Fútbol bajo presión: el polémico llamado de Turquía para suspender a Israel y el papel de la FIFA

En medio del conflicto en Gaza, la política internacional se cuela en las canchas mientras crece la presión sobre las instituciones del fútbol global

El fútbol como escenario político: la postura de Turquía

El viernes pasado, Turquía se convirtió en el primer país miembro de la UEFA en pedir públicamente la suspensión de Israel del fútbol internacional, debido a la actual situación humanitaria en Gaza. En una carta dirigida a los líderes del fútbol mundial, el presidente de la Federación Turca de Fútbol, Ibrahim Haciosmanoglu, calificó de “inhumana e inaceptable” la situación, y acusó a organizaciones como la UEFA y la FIFA de guardar un silencio cómplice.

Ha llegado el momento de que la FIFA y la UEFA actúen”, afirmó Haciosmanoglu, en declaraciones recogidas por la agencia Anadolu. Argumentó que el fútbol no puede ser ajeno a los valores cívicos que dice promover y pidió medidas ante los hechos que ocurren sobre el terreno en Gaza.

¿Puede el deporte mantenerse al margen de la política?

El fútbol, históricamente, ha sido un reflejo de la política mundial. Desde el boicot africano al Mundial de 1966 por la posición de la FIFA sobre la clasificación de África, hasta la reciente exclusión de Rusia de diversas competencias tras la invasión a Ucrania, las decisiones geopolíticas se han colado —inevitablemente— en los campos de juego.

En este contexto, Turquía asume una postura clara y desafiante al solicitar la suspensión de Israel, justo cuando el país intenta clasificarse para el Mundial de 2026, cuya fase previa se encuentra en curso. Haciosmanoglu citó que el fútbol “es un lenguaje universal que une culturas” y, por ello, debe pronunciarse ante lo que considera crímenes humanitarios.

Presiones crecientes: Europa, Estados Unidos y el conflicto

Además de Turquía, el ambiente en Europa también comienza a generar presión. En Noruega, donde se enfrentará próximamente a Israel en un partido clasificatorio, la federación local ha decidido donar los beneficios de la venta de entradas del encuentro a la ONG Médicos Sin Fronteras, en apoyo a los esfuerzos humanitarios en Gaza. En Italia, donde se jugará otro partido contra Israel, ya se alzan voces políticas solicitando una revisión del calendario.

Estados Unidos, por su parte, ha adoptado una posición contraria: el Departamento de Estado anunció que trabajará activamente para detener cualquier intento de excluir a Israel de las competiciones internacionales, como la Copa del Mundo. Esta postura es coherente con los fuertes lazos entre el gobierno estadounidense y la administración israelí.

Y en la cúpula del fútbol mundial, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, no parece inclinado a apoyar medidas sancionadoras contra Israel. Aliado cercano de los organizadores del Mundial 2026 (Estados Unidos, Canadá y México), su liderazgo está bajo observación ante una de las decisiones más sensibles de su gestión.

El precedente histórico de Israel en el fútbol

La relación de Israel con las confederaciones futbolísticas ha sido, desde hace décadas, fuente de controversia. Tras competir en la Confederación Asiática en los años 60, fue excluido en 1974 tras presiones de países árabes y musulmanes, y desde 1994 es miembro de pleno derecho de la UEFA.

Su única participación en una Copa del Mundo fue en 1970, cuando compitió en la zona intercontinental ante equipos de Oceanía. Desde entonces, sus avances en la escena mundial han sido esporádicos, aunque sus selecciones menores han mostrado progresos últimamente.

Lo que dice el derecho internacional y los entes deportivos

Según los estatutos de la FIFA y la UEFA, un país puede ser suspendido si su situación atenta contra los valores fundamentales del deporte o si sus acciones interfieren gravemente con el funcionamiento del fútbol en otros países. Sin embargo, estas decisiones rara vez se toman sin precedentes judiciales o dictámenes internacionales firmes.

En este caso, un informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha acusado recientemente a Israel de haber cometido actos que se clasifican como “genocidio” en el enclave de Gaza. Aunque aún en fase de investigación y no ratificado por otros organismos, el informe ha sido citado como argumento moral por Turquía y otros sectores afines a esta causa.

La postura ambigua de la UEFA

La UEFA, cuya comisión ejecutiva está compuesta por 20 miembros, considera una votación para excluir o no a Israel. La posibilidad de una mayoría para hacerlo está sobre la mesa, aunque el tiempo para discutir estos temas es limitado.

Un aspecto curioso es que uno de los integrantes actuales del comité ejecutivo es el presidente de la Asociación de Fútbol de Israel, Moshe Zuares, quien fue electo recientemente. Su presencia podría complicar un posible consenso, aunque debe abstenerse de votar si el tema concierne directamente a su federación.

¿Qué otras voces se han pronunciado?

  • Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, condenó el accionar militar de Israel tras el ataque a Gaza y pidió una revisión del papel del país en eventos deportivos europeos.
  • Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, mantiene desde hace tiempo una postura frontal contra Israel. En julio calificó al país como un “Estado terrorista”, acusándolo de desestabilizar la región con sus políticas en Siria y Gaza.
  • Organizaciones deportivas internacionales han emitido declaraciones genéricas, pero aún no han tomado acciones concretas similares a las observadas en conflictos anteriores (como el caso Rusia-Ucrania).

Las consecuencias deportivas: ¿qué sigue?

Israel tiene compromisos destacados en el calendario clasificatorio para el Mundial 2026. El 11 de octubre, debe visitar Oslo para enfrentar a Noruega y tres días después a Italia en Udine. Una suspensión a estas alturas generaría un caos organizativo, además de una reacción global sobre el papel del deporte en contextos geopolíticos.

Hasta ahora, la FIFA no ha emitido una postura definitiva; sin embargo, hay una reunión programada de su consejo rector el próximo jueves en Zúrich, donde el asunto podría ser discutido o, al menos, mencionado. Infantino presidirá el encuentro.

¿Puerta abierta a suspensiones?

Si la presión política continúa escalando, especialmente desde Europa y América Latina —donde hay también movimientos sociales que protestan por los lazos entre el deporte y gobiernos en conflicto—, el tema podría llegar a votación en instancias superiores. La FIFA ya ha sancionado a federaciones por otros motivos recientemente, como lo fue la Asociación de Fútbol de Malasia por utilizar documentación falsificada para nacionalizar jugadores.

Cabe recordar que el fútbol internacional ya ha cruzado esta línea en casos anteriores. Sudáfrica fue suspendida durante su periodo de apartheid, Rusia tras la invasión a Ucrania y Yugoslavia durante las guerras balcánicas. En todos los casos, hubo presiones multilaterales y precedentes diplomáticos sustanciales.

¿Podría Israel ser el próximo caso? La respuesta depende, como siempre, del equilibrio entre ética, geopolítica y poder institucional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press