¿Redibujar la democracia?: El nuevo frente de batalla político en EE.UU.

Entre la defensa de la equidad electoral y las estrategias partidistas, el rediseño de distritos vuelve al centro del debate político

Una guerra geográfica por el poder

En un país donde las elecciones definen más que el próximo presidente —establecen quiénes dictarán desde el Congreso y controlarían recursos federales—, el rediseño de los distritos electorales se ha convertido en el nuevo campo de batalla. Si bien el censo cada 10 años activa esta redistribución, algunos estados están adelantando maniobras con marcadas implicaciones políticas. Este fenómeno, conocido como redistritaje fuera de ciclo, no solo ha provocado controversia, sino que ha movilizado a pesos pesados políticos como el expresidente Barack Obama.

California vs. Texas: Un espejo roto

Barack Obama, quien durante su mandato afirmó que creía en una democracia inclusiva y representativa, ha respaldado recientemente la estrategia del gobernador de California, Gavin Newsom, de rediseñar los mapas electorales de manera «responsable» si los estados republicanos continúan manipulando los suyos. "Vamos a hacerlo solo si Texas u otros estados republicanos siguen adelante con sus maniobras", afirmó Obama en un evento en Martha’s Vineyard donde se recaudaron $2 millones para el Comité Nacional Democrático de Redistribución de Distritos.

Texas se ha convertido en el epicentro de esta tormenta política. Allí, una propuesta republicana para crear cinco nuevos distritos favorables al partido fue impulsada con fuerza por el expresidente Donald Trump, quien busca asegurar la Cámara de Representantes en las elecciones de 2026. En respuesta, legisladores demócratas huyeron del estado para evitar el quórum, en una táctica de resistencia pocas veces vista.

La paradoja californiana y su “independencia” cuestionada

California había sido un modelo de reforma electoral luego de que, en 2010, los votantes aprobaron la creación de una comisión independiente para regir el rediseño de distritos. Sin embargo, la mayoría demócrata ha propuesto una reforma que podría traducirse en cinco nuevos escaños para su partido en la Cámara de Representantes, otorgando a los demócratas 48 de los 52 distritos del estado.

La medida, si bien temporal y supeditada a que los republicanos actúen en otros estados, ha levantado dudas. ¿Dónde queda la independencia de la comisión? ¿Se justifica romper las reglas "sólo esta vez"?

Obama ha defendido este enfoque: "Es una medida inteligente, pensada para responder a un problema particular, en un momento muy específico".

Gerrymandering: El arte de elegir a tus votantes

El gerrymandering, o manipulación política de distritos electorales, se remonta al siglo XIX. El término proviene de Elbridge Gerry, gobernador de Massachusetts en 1812, quien firmó un proyecto de ley para redibujar distritos de manera irregular para favorecer a su partido. La palabra combina su apellido con “salamander” (por la extraña forma de uno de los distritos creados).

Hoy en día, sigue siendo una herramienta poderosa. Según el Brennan Center for Justice, al menos 20 escaños en la Cámara están directamente influenciados por redistritajes partidistas. En algunos estados como Carolina del Norte, los tribunales han intervenido reiteradamente para evitar abusos.

El peso de las voces demócratas

Figuras como Nancy Pelosi y Eric Holder —exfiscal general de EE. UU.— han señalado que el republicanismo moderno parece menos interesado en una representación justa y más en mantener su relevancia política. Holder, como presidente del Comité Nacional Demócrata de Redistribución, ha encabezado demandas en varios estados para impugnar mapas supuestamente manipulados por los republicanos.

Si no respondemos con fuerza, perderemos la capacidad de construir una democracia verdaderamente inclusiva”, ha dicho Holder en repetidas ocasiones.

¿Qué dicen los republicanos?

Desde el ala conservadora se niega la acusación de manipulación. El argumento suele ser que los cambios reflejan el crecimiento poblacional y que los demócratas no tienen problema en modificar mapas cuando les conviene. El congresista texano Dan Crenshaw declaró: "Los demócratas sólo creen en las reglas cuando ganan".

Sin embargo, muchos expertos indican que el rediseño en Texas no solo busca reflejar el crecimiento poblacional (particularmente entre hispanos y afroamericanos), sino que diluye intencionalmente su representación al dividirlos en distintos distritos. Es una estrategia conocida como cracking.

Un problema con consecuencias nacionales

El control de la Cámara de Representantes depende en gran parte de distritos competitivos. Las elecciones de 2026 podrían ser decididas por una decena de escaños, todos impactados por esta nueva ola de rediseños. Aun cuando los votantes no cambien de opinión, un cambio en las fronteras del distrito puede alterar el resultado radicalmente.

Además, esta tendencia amenaza con debilitar la credibilidad del sistema democrático. Si los votantes perciben que las reglas se cambian adrede para manipular resultados, aumenta la desconfianza, el abstencionismo y la polarización.

¿Soluciones a la vista?

Varios estados han intentado implementar comisiones independientes como solución al problema. Según datos del Centro Nacional para Estadísticas Electorales, 18 estados ya utilizan algún mecanismo independiente o bipartidista para trazar distritos. Aun así, en muchos casos esas comisiones enfrentan presiones o son anuladas por mayorías legislativas.

También se han presentado esfuerzos federales. El proyecto de ley For the People Act intentaba hacer obligatoria la implementación de comisiones independientes y establecer criterios para eliminar el gerrymandering, pero fue bloqueado en el Senado en 2021.

¿Una democracia a la carta?

Los Estados Unidos están atrapados en un dilema: si un partido usa estrategias agresivas para asegurarse ventajas sistemáticas, ¿qué debe hacer el oponente? ¿Responder con las mismas armas o respetar normas y arriesgar perder poder de representación?

Obama cree tener la respuesta: resistencia con límites. Al apoyar la estrategia de Newsom de usar el rediseño como herramienta temporal y condicionada, promueve una respuesta proporcional sin renunciar a los principios fundamentales. Pero otros cuestionan si esta flexibilidad no abre la puerta a una pendiente resbaladiza.

El impacto más allá del Congreso

No todo se trata del Congreso. El redibujo de distritos también afecta a legislaciones locales, justicia electoral, fondos escolares y representación de minorías. Un mapa puede diluir el voto hispano o afroamericano sin eliminarlo, simplemente esparciendo a los votantes entre distritos donde su influencia se reduce.

La Corte Suprema, en Rucho v. Common Cause (2019), dictaminó que el gerrymandering partidista es un tema “no justiciable”, es decir, que no corresponde a la justicia intervenir. Fue un punto de inflexión: dejó el problema exclusivamente en manos de los estados o del Congreso.

Un llamado al compromiso ciudadano

La lucha por distritos justos no se resuelve solo en despachos. Requiere participación ciudadana activa. En California, los votantes decidirán en noviembre si permiten que Newsom adelante el rediseño. Su voto no será sobre líneas en un mapa, sino sobre el equilibrio de la democracia.

Como dijo Andrea Lee, madre y docente que batalla por los derechos educativos de sus hijos en Michigan: “Cuando la justicia duerme, David tiene que levantar la piedra y apuntar”. En este caso, los ciudadanos son ese David. La piedra, su voto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press