El fenómeno global de 'Love is Blind': cuando el amor se adapta a la cultura
De Japón a México, pasando por Medio Oriente: cómo el reality de citas de Netflix moldea la conversación sobre el amor moderno a través de fronteras culturales
¿Puede el amor ser verdaderamente ciego en todo el mundo?
Desde su debut en 2020, “Love is Blind” no ha sido solo otro reality show de citas más. La premisa es simple pero revolucionaria: conectar a personas emocionalmente sin que se vean físicamente hasta que decidan comprometerse. Pero la serie ha evolucionado en algo mucho más complejo: un experimento global sobre cómo las distintas culturas entienden, practican y valoran el amor.
Con versiones locales en países como México, Japón, Suecia, Brasil, Alemania, Francia e incluso una edición en Medio Oriente, la franquicia ha demostrado que el amor y la conexión trascienden la apariencia física, pero no siempre se libran de los matices culturales, religiosos o raciales.
Cultura y conexión: ¿una mezcla posible?
Brandon Riegg, vicepresidente de series de no ficción y deportes en Netflix, ha afirmado que lo que impulsa la expansión del show es su capacidad de conectar con las normas culturales locales manteniendo su enfoque universal:
“La dualidad de autenticidad local y relevancia global ha permitido que ‘Love is Blind’ no solo entretenga, sino que también influya sutilmente en cómo las audiencias piensan sobre el amor en todo el mundo.”
Y es que cada versión tiene su propia esencia. Por ejemplo, en Japón, los participantes suelen ser más reservados con las muestras de afecto y más cuidadosos al involucrar a sus familias. Mientras tanto, en Brasil, la pasión se desborda desde el primer encuentro físico, algo que ha sorprendido incluso a fans de la versión original estadounidense.
¿Qué sucede cuando se adapta en culturas conservadoras?
Uno de los movimientos más audaces de Netflix fue “Love is Blind: Habibi”, grabado en Líbano y los Emiratos Árabes Unidos, con participantes de diversos países árabes. La expectativa era alta, especialmente por las normas más estrictas en torno a la intimidad y el papel de la familia en los matrimonios.
Safa Al Juboori, una participante de la edición, afirma que la producción tuvo especial cuidado en respetar los valores culturales, como la modestia, la falta de intimidad física antes del matrimonio y la importancia del consentimiento familiar.
“Es un giro moderno a un concepto profundamente tradicional. Me recordó a cómo se conocieron mis abuelos: unas breves conversaciones, un encuentro y luego el matrimonio”, explicó.
No obstante, también se permitió un espacio para la autonomía individual, algo impensable en matrimonios arreglados tradicionales. Al Juboori lo resume como “una combinación respetuosa entre tradición y elección personal”.
Representación y diversidad: un terreno pantanoso
Desde su primera temporada en Atlanta, la serie ha enfrentado críticas por su falta de diversidad en algunos elencos. En Minneapolis, las redes sociales comentaban que “todos los hombres se ven iguales”. En contraste, versiones como la de Reino Unido o la de México han apostado por elencos más diversos étnica y culturalmente.
Taylor Krause, mitad asiática y participante en la temporada de Washington D.C., decidió no revelar su herencia hasta avanzada la experiencia:
“Soy una mujer asiático-estadounidense orgullosa, pero también sé que mi identidad puede ser fetichizada o estereotipada,” comentó. “Quería centrarme en la conexión emocional sin que la raza se interpusiera de inmediato.”
El amor interracial y la geopolítica
En la versión británica, una de las parejas más comentadas fue la de Kal Pasha (medio pakistaní) y Sarover Aujla (de ascendencia india). Las tensiones históricas entre religión e identidad política fueron tema de conversación durante los episodios.
El hecho de que dichos temas se aborden abiertamente en pantalla es, para muchos, una señal positiva de cómo el programa empieza a reflejar realidades más complejas y diversas en torno al amor y las relaciones.
¿Y qué hay del amor queer?
Fans de todo el mundo han estado solicitando una versión del programa enfocada en personas LGBTQ+. Aunque por ahora no se ha anunciado, Netflix ha indicado que están considerando nuevas formas de mostrar la diversidad del amor.
Dallas Short, un fan queer del show desde su primera entrega, afirma que un formato similar pero dedicado a personas del colectivo sería muy necesario.
“Hay muchas formas de amar. El show debería tener temporadas con personas poliamorosas, con discapacidad, neurodivergentes o de distintas orientaciones sexuales. El amor no es una única historia,” expresa Krause.
Entre bodas y amistades
Muchas veces, los vínculos más duraderos que nacen en el show no son románticos, sino amistosos. Así lo vivió Alina Rothbauer, de la edición alemana, que aseguró que las conexiones con otras mujeres le ayudaron a mantener la cordura durante el intenso proceso.
“Las amistades fueron una especie de red de seguridad emocional. Algunas perduran hasta hoy,” dijo Rothbauer, quien terminó casándose con Ilias Pappas.
Netflix ha comenzado a destacar estas historias de amistad y autodescubrimiento, expandiendo la definición de “amor” en el concepto del programa.
¿Qué sigue para ‘Love is Blind’?
Con versiones próximas para Italia y Países Bajos, su impacto global parece más fuerte que nunca. La serie no solo entretiene: genera debate en torno a las relaciones, el género, la raza, la cultura, la religión y la identidad.
Cuando se emitió su temporada en Denver, muchos pensaban que se trataba de una simple versión de una ciudad diferente en EE. UU., pero lo que realmente refleja es cómo el amor se filtra a través del prisma cultural donde se desarrolla.
En palabras del propio Riegg:
“El amor es universal, sí. Pero también está profundamente moldeado por las lentes culturales. ‘Love is Blind’ solo etiqueta esa universalidad, pero no puede escapar de lo humano: nuestras historias, prejuicios, traumas y anhelos.”






