Crisis sanitaria en Indonesia: el programa de comidas escolares gratuitas enfrenta su primera gran prueba

Miles de niños sufren intoxicación alimentaria mientras el gobierno defiende un ambicioso plan de $28 mil millones para combatir la malnutrición

Una promesa convertida en pesadilla

Lo que comenzó como una promesa electoral para combatir la desnutrición infantil en Indonesia ha generado preocupación nacional e internacional. El programa de comidas escolares gratuitas, impulsado por el presidente Prabowo Subianto, ha provocado la intoxicación alimentaria de más de 5,000 estudiantes en varias partes del país, particularmente en la provincia de Java Occidental.

Imágenes que se han difundido en la televisión local muestran hospitales saturados, niños llorando de dolor, tomándose el abdomen, y ambulancias trasladando a decenas de menores afectados por alimentos presuntamente contaminados. ¿Qué salió mal en un proyecto con un objetivo tan noble?

El programa “Comida Nutritiva Gratis”: Escala y ambición

Lanzado en enero de 2025, el plan “Comida Nutritiva Gratis” tiene como objetivo proporcionar nutrición adecuada a cerca de 90 millones de niños y mujeres embarazadas en Indonesia, el país más poblado del sudeste asiático con más de 282 millones de personas. Se proyecta que el presupuesto total del programa sea de nada menos que $28,000 millones de dólares hasta 2029.

Sin embargo, la ejecución ha estado lejos de ser perfecta. Según el jefe de la Agencia Nacional de Nutrición, Dadan Hindayana, se han cocinado 1,000 millones de raciones desde el inicio del programa, y los 4,711 casos identificados representarían solo una fracción del total. “Por supuesto, aún podemos mejorar”, declaró.

Los brotes más graves y la reacción nacional

La peor parte de la crisis ocurrió en Bandung, Java Occidental, donde más de 470 estudiantes enfermaron en un solo día. A esto se sumaron nuevas intoxicaciones en Sukabumi y otras regiones a lo largo de la misma semana, elevando el número de afectados en la provincia a más de 1,700.

Los síntomas incluyen dificultad para respirar, náuseas, vértigo y dolores abdominales, señales preocupantes de una intoxicación alimentaria severa. El gobierno ha suspendido temporalmente las cocinas en las escuelas donde se identificaron casos, y equipos de nutricionistas y trabajadores de salud han sido desplegados como respuesta de emergencia.

¿Una crisis evitable? Expertos opinan

Organizaciones independientes como la Red de Monitoreo Educativo de Indonesia y el Centro para Iniciativas Estratégicas del Desarrollo de Indonesia (CISDI) exigen la suspensión inmediata del programa y una evaluación exhaustiva.

“El número de casos reportados representa solo la punta del iceberg”, advirtió Diah Saminarsih, directora ejecutiva de CISDI. El temor es que muchas familias no estén reportando los incidentes por temor a represalias o por desconfianza en las autoridades.

Por su parte, Ubaid Matraji, coordinador de la Red de Monitoreo Educativo, fue contundente: “Este programa ha fracasado por completo. Hacemos un llamado al presidente Prabowo para detenerlo inmediatamente y priorizar la seguridad de los niños sobre cualquier objetivo político”.

¿Qué dicen los datos?

  • 1,000 millones de raciones de alimentos servidas desde enero.
  • 4,711 casos oficiales de intoxicación registrados por la Agencia de Nutrición.
  • 5,207 según el Ministerio de Salud.
  • 5,320 casos más reportados por la Agencia de Supervisión de Fármacos y Alimentos.

Los datos no coinciden y eso genera más dudas. Algunos expertos, como Saminarsih, aseguran que la discrepancia apunta a una falta de coordinación y transparencia dentro del propio gobierno.

Una evaluación necesaria

El programa tiene buenas intenciones pero requiere un enfoque totalmente reformulado. Desde la selección de proveedores hasta los niveles de supervisión sanitaria, es evidente que hay falencias estructurales que han puesto en peligro la salud de miles de niños.

El gobernador de Java Occidental, Dedi Mulyadi, lo expresó claramente: “Estamos enfocados ahora en cómo asistir a los niños afectados y ayudarlos a superar tanto el trauma emocional como el físico”.

Una mirada política

El escándalo ocurre en medio de una luna de miel presidencial. Subianto apenas asumió el cargo recientemente con el objetivo de consolidar su imagen como protector de las masas. Este ambicioso plan alimentario era central en su plataforma.

No obstante, los errores de implementación amenazan con convertir una gran bandera política en un lastre, especialmente si la oposición y organizaciones internacionales comienzan a levantar la voz.

¿Qué viene ahora?

A pesar de las críticas, el gobierno insiste en que el programa seguirá adelante. Hindayana declaró que los casos de intoxicación representan menos del 0.0005% del total de comidas servidas. No obstante, en salud pública, incluso un margen tan pequeño puede traducirse en una catástrofe humana si el universo de afectados es tan grande como se proyecta.

Mientras los expertos llaman a suspender temporalmente el programa para garantizar su mejora, el temor social crece. Padres y madres se preguntan si pueden confiar en los alimentos que sus hijos reciben en la escuela.

Lecciones para Indonesia y el mundo

Proveer alimentación a gran escala en un país como Indonesia no es tarea sencilla. Los mismos desafíos que enfrenta este programa —logística, salubridad, control de calidad, y respuestas de crisis— aplican para cualquier país que decida emprender una política pública de esta magnitud.

Pero esta experiencia demuestra que incluso el plan mejor financiado puede interrumpirse por simples errores de inspección o desesperación política por cumplir promesas sin organizar primero una infraestructura adecuada.

Tal como expresó el analista político y sociólogo Muhammad Qodari: “Estamos pagando ahora las consecuencias de haber acelerado un programa nacional sin haber trazado antes las rutas mínimas de control institucional”.

¿Podrá el gobierno indonesio reconducir el proyecto antes de que otra tragedia alimentaria sacuda al país? Por ahora, lo importante es evitar más tragedias. Alimentar a los niños no debe ser un riesgo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press