¿Quién traza las líneas del poder? Rediseño electoral y la fragilidad de la democracia en Carolina del Norte
El nuevo mapa electoral en Carolina del Norte pone en jaque la representación afroamericana y reaviva el debate sobre los intereses partidistas y la equidad en los procesos democráticos.
Una jugada estratégica con nombre y apellido
Carolina del Norte, como muchos estados en Estados Unidos, se ha convertido en una especie de tablero de ajedrez donde las fichas políticas se mueven con precisión quirúrgica. La reciente aprobación en el Senado estatal de un nuevo mapa congresional tiene un objetivo claro: asegurar un escaño más para el Partido Republicano en la Cámara de Representantes de cara a las elecciones de 2026.
Según declaró abiertamente el senador estatal y artífice del plan, Ralph Hise: “La motivación detrás de este rediseño es simple y singular: dibujar un nuevo mapa que traiga un escaño adicional republicano a la delegación del Congreso de Carolina del Norte”. Más claro, imposible.
El epicentro del conflicto: el Distrito 1
El punto focal del rediseño es el Distrito 1, representado actualmente por el demócrata Don Davis, uno de los tres legisladores afroamericanos del estado. El nuevo plan elimina varios condados tierra adentro de esta jurisdicción y los sustituye por otros costeros, inclinando significativamente la balanza hacia la derecha.
Este distrito ha sido históricamente una zona clave para la representación afroamericana. Durante más de tres décadas, ha elegido a legisladores negros que reflejaban las preocupaciones y aspiraciones de sus electores. Pero esa historia se ve amenazada.
“No es meramente un acto político —es una regresión moral”, sentenciaron los exrepresentantes del Distrito 1, Eva Clayton y G.K. Butterfield. En su comunicado conjunto, argumentaron que el rediseño “socava la representación de los afroamericanos y debilita la promesa de elecciones justas y de igualdad de voz”.
El nuevo mapa: estadísticas en perspectiva
Bajo el mapa electoral utilizado en 2022, los republicanos y demócratas compartieron equitativamente los 14 escaños de Carolina del Norte, con un balance 7-7. Sin embargo, en las elecciones de 2024, los republicanos ya habían ganado 10 de los 14 distritos. El rediseño actual pretende asegurar un undécimo escaño, lo cual reforzaría todavía más la mayoría conservadora.
Este cambio, en conjunto con movimientos similares en otros estados como Texas y California, forma parte de una estrategia nacional del Partido Republicano impulsada por el expresidente Donald Trump. En su plataforma Truth Social, Trump instó públicamente a los legisladores de su partido en Carolina del Norte a “trabajar tan duro como puedan para aprobar este nuevo mapa”.
Voto negro bajo amenaza
Varios senadores afroamericanos denunciaron que el rediseño es un ataque directo a la representación democrática de la comunidad negra. Kandie Smith, senadora estatal por un condado actualmente en el Distrito 1, acusó durante su intervención en el Senado que “esto es un ataque contra los votantes afroamericanos. Es un intento descarado de robar elecciones por diseño”.
Las acusaciones no son menores. De acuerdo con el histórico electoral, el Distrito 1 cuenta con condados de mayoría negra que han contribuido de forma significativa al equilibrio político estatal. Cambiar las fronteras para diluir esos votos tiene implicaciones que van más allá de la estrategia partidista: vulnera derechos cívicos.
¿Retroceso en derechos adquiridos?
Esta no es la primera vez que se acusa a los legisladores de Carolina del Norte de rediseñar distritos en perjuicio de minorías. En 2023, tras decisiones judiciales permisivas en cuanto a la manipulación partidista de los distritos (gerrymandering), el estado ya había aprobado un nuevo mapa que alejó a varios demócratas del Congreso.
El resultado: tres congresistas demócratas decidieron no postularse nuevamente. Y ahora, dos años después, estamos ante un escenario aún más polarizado.
De acuerdo con el Centro Brennan para la Justicia, entre 2011 y 2021 al menos 25 estados desarrollaron o modificaron mapas electorales con sesgos partidistas calculados. Carolina del Norte figura consistentemente entre los más extremos.
Racismo institucional o cálculo político legítimo
Los defensores del nuevo mapa, incluido el senador Hise, aseguran que la reforma no es discriminatoria ya que no se utilizó información racial para trazar los límites. Argumentan además que no hay evidencia de votación racialmente polarizada en esa región, lo cual les impediría usar datos raciales incluso si lo desearan.
Pero los críticos, entre ellos activistas por los derechos civiles y miembros del Partido Demócrata, sostienen que eliminar condados afroamericanos clave del distrito más competitivo del estado no puede disociarse del impacto racial que eso tendrá.
“Tal vez no se utilizó la raza como una variable explícita. Pero el resultado final es tan perjudicial para la representación negra como si lo hubieran hecho”, apuntó Eric Willoughby, un joven activista universitario que habló en la audiencia pública del Senado.
¿Dónde quedan los votantes?
Aunque se espera que la Cámara estatal apruebe el mapa esta misma semana, ya hay planes para presentar demandas judiciales contra esta medida. El problema: aunque el gobernador demócrata Josh Stein se opone públicamente, no puede vetar la reforma bajo la ley estatal actual.
Por ende, muchos ciudadanos sienten que sus voces y votos están siendo ignorados en aras de un juego estratégico nacional que reduce la democracia a una lucha por el poder.
Según expertos en procesos electorales como Michael Li del Brennan Center, “el partidismo desbordado en el rediseño de mapas está deformando la democracia estadounidense desde adentro”. Carolina del Norte, tristemente, se convierte en un estudio de caso evidente.
Una tendencia nacional preocupante
Este tipo de maniobras no es exclusivo del estado tarheel. La batalla por el rediseño de distritos afecta actualmente a estados como Texas, Georgia, Wisconsin y California. En cada uno, el objetivo es el mismo: ocupar la mayor cantidad de escaños posibles y condicionar las elecciones —sin cambiar los corazones de los votantes, sino simplemente mudando sus fronteras.
Desde 2010, más de 400 demandas sobre mapas electorales han llegado a instancias judiciales en Estados Unidos. Algunas han terminado en la Corte Suprema.
El legado de una democracia condicionada
Los ciudadanos de Carolina del Norte, y por extensión de todo EE. UU., deben preguntarse si su sistema electoral realmente garantiza igualdad de voz. Tal como lo señalaron Clayton y Butterfield: “Debilitar el distrito donde durante 30 años se ha elegido representación negra no es solo un acto de poder, es una declaración moral de quién merece ser escuchado”.
La democracia no solo se ejerce votando. También se defiende —antes de votar.