¿Hay vida en Marte? El rover Perseverance y el sedimento que podría cambiarlo todo

El hallazgo de rocas en un antiguo canal fluvial marciano ha encendido nuevamente el debate sobre la posibilidad de vida pasada en el planeta rojo.

Una promesa enterrada en el polvo marciano

Desde su aterrizaje en febrero de 2021 en el cráter Jezero, el rover Perseverance de la NASA ha recorrido decenas de kilómetros en busca de las huellas más esquivas del universo: signos de vida antigua. Ahora, un nuevo descubrimiento ha avivado una vez más la imaginación de científicos y entusiastas del espacio por igual: estructuras microscópicas y compuestos químicos que podrían —o no— ser fruto de procesos biológicos.

El canal seco que habla del pasado

La zona conocida como Neretva Vallis, una antigua desembocadura fluvial en el cráter Jezero, fue el escenario donde Perseverance hizo uno de sus hallazgos más significativos. Allí, el róver se encontró con una formación rocosa sedimentaria apodada Bright Angel. En ella, las cámaras y espectrómetros del robot detectaron sustancias y estructuras que resaltan por su potencial biológico.

¿Qué encontró exactamente?

El equipo liderado por Joel Hurowitz, investigador de la Universidad de Stony Brook, encontró una combinación intrigante de elementos en las muestras recolectadas:

  • Ladrillos orgánicos: trazas de carbono orgánico, un elemento fundamental para la vida tal como la conocemos.
  • Compuestos de hierro: gránulos minúsculos ricos en fosfato e hierro (conocidos como "semillas de amapola" y "manchas de leopardo"). En la Tierra, estos compuestos son típicamente subproductos de la actividad microbiana.

Si bien estos indicios no constituyen una prueba definitiva de vida pasada, expertos como Janice Bishop del Instituto SETI y Mario Parente de la Universidad de Massachusetts Amherst calificaron el hallazgo como un "descubrimiento emocionante" que merece un análisis riguroso.

Cuando la ciencia necesita paciencia

El gran reto ahora es que las muestras aún se encuentran en Marte. Perseverance ha recolectado 30 muestras hasta la fecha —el objetivo es llegar a 36—, y de esas, diez ya fueron depositadas como respaldo en la superficie del planeta. El plan original de la NASA era traer las muestras a la Tierra en la década de 2030, pero los costos crecientes (estimados en más de $11 mil millones) y desafíos logísticos han retrasado esa misión al menos hasta los años 2040.

Mientras tanto, los científicos deben valerse de experimentos en la Tierra que simulan las condiciones marcianas. En palabras de Hurowitz: “Hasta que tengamos esas muestras en nuestras manos, dependemos de los sustitutos terrestres para evaluar la viabilidad de vida antigua en Marte.”

La importancia del cráter Jezero

El cráter donde aterrizó Perseverance es particularmente interesante. Se cree que hace más de 3.500 millones de años, fue el delta de un río que transportaba sedimentos y agua, ingredientes clave para la vida. Anteriormente, la NASA ya había detectado minerales arcillosos, habitualmente formados en presencia de agua, lo cual lo convirtió en el candidato ideal para el aterrizaje del explorador marciano.

La química de la vida… o del clima marciano

Una pregunta central sigue siendo: ¿estos compuestos se formaron debido a procesos biológicos o simplemente por reacciones químicas sin intervención de organismos vivos? La Tierra nos muestra que algunos microorganismos —especialmente en ambientes extremos como lagos antárticos— interactúan con minerales generando compuestos similares a los encontrados por Perseverance.

De hecho, Bishop y Parente subrayan en una editorial publicada en Nature que, de existir vida microbiana en el Marte ancestral, podría haber interactuado con minerales de sulfato para formar compuestos de sulfuro en ambientes similares a los detectados en el cráter Jezero. Eso abre una ventana fascinante, sin importar cuál sea la conclusión final.

La historia de la búsqueda marciana

Este descubrimiento se suma a una larga historia de exploración marciana. Desde las sondas Viking en los años 70, pasando por los róvers Spirit y Opportunity, hasta Curiosity y ahora Perseverance, cada misión ha aportado piezas clave en un rompecabezas aún incompleto.

Un ejemplo: Curiosity encontró en 2013 compuestos orgánicos simples en rocas sedimentarias, pero fue muy limitado en su capacidad para relacionarlos con procesos vivos. Perseverance, en cambio, fue diseñado con herramientas mucho más avanzadas, y por eso las expectativas con esta misión han sido tan altas.

¿Realmente estamos cerca de responder la gran pregunta?

En términos de la ciencia, "cerca" es un concepto relativo. El hallazgo en Neretva Vallis es el candidato más sólido hasta la fecha en la búsqueda de biofirmas marcianas. Pero aún estamos a años —si no décadas— de poder verificar las muestras en laboratorios terrestres.

Como dice Hurowitz: “Sería increíble demostrar de forma concluyente que estas estructuras fueron formadas por algo que estuvo vivo hace miles de millones de años en otro planeta. Pero incluso si no lo logramos, habremos aprendido cómo la naturaleza puede engañarnos de formas asombrosas.”

¿Qué puede aportar esto a la humanidad?

Más allá de la fascinación por la posibilidad de que no estemos solos en el universo, este tipo de hallazgos tiene implicaciones enormes para la ciencia planetaria, la biología y hasta la filosofía. Demostrar vida fuera de la Tierra (pasada o presente) cambiaría para siempre nuestra comprensión del lugar que ocupamos en el cosmos.

Además, aprender cómo surge y persiste la vida en condiciones extremas también puede inspirar nuevos tratamientos médicos, procesos bioquímicos o tecnologías sustentables basadas en la resistencia de los procesos biológicos.

Lo que sigue: misiones, dudas y esperanza

El futuro inmediato depende de varios factores: en primer lugar, financiamiento para la misión de retorno de muestras. NASA está evaluando alternativas más económicas y eficientes, lo cual, si tiene éxito, podría acelerar el calendario previsto.

Otra opción es delegar parte del trabajo a misiones internacionales, como las agencias espaciales europea (ESA) o japonesa (JAXA), que ya colaboraron en instrumentos clave de Perseverance.

El verdadero sueño sería que astronautas humanos llegaran a Marte en las próximas décadas, recolectaran las muestras directamente y ayudaran a establecer una base científica permanente.

El veredicto: ¿se encontró vida o no?

La respuesta corta es: aún no. Lo que se ha revelado en el canal de Neretva Vallis puede representar el primer eslabón más fuerte de vida antigua fuera de la Tierra, o simplemente una ilusión geológica creada por procesos no biológicos. Pero ese es precisamente el arte de la ciencia: explorar, dudar, comprobar… y maravillarse.

Mientras tanto, Perseverance sigue trabajando 24/7 en uno de los entornos más inhóspitos del sistema solar. Cada roca perforada, cada imagen capturada y cada grano de sedimento almacenado nos acerca, poco a poco, a responder una de las preguntas más fundamentales de la humanidad:

¿Estamos solos en el universo?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press