, los sistemas de "tip pooling" podrían verse en peligro.

Una medida progresiva... ¿pero suficiente?

El corazón de la medida claramente busca aliviar a quienes más lo necesitan. Sin embargo, aún es ambigua en varios puntos: ¿cómo se regulará su aplicación? ¿Habrá abusos por parte de empleadores? ¿Se traducirá en mejoras reales para las familias trabajadoras?

Vale también considerar que iniciativas pasadas con tintes similares no lograron revertir las dificultades estructurales del sistema fiscal estadounidense. “Seguimos con un sistema que beneficia demasiado a quienes más tienen, y esta deducción para trabajadores apenas compensa décadas de falta de representación política”, comentó Richard Pringle, economista laboral de Brookings Institution.

¿Y qué pasa con la vivienda?

De forma paralela al anuncio de estas medidas, el mercado inmobiliario estadounidense sigue estancado. Esta misma semana, la tasa promedio de hipotecas a 30 años subió a 6.72%, terminando cinco semanas consecutivas de caída. Muchos expertos consideran que esto reduce el poder adquisitivo y complica aún más el acceso a la vivienda para los trabajadores. “Tenemos hipotecas elevadas, precios inflados y ahora promesas de reducciones fiscales que llegan lentamente”, señaló Lisa Sturtevant, economista jefe de Bright MLS.

Y aunque las aplicaciones para hipotecas subieron un 9.4% la semana pasada, aún estamos lejos de los niveles anteriores a 2022. La política fiscal sola no resolverá la crisis estructural que muchos trabajadores enfrentan diariamente.

Un paso adelante, pero no el salto que se esperaba

En retrospectiva, esta política tiene elementos valiosos y puede representar un importante alivio para miles de familias. No obstante, su impacto debe contextualizarse. No sustituye un aumento al salario mínimo, ni aborda directamente la desigualdad estructural fiscal.

Se espera que en los próximos meses, el debate sobre su implementación y alcances continue. La clave estará en su ejecución, transparencia y capacidad de llegar realmente a quienes más lo necesitan. El tiempo dirá si fue solo una jugada política o un verdadero paso hacia un sistema más justo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press