La batalla del cierre del gobierno en EE. UU.: ¿Crisis política o estrategia electoral?
Análisis del estancamiento en el Congreso, las tensiones entre Trump y la oposición, y el costo humano de una parálisis que podría moldear las elecciones de 2026
Por más de una semana, el gobierno federal de los Estados Unidos ha estado paralizado. El Congreso se encuentra inmovilizado, los sueldos federales en pausa, y el epicentro del conflicto gira —una vez más— en torno al sistema de salud y a las rivalidades políticas que podrían definir el futuro del país.
Un cierre que no se disfraza: lucha ideológica en el corazón de Washington
El Capitolio se ha vuelto una fortaleza cerrada. Las visitas guiadas se han suspendido, la Cámara de Representantes mantiene sus puertas cerradas y el Senado, envuelto en una serie de votaciones fallidas, no ha logrado avanzar hacia un acuerdo para reabrir el gobierno.
En el centro de esta crisis se encuentra el estancamiento sobre los subsidios autorizados por la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA o "Obamacare"). Los subsidios ampliados durante la pandemia de COVID-19, que llevaron a un récord de 24 millones de personas inscritas en los planes del ACA, están por expirar. Los demócratas exigen su renovación inmediata para evitar aumentos drásticos en las primas de seguros; los republicanos insisten en que se considere después, una vez el gobierno reabra.
Trump, protagonista incansable del drama
Este impasse ha sido agravado por las amenazas del expresidente Donald Trump, quien ha sugerido despedir masivamente a empleados federales y negarles el pago retroactivo habitual una vez finalice el cierre. Esta postura rompe con la práctica histórica de compensar el tiempo perdido de los trabajadores durante cierres gubernamentales —incluso durante conflictos políticos intensos pasados— y ha causado alarma tanto en legisladores como en los empleados federales afectados.
"Quiero un gran sistema de salud para la gente", dijo Trump en público, para horas más tarde exigir que se reabra el gobierno primero. El juego de mensajes contradictorios refleja una estrategia de presión y posicionamiento que algunos interpretan como parte de su campaña velada hacia las elecciones de 2026.
La salud pública como rehén político
Los demócratas han señalado la urgencia del momento. Según el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, “decenas de millones de personas están por enfrentar un aumento dramático en los costos de seguro de salud. ¿Cómo puede considerarse eso aceptable en el país más rico de la historia?”
Su crítica se dirige especialmente al presidente de la Cámara, Mike Johnson, quien decidió suspender las sesiones legislativas y enviar a los legisladores a sus distritos. Mientras tanto, los estadounidenses reciben las cartas de renovación con nuevas tarifas que, en algunos casos, aumentan hasta en un 30% (según datos de la Kaiser Family Foundation sobre mercados del ACA).
¿Dónde están las negociaciones?
Senadores como Susan Collins de Maine han presentado propuestas bipartidistas como vía de escape, pero no han avanzado. Las conversaciones entre bastidores existen, aunque carecen de estructura formal. Algunos miembros del Senado, incluyendo a Bernie Sanders y Angus King, insisten en que sólo mediante negociación se podrá avanzar. Sin embargo, Sanders advirtió desde el pleno del Senado: “Tienes que negociar. Así es como funciona esto”.
Datos contundentes: costos humanos de la parálisis
- Más de 800.000 empleados federales se verán sin pago en las próximas semanas si continúa el cierre.
- Los subsidios al ACA representan una reducción media de $800 al año por hogar, según estimaciones del Center on Budget and Policy Priorities.
- Los cierres anteriores han costado al gobierno federal cerca de $11 mil millones, como ocurrió en el cierre de 2018-2019 (Congressional Budget Office).
Estos datos ayudan a entender el impacto real que va más allá del debate político en Washington. Para millones, esta lucha parlamentaria significa elegir entre mantener su seguro médico o pagar la renta.
¿El comienzo de una estrategia para 2026?
Ambos lados capitalizan la situación con vistas a las elecciones intermedias. Los demócratas han compartido un memorando de su PAC mayoritario donde afirman que la narrativa de los subsidios a la salud está “conectando” con el electorado. Por otra parte, los republicanos están usando la economía como arma de campaña, elaborando mapas distrito por distrito de cuánto se pierde en ingresos si continúa el cierre y poniéndolo en manos de los candidatos.
El "One Big Beautiful Bill Act" de Trump, aprobado meses atrás, ignoró aspectos clave de salud para enfocarse en recortes fiscales selectivos, un punto que los demócratas también están utilizando para argumentar falta de visión a largo plazo por parte del Partido Republicano.
Política disfrazada de justicia: el caso Comey como telón de fondo
Como un episodio paralelo de esta tormenta política, el exdirector del FBI James Comey comparece ante la justicia acusado de mentir al Congreso. Aunque el caso es altamente polémico, sirve como ejemplo de cómo las instituciones están siendo utilizadas como instrumentos partidistas. Comey mantiene su inocencia y ha declarado públicamente: “Confío en el sistema judicial, y soy inocente. Así que tengamos un juicio”.
Sin embargo, la impresionante cadena de eventos detrás del caso —incluyendo la presión pública de Trump sobre su fiscal general para aplicar cargos antes del vencimiento de plazos— refuerza las preocupaciones sobre la politización de la justicia en Estados Unidos.
¿Y ahora qué?
Todo indica que el cierre continuará. El Senado planea nuevas votaciones, pero los resultados serían idénticos: estancamiento. Lo que se juega es más que subsidios de salud o salarios del gobierno: se trata del rumbo que llevará la política estadounidense en años venideros.
Este episodio es un microcosmos de problemas más grandes: el debilitamiento del bipartidismo, el uso del sistema judicial como herramienta política, y el deterioro de la confianza ciudadana en los legisladores, cuya aprobación cayó a solo 17% según una encuesta reciente de Gallup.
En Bruselas dicen que “un buen compromiso deja a todos descontentos”. En Washington, ni siquiera se está intentando llegar a uno.
Redactado por: Equipo de análisis político