Fortuna Düsseldorf y el caso Weissman: ¿valores, presión de la afición o censura?
Tras cancelar el fichaje del delantero israelí por sus comentarios sobre Gaza, el club alemán enfrenta críticas y debate sobre sus principios, libertad de expresión y acusaciones de antisemitismo
Una transferencia anulada en medio del fuego cruzado
Fortuna Düsseldorf, un club de la segunda división del fútbol alemán, se encuentra en el centro de una tormenta mediática y social tras cancelar el fichaje del delantero israelí Shon Weissman. ¿La razón? Publicaciones polémicas en redes sociales donde Weissman expresaba su apoyo a las acciones militares de Israel en Gaza. El club había avanzado en las negociaciones con el jugador del Granada CF, pero decidió no firmarlo tras recibir una ola de protestas por parte de aficionados. Estos consideraron inaceptables las posiciones políticas del jugador en relación con la guerra entre Israel y Hamas, desatada tras los ataques del 7 de octubre de 2023. El anuncio de la cancelación llegó sin explicación inmediata, pero días después Fortuna emitió un comunicado indicando que "las declaraciones de Weissman en redes sociales y el manejo posterior de las mismas no eran coherentes con los valores del club".¿Una decisión por principios o presión popular?
El presidente del club, Klaus Allofs, defendió la decisión, subrayando que el club consultó previamente con representantes de la comunidad judía en Düsseldorf. Señaló: “No diría que fue un error. Intentamos fichar a un jugador, y creo que eso es legítimo. También es parte de nuestros valores no limitarnos con prejuicios”. Sin embargo, muchos se preguntan si esta medida fue realmente una defensa de principios o una reacción al temor a la pérdida de apoyo del público y patrocinadores. La cancelación del fichaje ha abierto una grieta difícil de zanjar entre los derechos individuales de expresión y la responsabilidad social de los clubes deportivos en contextos extremadamente polarizados.¿De qué se acusa exactamente a Weissman?
Shon Weissman había compartido publicaciones en su cuenta personal de Instagram, ahora privada, donde expresaba su respaldo a la conducta militar de Israel en Gaza. Las publicaciones llegaron en un ambiente especialmente tenso, luego de que el 7 de octubre de 2023 militantes de Hamas perpetraran un ataque sorpresa en suelo israelí, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a otras 251. La respuesta militar de Israel ha sido acusada por organismos internacionales como desproporcionada, con estimaciones de decenas de miles de muertos en Gaza, así como destrucción masiva de infraestructura y un inminente riesgo de hambruna.Reacción dividida: antisemitismo, política y fútbol
La controversia ha generado un campo minado de opiniones. Algunos fanáticos vieron las publicaciones de Weissman como ofensivas e insensibles ante el sufrimiento civil en Gaza, acusando al jugador de intolerancia. Otros, dentro y fuera de Alemania, han denunciado la decisión del club como una forma encubierta de antisemitismo. El propio Allofs consideró “absurda” esa acusación: “Nos hemos tomado el tiempo para entender la situación y hemos hablado con gente de la comunidad judía. Tomamos esta decisión con respeto. No se trata de antisemitismo, sino de coherencia con nuestros valores”.La creciente presión social en el deporte
Fortuna Düsseldorf no es el primer club que enfrenta este tipo de dilemas. La creciente politización de los contenidos en redes sociales y la hipersensibilidad en contextos socio-políticos complejos tienen un impacto directo en el deporte profesional mundial. En 2021, el futbolista egipcio Mohamed Aboutrika pidió el boicot de la camiseta arcoíris usada en apoyo al movimiento LGTBIQ+ por algunos clubes europeos. Aunque sus comentarios fueron criticados, no hubo consecuencias contractuales por parte de entidades deportivas. A diferencia de Weissman, otros deportistas como Mesut Özil también han hecho declaraciones inflamatorias (en su caso, contra el trato que China da a la minoría uigur), sin perder contratos profesionales de inmediato. El contexto y el lugar parecen ser factores determinantes.¿Dónde termina la política y empieza el deporte?
El deporte ha sido históricamente terreno fértil para protestas, activismo y declaraciones políticas. Basta recordar el saludo del Black Power en los Juegos Olímpicos de 1968 por Tommie Smith y John Carlos, o más recientemente las protestas arrodillándose durante el himno nacional en la NFL en EE.UU., encabezadas por Colin Kaepernick. Pero en estos casos, las entidades deportivas con frecuencia no actúan hasta que la presión pública es abrumadora. Lo mismo ocurre hoy con redes sociales: un solo post puede iniciar una cascada de consecuencias. Y más aún si el conflicto en cuestión es uno tan polarizante y sangriento como el que enfrenta a Israel y Palestina.La doble vara en la libertad de expresión
Muchos observadores ven un doble estándar preocupante. ¿Por qué declaraciones que respaldan a ciertos gobiernos o causas permanecen sin sanción, mientras otras son castigadas de inmediato? ¿Es una cuestión de contenido, contexto o simplemente de percepción de amenaza a la reputación del club? Weissman no emitió declaraciones de odio ni incitó a la violencia. Manifestó una opinión política, con la que se puede estar o no de acuerdo. Sin embargo, el entorno del fútbol alemán —históricamente sensible por motivos obvios relacionados a su pasado con el antisemitismo— responde con una precaución extrema.El dilema de Weissman: ¿víctima, imprudente o símbolo?
Para algunos críticos, Weissman debió haber considerado el contexto europeo y moderado su discurso. Otros lo defienden por ejercer su libertad de expresión, especialmente en un momento doloroso para muchos israelíes. El atacante ya había experimentado consecuencias: en octubre de 2023, se quedó fuera de un partido de LaLiga contra Osasuna por amenazas creíbles derivadas de esas mismas publicaciones. Nacido en Haifa, Weissman ha sido internacional con la selección de Israel y ha jugado en Austria, España e Israel. Su carrera ahora podría entrar en una fase incierta, dependiendo de cómo otros clubes interpreten esta situación.¿Qué valores defiende realmente Fortuna Düsseldorf?
El club afirma tener una visión integradora y libre de prejuicios. Pero tras esta decisión, muchos se preguntan si dichos valores incluyen la tolerancia hacia posturas pro-israelíes fervientes. Resulta paradójico: al cancelar un fichaje bajo presión pública por una publicación considerada divisiva, el club alimenta, precisamente, la división. ¿No habría sido mejor fomentar un espacio de diálogo, o al menos explicar con mayor transparencia los fundamentos éticos de su decisión?¿Qué nos dice esto sobre el futuro del deporte?
Vivimos una era donde el deportista ya no puede ser solo un atleta. Hoy es influencer, embajador, figura política, exigido a cumplir ideales sociales y empresariales que trascienden al campo de juego. Es una carga pesada que, como en este caso, puede derivar en cancelaciones de contratos incluso antes de que empiecen. Fortuna Düsseldorf, sin quererlo, se ha convertido en un ejemplo de los desafíos éticos del fútbol moderno. Su historia con Weissman no es solo la cancelación de un fichaje: es un espejo que refleja los dilemas de una época donde cada frase pesa más que un gol y donde los clubes viven bajo la lupa de la opinión pública. El caso está lejos de cerrarse. No solo para Weissman, sino para todos los clubes que, en el futuro, tendrán que decidir si fichan talento o valores. Y lo harán mientras caminan en el filo siempre peligroso de las redes sociales. Este artículo fue redactado con información de Associated Press